Por:
FRANCISCO M. BERROA UBIERA
HISTORIADOR
GENERAL ANTONIO JOSE DE SUCRE
La independencia de Bolivia o el Alto Perú fue un proceso sumamente
interesante.
Allí el levantamiento fue iniciado por los estudiantes
universitarios de Chuquisaca, actual Sucre, aunque en la ciudad de La Paz los
señores Pedro Domingo Murillo y fray Antonio Medina se adueñaron del poder y
lanzaron una proclama radical, sin embargo fueron capturados por las tropas
leales al virrey Abascal y posteriormente ejecutados.
La constitución de 1812 quiso ser impuesta en el Alto
Perú por una muchedumbre dirigida por los hermanos Angulo, sin el menor éxito.
Luego, el cacique Mateo García Pamacahua, que había
servido al ejército del virrey Abascal, se rebeló, y luego de ocupar varias
ciudades del Alto Perú, fue eliminado por el general Pezuela. Igual suerte corrieron los hermanos Angulo, y
los demás independentistas fueron perdonados por una amnistía del virrey
Abascal.
El general Santa Cruz, un oficial mestizo de La Paz,
invadió el Alto Perú en 1823, viéndose forzado a retirarse hacía el Norte por
no contar con suficiente apoyo del pueblo y de los ricos hacendados de la
región Sur.
Cuando los generales realistas Valdés y Canterac se
vieron en la necesidad de enfrentar las tropas de Bolívar, confiaron el mando
del Alto Perú a un español partidario de la monarquía: don Antonio Pedro de
Olañeta, quien sabiendo que en 1824 se había restablecido en el trono Fernando
VII, decidió eliminar el constitucionalismo, sublevándose contra el virrey La
Serna, y creando un gobierno ajustado a su particular idiosincrasia.
Enviado el general Valdés para restablecer el orden,
fue firmado el Tratado de Tarapaya (9 de marzo de 1824), por medio del cual
Olañeta se comprometía a guardar obediencia al virrey del Perú, y enviar tropas
de apoyo para enfrentar a bolívar, sin embargo, violando el acuerdo, se
proclamó comandante en jefe de las provincias del Río de la Plata, lo que dio
inicio a una guerra civil entre las tropas del virrey La Serna y los
partidarios de Olañeta, conocidos como los integristas. Esta situación favoreció a los independentistas
bolivarianos, pues por la situación creada por Olañeta, el general Valdés fue
enviado en su persecución, privándose Canterac de sus valiosos servicios y de
sus tropas para enfrentar a los americanos en Junín en 6 de agosto de 1824.
Los ricos criollos apoyaron a Olañeta, quien les
garantizaba la preservación de sus intereses económicos y el control de la
fuerza laboral esclava de los indios.
Olañeta entró a Chuquisaca en 11 de febrero de 1824, en donde proclama
la monarquía absoluta, siendo derrotas La serna y Cantorec en la batalla de
Ayacucho en 9 de diciembre de 1821, por lo cual, el vencedor de la contienda,
el general Antonio José de Sucre liberó el Alto Perú, hizo negociaciones
convenientes con Olañeta, ocupó Potosí, último reducto español en la sierra,
logrando Bolívar y Sucre el apoyo de la aristocracia criolla, muriendo Olañeta
en la batalla de Tumusta.
El Alto Perú fue declarado independiente por Sucre en
declaración dada en La Paz en 9 de febrero de 1825, sin embargo, Bolívar no
sancionó el proyecto por temor a las posibles reclamaciones de Perú y
Argentina, aunque luego cambió de opinión y convocó una Asamblea en Chuquisaca
en 10 de julio de 1825, cuyos miembros fueron electos por sufragio
censitario. La oligarquía terrateniente
criolla validó la declaración de independencia en 6 de agosto de 1825, y adoptó
para su país el nombre de Bolívar, en honor del ilustre libertador venezolano,
aunque luego se varió al actual.
El gobierno quedó en manos del mariscal Sucre, y las
medidas sociales que se implantaron rápidamente fueron eliminadas,
prevaleciendo las desigualdades ancestrales.
En 1884 Bolivia perdió el puerto de Arica, su salida
al pacífico, manteniendo una difícil situación económica y social.
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