Por:
Francisco M. Berroa Ubiera, M.A.
Profesor Titular de
la Cátedra de Historia Dominicana, y Ex Director del Instituto de Historia de
la Facultad de Humanidades, UASD.
El
dictador y generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina gobernó el país con
mano férrea durante 31 años (1930-1961), durante los cuales ejerció pleno
control sobre todos los aspectos de la vida económica, social, política, y,
cultural de la República Dominicana.
Rafael
Trujillo controlaba la vida cultural del país y narigoneaba a los hacedores de
cultura en el plano superior: artistas, escritores, historiadores, catedráticos,
profesionales, científicos, e intelectuales en sentido general, quienes en su
gran mayoría donaron su talento y espíritu creativo a la tiranía.
En
el terreno cultural, uno de los feudos preferidos por Trujillo fue la Universidad
de Santo Domingo (USD), cuyos funcionarios eran designados personalmente por
él, quien para ejercer el cargo de rector escogía a profesionales con buena
preparación académica y comprobada competencia profesional, casi siempre
autores de obras de renombre.
Durante
la “Era de Trujillo” fueron designados como rectores de la Universidad de Santo
Domingo los distinguidos profesionales: Doctor Ramón de Lara (1929-1930); Dr.
Federico Henríquez y Carvajal (1930-1933); Dr. Eduardo R. Soler (Interino: 1933);
Lic. Juan Tomás Mejía (1933-1934); Dr. Eduardo R. Soler (interino: 1934); Lic.
Juan Tomás Mejía (1934-1935); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (1935-1936);
Dr. Manuel E. Perdono (Interino: 1936); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha
(1936); Dr. Manuel E. Perdomo (Interino: 1936-1937); Lic. Manuel de Jesús Troncoso
de la Concha (1937); Dr. Manuel E. Perdomo (Interino: 1937-1938); Lic. Manuel
de Jesús Troncoso de la Concha (1938); Lic. Julio Ortega Frier (1938-1940;
1940-47); Doctor Julio Vega Batlle (1947-1949); Dr. Pedro Troncoso Sánchez (1949-1953;
1953-56); Dr. Carlos Sánchez y Sánchez; Dr. Rafael Filiberto Bonelly; Dr. Virgilio
Díaz Ordóñez (1956-1958); Dr. José Turul Ricart (1958); Dr. Manuel María
Guerrero; Dr. Emilio Rodríguez Demorizi; Dr. Arturo Despradel (1958-1960); Dr. José
Antonio Caro Álvarez (1960-1961); Dr. José Manuel Machado; Dr. Ambrosio Álvarez
Aybar; Dr. José A. Paniagua (1961-1962).
Muchos
de los rectores aprovecharon su designación para darle a Trujillo los más inmerecidos
reconocimientos, y, alguno de ellos llegó a otorgarle al Dictador todos los
títulos concedidos por la academia en sus distintas facultades. Y para evitar el “celo académico” en la
familia Trujillo, fueron dados títulos universitarios a sus familiares,
parientes o amigos sin cumplir con ningún requisito académico.
Reelecto en la presidencia en 1934,
Trujillo comenzó a promover el culto a su personalidad. El dictador se declaró Jefe Supremo, Fundador
y Director Único del Partido Dominicano, Benefactor
de la Patria con rango, títulos, honores y preeminencia por encima del
Presidente Peynado, Padre de la Patria
Nueva, El Generalísimo de todos los
ejércitos de tierra, mar y aire, Protector
de la Iglesia, Restaurador de la
independencia financiera de la República (1940), Gran Protector de la Universidad de Santo Domingo, y, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Santo Domingo (17 de octubre de 1934).
Se
sabe que Rafael Trujillo manejó la educación pública en todos los niveles como
un medio de propaganda política, para hacer lavado de cerebro, y para fomentar
las lealtades primordiales entre los estudiantes. Asimismo, las facilidades educativas fueron
usadas también como centros de encuadramiento militar. Por ejemplo: en la Universidad de Santo
Domingo (USD) fue creada la Guardia Universitaria, cuyos miembros estaban obligados
a realizar entrenamiento militar, y recorrían el campus universitario
realizando marchas y contramarchas con inusitado frenesí al ritmo marcial del
redoblante.
La Universidad de Santo Domingo y
los inmigrantes
Se conoce
muy bien que el general Rafael Trujillo ofreció ciertas facilidades para el
ingreso al país de unos 5,000 exiliados políticos españoles a partir de 1939,
quienes eran perseguidos políticos del general Francisco Franco, de los cuales
quedaron finalmente muy pocos residiendo en el país, unos 100 refugiados
hispanos en 1949.
Se
ha dicho que con la inmigración de los españoles resultaron beneficiados Rafael
César Tolentino, Moisés García Mella, Plinio Pina Chevalier, y de manera
especial Virgilio Trujillo, quienes cobraban a los hispanos una suerte de
“peaje” consular para darles el visado dominicano. Se sabe que Trujillo recibía del Servicio de
Emigración de Refugiados Españoles (SERE) la suma de US$50.00 por refugiado
cada mes.
De
acuerdo con el testimonio de Jesús de Galíndez, uno de los refugiados hispanos
que prestó sus servicios al Generalísimo, vinieron al país de 4,000 a 5,000
refugiados “disfrazados de agricultores”, quienes eran realmente generales
regulares del ejército, catedráticos universitarios, mecánicos, pescadores, y artistas,
filósofos y profesionales, por ello, según él, “las colonias agrícolas fueron un fracaso y poco a poco la mayoría se
disperso hacia otros rumbos”.[i]
Bernardo
Vega[ii]
sostiene con relación a los refugiados hispanos que los emigrados de ese país
fueron: 288 que vinieron en el buque “Flandres” en 7 de noviembre de 1939, y
que luego, hasta junio de 1940 habían ingresado unos 3,150 emigrados españoles. De estos, salieron del país unos 500
refugiados en mayo de 1940, y en mayo de 1941 Vega sostiene que tan solo
quedaban unos 1500 españoles. Que desde
febrero de 1944 a octubre de 1945 salieron hacia México y Venezuela 1,180
refugiados.
De
los españoles que se instalaron en la República Dominicana algunos fueron
íntimos colaboradores del dictador, entre ellos: Javier Malagón Barceló, Jesús
de Galíndez, José Almoina, José Vela Zanetti, López Mezquita, Manolo Pascual,
Pedro González Blanco, Ramón Fernández Mato, Vicente Llorens, entre otros.
Entre
los más distinguidos refugiados españoles se encontraban los profesores de la
Universidad de Santo Domingo: los juristas Constancio Bernardo de Quiroz y Luis
Jiménez de Asúa; los geógrafos Alfredo Lagunilla, Honorato de Castro y Ramón Martorell
–fundador del Instituto Geográfico Universitario con el Teniente coronel
Aurelio Matilla-; los catedráticos Luis Alaminos (de sicología), Vicente
Herrero, José María Ots Capdequí, Giner, Fernando de los Ríos, Luis Florens,
Antonio Román (de Medicina), Amos Sabrás (Matemático), Fernando Sainz Ruiz,
Malaquías Gil, etc.. Destacados músicos como: Enrique Casals Chapí y Alfredo
Matilla; actores y dramaturgos de la talla de Antonio Blanco, Freddy Del Mural
y Carmen Rull; escultores: Antonio Prats Ventós y Manolo Pascual: poetas: Roque
Nieto y Padro Salinas; dibujante: José Alloza; artistas del pincel: Eugenio
Fernández Granell, José Gausachs, Francisco Díaz Vásquez, José Vela Zanetti,
Alfonso Jiménez de Asúa (a) Shum, Ramón Prats Ventós, Juan Junyer, etc.
Los
inmigrantes hispanos tenían distintas profesiones y oficios e hicieron aportes
significativos en todas las áreas de la vida productiva y cultural. Los españoles contribuyeron notablemente con
el desarrollo de la cultura, de la educación y de las ciencias. Durante la estadía de estos La Universidad de
Santo Domingo (USD) reorganiza su Facultad de Filosofía –que había sido
restablecida por medio de la Ley General de Estudios del 5 de diciembre de
1932-, y además fueron promovidas las Bellas Artes –pintura, escultura,
dibujo-, el Teatro, la danza y el ballet, la música clásica e instrumental con
la fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional, la impresión, la serigrafía, la
fotografía, etc.
Cambios en la Universidad con
Trujillo
En el
aspecto curricular, durante la Era de Trujillo fue restaurada la enseñanza
expositiva de las cátedras magistrales, introduciéndose el sistema de
estudiantes libres, y a los estudiantes denominados "autorizados" les
dieron un plazo de 10 años para obtener sus diplomas.
Asimismo,
la Facultad de Filosofía fue restablecida por medio de la Ley General de
Estudios de fecha 5 de diciembre de 1932.
Una
nueva Ley de Organización Universitaria fue promulgada en fecha 21 de octubre
de 1937, la cual puso fin a los "estudiantes
libres", reconociendo solamente los estudios oficiales; dicha ley
dispone de un régimen de vacaciones, y procura la metodización de los estudios
y de la docencia universitaria; asimismo, prohibió los cursos simultáneos, y
crea las siguientes facultades:
a)
Derecho con estudios de Notariado, Hacienda Pública y Economía;
b)
Medicina, con estudios de Obstetricia, Enfermería, Higiene y sanidad;
c)
Farmacia, con estudios de Química azucarera;
d)
Filosofía, Letras e Historia, es decir, los estudios humanísticos.
Para
la facultad de Filosofía la Ley de 1937 establecía un mínimum de 13 materias,
que podían ser desdobladas en un número mayor de asignaturas: 1) Historia de la
Filosofía; 2) Historia Moderna Universal; 3) Historia de América; 4) Historia
de la Literatura Española; 5) Historia de la literatura extranjera; 6)
Literatura; 7) Literatura Griega; 8) Psicología; 9) Filología; 10) Introducción
a la Filosofía; 11) Sociología; 12) Filosofía Moral; 13) Literatura Latina.
Los estudios filosóficos durante
la Era de Trujillo
Posteriormente,
en 1939, se reorganizó la Facultad y los estudios de filosofía se extendieron
un mínimo de 133 asignaturas, reformado dicho plan de estudios en 1954.
Otra
importante reforma se produce con la puesta en vigor de la Ley Núm. 177 de
fecha 14 de noviembre de 1939, con la cual se reorganiza la Facultad de
Filosofía, Letras e Historia denominándola Facultad de Filosofía, con el
propósito de: "Realizar la misión de la Universidad, que no es otra que
contribuir al auge y difusión de la cultura humana mediante el fomento y
enseñanza de los principios y fundamentos esenciales de las disciplinas del
espíritu, en su grado más elevado, es decir, en lo teorético, en lo puro".[iii]
Agregando
a lo anterior lo siguiente: "El conocimiento teorético, el puro, es el
primer paso indispensable y fundamental, para la ulterior acción, si es que
esta debe ser racional. Sin él no hay
método ni técnica, ni ciencia ni inteligencia de la vida y de las cosas."[iv]
Además
fueron consignadas como funciones de la Facultad de Filosofía otorgar los
títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía.
Los
estudios de filosofía podían ser cursados por personas que no fuesen
bachilleres siempre y cuando fuesen mayores de 25 años, previo examen de
admisión. Muchos diplomáticos
extranjeros se matricularon en la facultad de filosofía, lo cual es una muestra
de su crédito académico.
El
enciclopedismo fue un elemento característico en el cuadro de materias
correspondiente al periodo del año lectivo 1939-1940, que se ofreció durante
varios años aunque luego fue modificado.
La
Ordenanza del Consejo Universitario Número 3-40 del 11 de enero de 1940 aprobó
el Reglamento de trabajo docente de dicha Facultad, y en ese mismo mes y año,
el 23 de enero inició sus labores académicas; el edificio de la Facultad de
Filosofía fue designado con el nombre del insigne humanista don Pedro Henríquez
Ureña por medio de la Ley Núm. 1186 de fecha 23 de mayo de 1946.
Mediante
la Ley Núm. 4864 del 26 de febrero de 1958 se establecen los cursos
preparatorios en todas las facultades de carácter profesional de la
Universidad, y, el Articulo 2 de la citada Ley la denomina “Facultad de Filosofía, Ciencias y Educación”,
aunque el 2 de octubre del mismo año la Ley 5006 la nombra “Facultad de
Filosofía y Educación”, dándole autoridad legal para expedir títulos de grado
de Licenciado y Doctor en Educación y en Filosofía en las distintas secciones
que establezca el Consejo Universitario.
La
Ley de Organización Universitaria Núm. 5130 del 13 de mayo de 1959 le mantuvo
el nombre de “Facultad de Filosofía y Educación”, con las siguientes Escuelas
adscritas a la misma: a) Escuela de Periodismo; b) Escuela de Idiomas; c)
Escuela de Servicio Social; d) Escuela de Bibliotecarios Archivistas;
consignando dicha Ley que la Escuela de Filosofía podía otorgar los siguientes
títulos: a) Licenciado en Filosofía; b) Doctor en Filosofía; c) Licenciado en
Ciencias de la Educación.
Mediante
la Ordenanza Núm. 12\59 del 17 de julio de 1959 fue aprobado el reglamento que
regula el funcionamiento docente en la “Facultad de Filosofía y Educación”,
disponiendo esta ordenanza en su artículo 11 lo relativo al plan de estudios.
Por
medio de la Ley Núm. 5130 que modificó la Ley Núm. 5364 del 1ro. de junio de
1960, se dispuso establecer una prueba de nivel a los estudiantes de la
Facultad.
Asimismo
la Ley 5415 del año 1960 modificó la estructura de la Facultad de Filosofía y
Educación, en lo concerniente a las Escuelas, siendo eliminadas por inoperantes
las Escuelas de Bibliotecarios y Archivistas, y la de Servicio Social.
El
Estatuto Orgánico de la Universidad de 1962 se mantuvo el nombre de “Facultad
de Filosofía y Educación” con las siguientes Escuelas: a) Periodismo; b)
Idiomas; c) Bibliotecarios y Archivistas.
En
el mismo Estatuto se estipula que la “Facultad de Filosofía y Educación”
otorgaría los siguientes títulos: 1) Licenciado en Filosofía, en las secciones
establecidas por el Consejo Universitario; 2) Doctor en Filosofía; 3) Licenciado
en Ciencias de la educación, en las secciones establecidas por el Consejo
Universitario; 4) Doctor en Ciencias de la Educación.
El
post-trujillismo y la autonomía universitaria
Una de
las primeras medidas adoptada por Joaquín Balaguer, para tratar de evitar las
movilizaciones y protestas estudiantiles tras la caída de Trujillo, fue
concederle autonomía a la Universidad de Santo Domingo por medio de la de fecha
31 de diciembre de 1961 y promulgada en fecha 7 de enero de 1962 por el doctor Balaguer
como Presidente del Consejo de Estado.
Esta
alta casa de estudios había estado dominada por una burocracia académica que
impedía el ingreso a la entidad de los hijos de las familias humildes del país,
sin importar sus meritos académicos. De
acuerdo con el historiador Frank Moya Pons “más de un millar de militantes de
los minúsculos partidos de izquierda se convirtieron en profesores y empleados
de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, transformándose gradualmente en
elementos conservadores, aún cuando desplegaban un estridente discurso
revolucionario”.[v]
Dada
la apertura determinada por tal autonomía, comienza a manifestarse un
considerable aumento de la demanda de los servicios educativos universitarios,
por ejemplo: La matrícula universitaria creció considerablemente, en 1960
habían 3,448 estudiantes matriculados, y en 1963 el número era de 5,055, y diez
años después en 1974 contábamos con una matrícula de 31,684 estudiantes. En 1978 la UASD contaba con 46,000
estudiantes, y en 1983 tenía matriculados unos 70,000 estudiantes.
Además,
a nivel nacional se organizan nuevas academias dedicadas a la enseñanza
superior: La Universidad Católica Madre y Maestra fue fundada en la ciudad de
Santiago de los Caballeros por iniciativa de Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito
en 9 de septiembre de 1962; posteriormente se crea la Universidad Nacional
Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) en la ciudad de Santo Domingo.
Sobre
la fundación de la UCMM Cassá opina que “su
fundación en 1962 fue gestada por el mismo conglomerado empresarial que creó,
una asociación empresarial, el primer banco comercial privado de la época
postrujillista, un instituto para la formación de técnicos medios en el sector
agropecuario y una financiera de desarrollo.
Estos sectores contaron con el estimulo y desarrollo de los Estados
Unidos, en lo que incidió el diseño que formulaban para el papel conservador de
la educación superior privada”.[vi]
[i] De Galíndez, Jesús.
Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo
en el exterior. Compilación de Cassá,
Constancio, edición del Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2010, P.
101.
[ii] Vega, Bernardo. “La migración española de 1939 y su
impacto sobre los dominicanos”; “Evocando en Madrid los refugiados españoles de
1939”, En: “En la Década Pérdida”.
Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1991. PP. 275-283; 285-287.
[iii] Sánchez, Juan Francisco. La Universidad de Santo Domingo, Impresora
Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, P. 112.
[iv] Sánchez, Juan Francisco. La Universidad de Santo Domingo, Impresora
Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, P. 113.
[v] Moya
Pons: Manual de Historia Dominicana, P. 542.
Cuando el “pulcro e infalible” historiador vegano dijo eso se hallaba
cortejando a los norteamericanos para viajar becado a realizar estudios de
postgrado en los Estados Unidos, y no pensaba ser funcionario del PPH-PRD, ni
se había traído “Rocash” de Puerto Rico (Nota de Francisco Berroa).
[vi] Cassá, Roberto.
Los jóvenes dominicanos.
Situación y tareas. GRIPAC, Santo
Domingo, 1995. P. 79.
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