Por Francisco
Berroa Ubiera
Historiador y Profesor Titular
de la Cátedra de Historia Dominicana de la Escuela de Historia, Facultad de
Humanidades, UASD. Ex Director del Instituto de Historia, Facultad de Humanidades.
Dedicatoria: Al General Vitalicio y héroe nacional Antonio Imbert Barreras, descendiente del general José María Imbert
De acuerdo con el Boletín El Universitario, Año 3, No. 39, de fecha 6 de marzo de 2014, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en declaraciones atribuidas a la directora de la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades, doctora Luisa Navarro:
“dijo hoy -25 de febrero de 2014- que Ramón Matías Mella es el verdadero héroe
de la Batalla 30 de Marzo y no el general José María Imbert, como dicen los
libros de historia dominicana.”
“La doctora Navarro dijo que por un asunto de
intereses particulares se ha querido opacar el papel protagónico y determinante
de Mella en la Batalla del 30 de Marzo y en todo el proceso de independencia
dominicana.”
“Es claro,
Imbert tenia ojos verdes,
descendencia francesa y representante de la burguesía dominicana de ese
momento”, subrayó la maestra de historia.”
Esta
declaración, atribuida a la Directora de la Escuela de Historia -a la cual
pertenezco en condición de profesor titular de la cátedra de Historia
Dominicana-, me anima a realizar una aclaración sobre este controversial
asunto, aunque sin ánimo de entrar en
polémica, sin embargo, me siento en la obligación de proceder a establecer y destacar
el papel desempeñado por el entonces
coronel Matías Ramón Mella en los preparativos de dicha batalla y
posteriormente, en la cual no pudo participar por hallarse en ese momento fuera
del escenario de los hechos.
Sobre la batalla
de Santiago o de la Sabana,[1] del
30 de marzo de 1844, se sabe que el general haitiano Jean Louis Pierrot recibió
instrucciones del presidente de Haití, general Charles Herard, para reunir los
contingentes a su cargo: las del Norte de Haití y del Departamento de
Artibonito, y tropas de auxiliares y voluntarios en 13 de marzo de 1844; el
general haitiano partió de la ciudad de El Cabo el 17 de marzo de 1844 con una
fuerza bruta de unos 11,000 soldados.
Ese mismo día, 17 de marzo, salió de aquella ciudad
el comerciante inglés Theodore Stanley Heneken, quien por coincidencia
realizaba negocios comerciales en aquella villa haitiana, y al ver la
movilización de las tropas haitianas consideró oportuno viajar en barco hacia
la República Dominicana, llegando en el menor tiempo posible, dando la voz de
alerta a los dominicanos, específicamente al coronel Ramón Mella, Delegado de
la Junta de Gobierno en el Norte.
Las tropas haitianas bajo el mando del general
Pierrot cruzaron el río Masacre –antes Dajabón- el 19 de marzo de 1844, para
dirigirse a su propia masacre.
Una acción retardatoria ordenada por Mella[2] se
produce en Guayubín, otra dirigida por el coronel Francisco Antonio Salcedo (a)
Tito con 500 hombres se produce en La Talanquera -sitio de Mao entre los ríos
Chacuey y Maguaca- en 21 de marzo de 1844, consistente en un ataque relámpago a
la vanguardia haitiana, produciéndose otros ataques en los sitios de Escalante
(24 de marzo de 1844), y en Mao (27 de marzo de 1844).
Los preparativos realizados por el
coronel Ramón Mella antes de la batalla.
Todos los informes parecen indicar que el coronel
Mella no tenía el suficiente control de la situación en la ciudad de Santiago
antes de la batalla,[3] sin
embargo, tomó las medidas necesarias y oportunas: ordenó la fabricación de
cartuchos, disponiendo adecuadamente el reparto de armas blancas entre las
fuerzas voluntarias -1,500 lanzas y miles de machetes; dejó a cargo de sus
auxiliares 12 potes de pólvora, y, pidió refuerzos a los comandantes militares
cibaeños José María Imbert (de Moca), al general Felipe Vásquez, y a Manuel
María Castillo, de San Francisco de Macorís; luego se dirigió acompañado de los
oficiales coronel Pedro de Mena, y del capitán José Desiderio Valverde a la
zona montañosa de San José de Las Matas, buscando gente, ayuda económica, y
sobre todo para organizar las guerrillas que se encargarían de atacar la
retaguardia de las tropas haitianas bajando desde las lomas de la región central
cibaeña para hacer ataques relámpagos con el fin de crear confusión entre los
soldados haitianos y estimular las
deserciones, y, por lo tanto, detener su avance -dando tiempo de esta manera a
las tropas de la ciudad para preparar las defensas-, recomendando el general
Mella a las guerrillas compuestas por hombres muy jóvenes que evitaran las
represalias de los enemigos retornando a las lomas después de los ataques para
reorganizarse, y emprender nuevos esfuerzos ofensivos contra los rivales
afroantilllanos; asimismo dispuso, antes de salir de Santiago, la fabricación
de tres clavos de acero en previsión a una posible toma de la ciudad en poder
de los haitianos, porque en tal caso, los tres cañones que dejaba dispuestos
para la defensa debían ser "clavados",
es decir, inutilizados, para impedir que los haitianos los usaran contra las
poblaciones nacionales y las tropas criollas.
Por lo visto, el coronel Matías Ramón Mella no fue
un ente pasivo como sus enemigos tradicionales han sostenido, pero tampoco se
puede sobrevaluar el papel desempeñado a raíz de los hechos analizados.
Ciertamente, el coronel Mella asume la jefatura de
la ciudad de Santiago al ausentarse el general Felipe Vásquez de la ciudad por
24 horas para ir de visita a La Vega. Su
carta del 21 de marzo de 1844 dirigida a los Miembros de la municipalidad de
San José de Las Matas, pidiéndoles que investigaran con cuáles fuerzas, a cargo
del coronel Estévez, de podría contar en la villa de Guayubín, es una muestra
de su capacidad militar, y una clara evidencia documental primaria que indica
que él preparó las acciones militares que frenaron el avance de los
haitianos. Explica Mella en su carta que
las tropas de la ciudad de Santiago las dirigían en ese momento, el general
Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, y el coronel José Gómez.
La salida de Mella de Santiago se produce en 25 de
marzo de 1844, lo cual era imprescindible desde el punto de vista estratégico,
dejando en la Comandancia de Santiago al general vegano Felipe Vásquez, quien a
las 48 horas de ejercer sus funciones retornó a La Vega. Sobre él dice don
Rufino Martínez:
“Fue a Santiago en el mes de marzo de 1844, con
todas las tropas de su jurisdicción. Recibió el encargo de dirigir la defensa
de la plaza, y tomó las primeras providencias, haciendo construir trincheras.
Cargado de años y de achaques, estaba actuando por puro deber, más no porque
pudiese llevar sobre sus hombros de General el peso de aquella empresa. Fue
sincero. Entregó el mando al Coronel Toribio Ramírez, y se volvió a La Vega. A
los pocos días sucedió la Batalla del 30 de Marzo.”[4]
El general José María Imbert entra
en escena. Después del
general Vásquez abandonar la plaza la comandancia de la ciudad de Santiago de
los Caballeros fue ocupada por el coronel Toribio Ramírez, quien pide auxilio
al general francés José María Imbert, comandante de Moca, asumiendo éste la
jefatura de la ciudad en 27 de marzo de 1844.[5]
El general Imbert, hombre blanco y francés, es
decir, blanco y extranjero -atributos que ciertamente deslumbran al elemento criollo-,
concitó el apoyo inmediato de las tropas y también de la burguesía de la ciudad,
aunque nadie puede decir empleó su liderazgo circunstancial para obtener
prebendas personales.
Imbert era francés pero había residido en Cuba y en Haití,
desde donde procedía al momento de establecerse en Moca en condición de Alcalde
durante los años de dominación haitiana de Jean Pierre Boyer. Según el cronista Rufino Martínez, don José María
Imbert:
“Encariñado con nuestro suelo, en el cual había formado
su hogar, casándose con María Francisca del Monte, compartió lealmente los
sentimientos de los separatistas, y aportó a las luchas de la Independencia el
prestigio de su personalidad y sus conocimientos militares. Siendo Corregidor
de Moca, al adherirse la comarca al movimiento de la Independencia, Imbert se
apresuró a levantar el espíritu de sus comarcanos, a los que llamaba españoles,
mediante una proclama. En el crítico momento
de hallarse sin jefe supremo las fuerzas dominicanas en Santiago y estando los
invasores a no más de tres jornadas, se acudió a él, que circunstancialmente se
hallaba en la ciudad, como el hombre más a propósito para salir del aprieto; y haciéndose
cargo de la defensa, puesto de acuerdo con los oficiales 'de más experiencia,
dispuso las últimas medidas posibles y alcanzó la victoria de la Batalla del 30
de Marzo, venciendo al General haitiano Juan Luis Pierrot.”[6]
Fue el general Imbert quien dispuso la construcción
de fosos en los fuertes denominados “Dios”, “Patria” y “Libertad”, emplazando
en dichas fortificaciones las piezas de artillería: una pieza de ocho en la
batería de la derecha; una pieza de cuatro en la del centro; y una de dos en la
izquierda, del lado del río Yaque. Encargando de los cañones al oficial José
María López, santiaguero, sobre quien opina Rufino Martínez:
“Antes de fundada la República era conocido como
buen Oficial de Artillería; por eso se le confiaron los cañones empleados en la defensa de la plaza el
mes de marzo de 1844, contra el ejército invasor haitiano. Díjose en medio de
la exaltación de ánimo de aquellos instantes, que López había dañado algunas
piezas, por lo que fue encarcelado y remitido a La Vega. Tan pronto José María Imbert
se hizo cargo de la defensa, reclamó al conocido artillero López. Le hizo
llevar a Santiago, e inmediatamente le confió las baterías y le dio un mayor
grado militar. En la Batalla del 30 de Marzo se portó con verdadera honra.”[7]
En sentido general, los comandantes de las fuerzas militares
de la región Norte eran los oficiales superiores Ramón Mella, José María
Imbert, Tomás Villanueva, y Felipe Vásquez, José María López, entre otros.
Previo a la batalla, los haitianos fueron derrotados
en Talanquera, y, luego en Guayubín, y fuertemente atacados por guerrillas
móviles que redujeron considerablemente el número de tropas enemigas que
pudieron llegar a la ciudad. Las tropas
del Norte estaban integradas por hombres procedentes de Moca, La Vega, San
Francisco de Macorís, y otras comunidades, reconcentrados en la plaza de ciudad
de Santiago. Allí se encontraban un
batallón: La Flor de la Juventud, al mando del coronel Ángel Antonio Reyes; una
compañía del batallón de Sabana Iglesia al mando de Fernando Valerio; y, Media
Brigada de artillería al mando de don José María López.
Sobre el papel desempeñado por el general Don José
María Imbert, se sabe muy bien que este se encargó de organizar las defensas de
la plaza desde los puntos fortificados denominados: Dios, Patria y Libertad, en
los cuales fueron cavados fosos, instalándose en cada uno, una pieza de
artillería a cargo de los artilleros capitán José María López, Teniente
Dionisio Reyes y Aquiles o Achille Michel (francés). Además, fue creado un cuerpo de vigilancia y
espionaje al mando de del comandante Manuel María Frómeta y del Doctor
Bergés. Al oficial francés Pedro Eugenio
Pelletier le fue confiada una avanzada de 400 hombres de infantería, y 100
hombres de caballería, nativos de San Francisco de Macorís al mando de don Manuel
María Castillo.
Por su parte, el coronel Mella, en operación
conjunta con el general Imbert, procedió a crear una línea defensiva desde
Guayubín hasta Guaraguanó -hoy Monción-, creándose destacamentos y colocando
avanzadas en los sitios denominados: Partido, Arroyo Blanco, Los Almácigos, El Guanal, Sabaneta, y
Cañafistol, muy lejos de Santiago, razón por la cual no participa en la batalla
librada en esta ciudad el 30 de marzo de 1844, y estando ausente del escenario
no pudo ser el héroe militar de tal confrontación bélica aunque si fue el gran estratega militar que impidió el rápido avance de las fuerzas militares haitianas, y con sus ataques sorpresivos y continuos a la vanguardia de la columna dirigida por el general Pierrot provocó cientos de deserciones en el ejercito enemigo.
Cuando los señores Frometa y Bergés, encargados de
la vigilancia y espionaje, retornaron a Santiago a las 10:00 A.M. del 30 de
marzo de 1844, le informaron al general
Imbert que en número de 10,000 los haitianos cruzaban el río Yaque, siendo
alertados inmediatamente los señores oficiales: Pedro Eugenio Pelletier, jefe
de las fuerzas de línea o infantería; José María López, encargado de la
artillería, Francisco Antonio Salcedo, encargado del fuerte San Luís, de los
Cuerpos de Guardia, y, de cubrir la retaguardia; una fuerza mixta móvil
(caballería e infantería) avanzada dirigida por Fernando Valerio atacó la
vanguardia haitiana cerca del cementerio Viejo.
Las primeras hostilidades de los haitianos las
hicieron 100 "maroteros",
quienes constituían una avanzada irregular encargada de atacar
indiscriminadamente a los habitantes de las vecindades urbanas y de robar sus
propiedades (reses, víveres, etc.); Pelletier con su ayudante Achille Michel,
ataca a los haitianos en La Sabana con 500 hombres -400 de infantería y 100 de
caballería- en 29 de marzo; propiamente la batalla de Santiago se inicia a las
12:00 horas y se prolonga hasta las 17:00 horas en 30 de marzo de 1844, es
decir, se peleó durante cinco horas; los enemigos se dividieron en dos columnas
de 2,000 hombres cada una, para atacar la ciudad por la izquierda y la
derecha. Las fuerzas de la derecha
marcharon por La Herradura, La Otra Banda, por el sitio denominado Emboscada
hasta la Cuesta de Rafei y desde ese punto hasta Hoyo de Lima, acampando en el
Arroyo de Gurabito.
Sin embargo, el ataque de los haitianos se inicia
por la izquierda con caballería e infantería; para frenarlos, los dominicanos,
con una efectiva fusilería y armas blancas: lanzas y machetes, contienen este
primer ataque provocando un alto número de bajas a los haitianos, quienes hacen
una retirada táctica desorganizada, para luego reorganizar sus fuerzas y
producir un nuevo ataque, siendo de nuevo rechazados con buen número de bajas
provocados por la artillería y la fusilería.
De nuevo se retiran y contraatacan reorganizados con gran armonía; sin
embargo, el fuego de metralla y los tiros de fusiles los revientan.
Tras los hechos antes explicados las tropas
haitianas ya estaban derrotadas, hambrientas y cansadas. Las hostilidades fueron suspendidas a
solicitud del general haitiano Jean Louis Pierrot en claro gesto de impotencia
y derrota, iniciándose los parlamentos en 31 de marzo; Por Haití parlamentan
Tiosen o Toussaint Dupuig y Charles Western, y por los dominicanos Pelletier,
Imbert y Gómez; los haitianos acogen de buen ánimo su derrota y se marchan.
La batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844 fue
una defensa de posición que contó con un plan de acción (estrategia), con
maniobras tácticas de las tres armas: caballería, artillería e infantería;
acompañada de ciertas operaciones militares de fuerzas irregulares o
guerrillas, y con una extensión sobre el terreno que abarcó una línea de
acción, defensiva ofensiva, extendida desde Gabaón hasta la misma población de
Santiago, y su periferia.
Por lo tanto, el triunfo de las armas dominicanas no
fue la labor de un hombre, ni siquiera de un sólo comandante; más bien, resultó
un esfuerzo colectivo de unos pocos jefes (Ramón Mella -en la fase preparativa-,
José María Imbert –convertido en Jefe principal-, y, don José María López), de
oficiales operativos (Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, Fernando Valerio,
Gaspar Polanco Borbón, Manuel María Castillo, Román Franco Bidó, José Nicolás
Gómez, Lorenzo y Dionisio Mieses, José Gómez Mallol, Toribio Ramírez, Marcos
Trinidad, Manuel Jiménez, Pedro Florentino, Lucas Evangelista de Peña, etc...),
y de miles de hombres de tropas, las verdaderamente triunfadoras, porque ellas
representan al valiente pueblo dominicano.
Un nombre que debe ser mencionado aislado, es el de
la coronela doña Juana Trinidad Saltitopa, nativa de Jamao, La Vega,
distinguida patriota que desempeñó el oficio de "aguatera", es decir, se dedicó a cargar agua desde el río
Yaque para enfriar los cañones, poniendo en alto con esta acción el nombre y el
patriotismo de la mujer criolla.
El general Pierrot y sus oficiales Toussaint Dupuy,
y Charles Western dejaron en los campos de Santiago 715 muertos e igual número
de heridos, mientras que los dominicanos sufrieron sólo cuatro bajas,
calificados por Saint Denys como: "Ciudadanos
oscuros cuyos nombres han quedado desconocidos".[8] Pierrot en su retirada precipitada abandonó
tambores, calderos, víveres y otros objetos de valor. Su prisa se debía a que durante las
negociaciones Pelletier le informó que Hérard había fallecido en Azua, y él
quería asumir el control del Oeste. En
carta de Imbert a Pierrot, Santiago, 31 de marzo de 1844 -comunicación que
nunca recibió-, Imbert le decía: "Ud
no puede considerar las hostilidades terminadas, entre los dominicanos y los
haitianos, mientras que estén detenidos los dominicanos arrestados en
cualquiera parte de la república haitiana".[9] En su retirada los haitianos fueron atacados
entre Guayubín y Talanquera por los comandantes Francisco Caba y Bartolo Mejía
de la División de Emboscada, quienes derrotan a los generales Charrié y Cadet
Antoine, y, los restos del ejército invasor.
Poco tiempo después de la retirada del general
Pierrot la Junta Central Gubernativa comunicaba a la población nacional haber
recibido del general Vásquez -Comandante de La Vega- una comunicación de 17 de
abril de 1844 con información procedente de Haití, haciendo constar que "una proclama y manifiesto anunciaba que la
parte Norte se declaraba dividida de la del Sur".[10]
Bibliografía
mínima:
1. García
Lluberes, Alcides: Mella y la guerra de guerrillas en Homenaje a Mella,
Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, Editora del Caribe, 1964.
2. García,
José Gabriel -Guerra de la separación dominicana (documentos para su
historia), Santo Domingo, reimpresión de la Edición de 1890, Secretaría de
Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1994.
3. García,
José Gabriel: Compendio de historia de Santo Domingo, 2 tomos, Santo
Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1979.
4. Gobierno
Dominicano: Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo,
1844-1846; 1846-1850. 2 tomos,
Edición Amigo del Hogar, Santo Domingo, 1996.
5. Martínez,
Rufino. Diccionario biográfico-histórico
dominicano (1821-1930), editora UASD, Santo Domingo, 1971.
6. Rodríguez
Demorizi, Emilio: Hojas de servicios del ejército dominicano, 1844-1865,
Vol. I, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1968.
[1] El
general Juan Luís Franco Bidó la denomina "Batalla de la Sabana ".
Ver: Rodríguez Demorizi, Emilio: Hojas de servicios del ejército
dominicano, 1844-1865, Vol. I, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1968, p. 141.
[2] Estas
acciones no las pudo ordenar Imbert, él llegó a Santiago procedente de Moca en
27 de marzo de 1844, por lo tanto, Mella fue el que creó la llamada División de
Emboscada, y organizó las guerrillas que retardaron el ataque a Santiago hasta
fines de Marzo (Nota de Francisco Berroa).
[3] Ver
carta de don Pedro Eugenio Curiel a Segundo Imbert, Puerto Plata, 30 de
septiembre de 1881, en la obra: García, José Gabriel: Guerra de separación
dominicana..., 1994, 2a. Edición.
[4] Martínez,
Rufino. Diccionario biográfico-histórico
dominicano (1821-1930), editora UASD, Santo Domingo, 1971.
[5] Ver:
Carta de José María Imbert a la
Junta de Gobierno de Santo Domingo, Santiago, 5 de abril de
1844, en: Ibidem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Carta
de Saint Denys a Guizot, Santo Domingo, 17 de mayo de 1844, en: Correspondencia
del Cónsul de Francia en Santo Domingo, p. 130.
[9] Ibídem,
p. 14.
[10]
Ibídem, p. 26.
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