Thursday, March 13, 2014

La Batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844 (Aclaración sobre el papel del coronel Matías Ramón Mella en lo concerniente a la defensa de Santiago)

NOTIHISTORIADOMINICANA



Por Francisco Berroa Ubiera
Historiador y Profesor Titular de la Cátedra de Historia Dominicana de la Escuela de Historia, Facultad de Humanidades, UASD.  Ex Director del Instituto de Historia, Facultad de Humanidades.

Dedicatoria: Al  General Vitalicio y héroe nacional  Antonio Imbert Barreras, descendiente del general José María Imbert

De acuerdo con el Boletín El Universitario, Año 3, No. 39, de fecha 6 de marzo de 2014, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en declaraciones atribuidas a la directora de la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades, doctora Luisa Navarro:
dijo hoy -25 de febrero de 2014-  que Ramón Matías Mella es el verdadero héroe de la Batalla 30 de Marzo y no el general José María Imbert, como dicen los libros de historia dominicana.”
“La doctora Navarro dijo que por un asunto de intereses particulares se ha querido opacar el papel protagónico y determinante de Mella en la Batalla del 30 de Marzo y en todo el proceso de independencia dominicana.”
“Es claro,  Imbert tenia  ojos verdes, descendencia francesa y representante de la burguesía dominicana de ese momento”, subrayó la maestra de historia.”

Esta declaración, atribuida a la Directora de la Escuela de Historia -a la cual pertenezco en condición de profesor titular de la cátedra de Historia Dominicana-, me anima a realizar una aclaración sobre este controversial asunto, aunque sin ánimo de  entrar en polémica, sin embargo, me siento en la obligación de proceder a establecer y destacar el papel desempeñado por  el entonces coronel Matías Ramón Mella en los preparativos de dicha batalla y posteriormente, en la cual no pudo participar por hallarse en ese momento fuera del escenario de los hechos.
Sobre la batalla de Santiago o de la Sabana,[1] del 30 de marzo de 1844, se sabe que el general haitiano Jean Louis Pierrot recibió instrucciones del presidente de Haití, general Charles Herard, para reunir los contingentes a su cargo: las del Norte de Haití y del Departamento de Artibonito, y tropas de auxiliares y voluntarios en 13 de marzo de 1844; el general haitiano partió de la ciudad de El Cabo el 17 de marzo de 1844 con una fuerza bruta de unos 11,000 soldados.
Ese mismo día, 17 de marzo, salió de aquella ciudad el comerciante inglés Theodore Stanley Heneken, quien por coincidencia realizaba negocios comerciales en aquella villa haitiana, y al ver la movilización de las tropas haitianas consideró oportuno viajar en barco hacia la República Dominicana, llegando en el menor tiempo posible, dando la voz de alerta a los dominicanos, específicamente al coronel Ramón Mella, Delegado de la Junta de Gobierno en el Norte.
Las tropas haitianas bajo el mando del general Pierrot cruzaron el río Masacre –antes Dajabón- el 19 de marzo de 1844, para dirigirse a su propia masacre.
Una acción retardatoria ordenada por Mella[2] se produce en Guayubín, otra dirigida por el coronel Francisco Antonio Salcedo (a) Tito con 500 hombres se produce en La Talanquera -sitio de Mao entre los ríos Chacuey y Maguaca- en 21 de marzo de 1844, consistente en un ataque relámpago a la vanguardia haitiana, produciéndose otros ataques en los sitios de Escalante (24 de marzo de 1844), y en Mao (27 de marzo de 1844).
Los preparativos realizados por el coronel Ramón Mella antes de la batalla.  Todos los informes parecen indicar que el coronel Mella no tenía el suficiente control de la situación en la ciudad de Santiago antes de la batalla,[3] sin embargo, tomó las medidas necesarias y oportunas: ordenó la fabricación de cartuchos, disponiendo adecuadamente el reparto de armas blancas entre las fuerzas voluntarias -1,500 lanzas y miles de machetes; dejó a cargo de sus auxiliares 12 potes de pólvora, y, pidió refuerzos a los comandantes militares cibaeños José María Imbert (de Moca), al general Felipe Vásquez, y a Manuel María Castillo, de San Francisco de Macorís; luego se dirigió acompañado de los oficiales coronel Pedro de Mena, y del capitán José Desiderio Valverde a la zona montañosa de San José de Las Matas, buscando gente, ayuda económica, y sobre todo para organizar las guerrillas que se encargarían de atacar la retaguardia de las tropas haitianas bajando desde las lomas de la región central cibaeña para hacer ataques relámpagos con el fin de crear confusión entre los soldados haitianos  y estimular las deserciones, y, por lo tanto, detener su avance -dando tiempo de esta manera a las tropas de la ciudad para preparar las defensas-, recomendando el general Mella a las guerrillas compuestas por hombres muy jóvenes que evitaran las represalias de los enemigos retornando a las lomas después de los ataques para reorganizarse, y emprender nuevos esfuerzos ofensivos contra los rivales afroantilllanos; asimismo dispuso, antes de salir de Santiago, la fabricación de tres clavos de acero en previsión a una posible toma de la ciudad en poder de los haitianos, porque en tal caso, los tres cañones que dejaba dispuestos para la defensa debían ser "clavados", es decir, inutilizados, para impedir que los haitianos los usaran contra las poblaciones nacionales y las tropas criollas.
Por lo visto, el coronel Matías Ramón Mella no fue un ente pasivo como sus enemigos tradicionales han sostenido, pero tampoco se puede sobrevaluar el papel desempeñado a raíz de los hechos analizados.
Ciertamente, el coronel Mella asume la jefatura de la ciudad de Santiago al ausentarse el general Felipe Vásquez de la ciudad por 24 horas para ir de visita a La Vega.  Su carta del 21 de marzo de 1844 dirigida a los Miembros de la municipalidad de San José de Las Matas, pidiéndoles que investigaran con cuáles fuerzas, a cargo del coronel Estévez, de podría contar en la villa de Guayubín, es una muestra de su capacidad militar, y una clara evidencia documental primaria que indica que él preparó las acciones militares que frenaron el avance de los haitianos.  Explica Mella en su carta que las tropas de la ciudad de Santiago las dirigían en ese momento, el general Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, y el coronel José Gómez.
La salida de Mella de Santiago se produce en 25 de marzo de 1844, lo cual era imprescindible desde el punto de vista estratégico, dejando en la Comandancia de Santiago al general vegano Felipe Vásquez, quien a las 48 horas de ejercer sus funciones retornó a La Vega. Sobre él dice don Rufino Martínez:
“Fue a Santiago en el mes de marzo de 1844, con todas las tropas de su jurisdicción. Recibió el encargo de dirigir la defensa de la plaza, y tomó las primeras providencias, haciendo construir trincheras. Cargado de años y de achaques, estaba actuando por puro deber, más no porque pudiese llevar sobre sus hombros de General el peso de aquella empresa. Fue sincero. Entregó el mando al Coronel Toribio Ramírez, y se volvió a La Vega. A los pocos días sucedió la Batalla del 30 de Marzo.”[4]

El general José María Imbert entra en escena.  Después del general Vásquez abandonar la plaza la comandancia de la ciudad de Santiago de los Caballeros fue ocupada por el coronel Toribio Ramírez, quien pide auxilio al general francés José María Imbert, comandante de Moca, asumiendo éste la jefatura de la ciudad en 27 de marzo de 1844.[5]
El general Imbert, hombre blanco y francés, es decir, blanco y extranjero -atributos que ciertamente deslumbran al elemento criollo-, concitó el apoyo inmediato de las tropas y también de la burguesía de la ciudad, aunque nadie puede decir empleó su liderazgo circunstancial para obtener prebendas personales.
Imbert era francés pero había residido en Cuba y en Haití, desde donde procedía al momento de establecerse en Moca en condición de Alcalde durante los años de dominación haitiana de Jean Pierre Boyer.  Según el cronista Rufino Martínez, don José María Imbert:
“Encariñado con nuestro suelo, en el cual había formado su hogar, casándose con María Francisca del Monte, compartió lealmente los sentimientos de los separatistas, y aportó a las luchas de la Independencia el prestigio de su personalidad y sus conocimientos militares. Siendo Corregidor de Moca, al adherirse la comarca al movimiento de la Independencia, Imbert se apresuró a levantar el espíritu de sus comarcanos, a los que llamaba españoles, mediante una proclama.  En el crítico momento de hallarse sin jefe supremo las fuerzas dominicanas en Santiago y estando los invasores a no más de tres jornadas, se acudió a él, que circunstancialmente se hallaba en la ciudad, como el hombre más a propósito para salir del aprieto; y haciéndose cargo de la defensa, puesto de acuerdo con los oficiales 'de más experiencia, dispuso las últimas medidas posibles y alcanzó la victoria de la Batalla del 30 de Marzo, venciendo al General haitiano Juan Luis Pierrot.”[6]
Fue el general Imbert quien dispuso la construcción de fosos en los fuertes denominados “Dios”, “Patria” y “Libertad”, emplazando en dichas fortificaciones las piezas de artillería: una pieza de ocho en la batería de la derecha; una pieza de cuatro en la del centro; y una de dos en la izquierda, del lado del río Yaque. Encargando de los cañones al oficial José María López, santiaguero, sobre quien opina Rufino Martínez:
“Antes de fundada la República era conocido como buen Oficial de Artillería; por eso se le confiaron los  cañones empleados en la defensa de la plaza el mes de marzo de 1844, contra el ejército invasor haitiano. Díjose en medio de la exaltación de ánimo de aquellos instantes, que López había dañado algunas piezas, por lo que fue encarcelado y remitido a La Vega. Tan pronto José María Imbert se hizo cargo de la defensa, reclamó al conocido artillero López. Le hizo llevar a Santiago, e inmediatamente le confió las baterías y le dio un mayor grado militar. En la Batalla del 30 de Marzo se portó con verdadera honra.”[7]

En sentido general, los comandantes de las fuerzas militares de la región Norte eran los oficiales superiores Ramón Mella, José María Imbert, Tomás Villanueva, y Felipe Vásquez, José María López, entre otros.
Previo a la batalla, los haitianos fueron derrotados en Talanquera, y, luego en Guayubín, y fuertemente atacados por guerrillas móviles que redujeron considerablemente el número de tropas enemigas que pudieron llegar a la ciudad.  Las tropas del Norte estaban integradas por hombres procedentes de Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, y otras comunidades, reconcentrados en la plaza de ciudad de Santiago.  Allí se encontraban un batallón: La Flor de la Juventud, al mando del coronel Ángel Antonio Reyes; una compañía del batallón de Sabana Iglesia al mando de Fernando Valerio; y, Media Brigada de artillería al mando de don José María López.
Sobre el papel desempeñado por el general Don José María Imbert, se sabe muy bien que este se encargó de organizar las defensas de la plaza desde los puntos fortificados denominados: Dios, Patria y Libertad, en los cuales fueron cavados fosos, instalándose en cada uno, una pieza de artillería a cargo de los artilleros capitán José María López, Teniente Dionisio Reyes y Aquiles o Achille Michel (francés).  Además, fue creado un cuerpo de vigilancia y espionaje al mando de del comandante Manuel María Frómeta y del Doctor Bergés.  Al oficial francés Pedro Eugenio Pelletier le fue confiada una avanzada de 400 hombres de infantería, y 100 hombres de caballería, nativos de San Francisco de Macorís al mando de don Manuel María Castillo.
Por su parte, el coronel Mella, en operación conjunta con el general Imbert, procedió a crear una línea defensiva desde Guayubín hasta Guaraguanó -hoy Monción-, creándose destacamentos y colocando avanzadas en los sitios denominados: Partido, Arroyo Blanco, Los Almácigos, El Guanal, Sabaneta, y Cañafistol, muy lejos de Santiago, razón por la cual no participa en la batalla librada en esta ciudad el 30 de marzo de 1844, y estando ausente del escenario no pudo ser el héroe militar de tal confrontación bélica aunque si fue el gran estratega militar que impidió el rápido avance de las fuerzas militares haitianas, y con sus ataques sorpresivos y continuos a la vanguardia de la columna dirigida por el general Pierrot provocó cientos de deserciones en el ejercito enemigo.
Cuando los señores Frometa y Bergés, encargados de la vigilancia y espionaje, retornaron a Santiago a las 10:00 A.M. del 30 de marzo de 1844, le informaron  al general Imbert que en número de 10,000 los haitianos cruzaban el río Yaque, siendo alertados inmediatamente los señores oficiales: Pedro Eugenio Pelletier, jefe de las fuerzas de línea o infantería; José María López, encargado de la artillería, Francisco Antonio Salcedo, encargado del fuerte San Luís, de los Cuerpos de Guardia, y, de cubrir la retaguardia; una fuerza mixta móvil (caballería e infantería) avanzada dirigida por Fernando Valerio atacó la vanguardia haitiana cerca del cementerio Viejo.
Las primeras hostilidades de los haitianos las hicieron 100 "maroteros", quienes constituían una avanzada irregular encargada de atacar indiscriminadamente a los habitantes de las vecindades urbanas y de robar sus propiedades (reses, víveres, etc.); Pelletier con su ayudante Achille Michel, ataca a los haitianos en La Sabana con 500 hombres -400 de infantería y 100 de caballería- en 29 de marzo; propiamente la batalla de Santiago se inicia a las 12:00 horas y se prolonga hasta las 17:00 horas en 30 de marzo de 1844, es decir, se peleó durante cinco horas; los enemigos se dividieron en dos columnas de 2,000 hombres cada una, para atacar la ciudad por la izquierda y la derecha.  Las fuerzas de la derecha marcharon por La Herradura, La Otra Banda, por el sitio denominado Emboscada hasta la Cuesta de Rafei y desde ese punto hasta Hoyo de Lima, acampando en el Arroyo de Gurabito.
Sin embargo, el ataque de los haitianos se inicia por la izquierda con caballería e infantería; para frenarlos, los dominicanos, con una efectiva fusilería y armas blancas: lanzas y machetes, contienen este primer ataque provocando un alto número de bajas a los haitianos, quienes hacen una retirada táctica desorganizada, para luego reorganizar sus fuerzas y producir un nuevo ataque, siendo de nuevo rechazados con buen número de bajas provocados por la artillería y la fusilería.  De nuevo se retiran y contraatacan reorganizados con gran armonía; sin embargo, el fuego de metralla y los tiros de fusiles los revientan.
Tras los hechos antes explicados las tropas haitianas ya estaban derrotadas, hambrientas y cansadas.  Las hostilidades fueron suspendidas a solicitud del general haitiano Jean Louis Pierrot en claro gesto de impotencia y derrota, iniciándose los parlamentos en 31 de marzo; Por Haití parlamentan Tiosen o Toussaint Dupuig y Charles Western, y por los dominicanos Pelletier, Imbert y Gómez; los haitianos acogen de buen ánimo su derrota y se marchan.
La batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844 fue una defensa de posición que contó con un plan de acción (estrategia), con maniobras tácticas de las tres armas: caballería, artillería e infantería; acompañada de ciertas operaciones militares de fuerzas irregulares o guerrillas, y con una extensión sobre el terreno que abarcó una línea de acción, defensiva ofensiva, extendida desde Gabaón hasta la misma población de Santiago, y su periferia.
Por lo tanto, el triunfo de las armas dominicanas no fue la labor de un hombre, ni siquiera de un sólo comandante; más bien, resultó un esfuerzo colectivo de unos pocos jefes (Ramón Mella -en la fase preparativa-, José María Imbert –convertido en Jefe principal-, y, don José María López), de oficiales operativos (Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, Fernando Valerio, Gaspar Polanco Borbón, Manuel María Castillo, Román Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Lorenzo y Dionisio Mieses, José Gómez Mallol, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad, Manuel Jiménez, Pedro Florentino, Lucas Evangelista de Peña, etc...), y de miles de hombres de tropas, las verdaderamente triunfadoras, porque ellas representan al valiente pueblo dominicano.
Un nombre que debe ser mencionado aislado, es el de la coronela doña Juana Trinidad Saltitopa, nativa de Jamao, La Vega, distinguida patriota que desempeñó el oficio de "aguatera", es decir, se dedicó a cargar agua desde el río Yaque para enfriar los cañones, poniendo en alto con esta acción el nombre y el patriotismo de la mujer criolla.
El general Pierrot y sus oficiales Toussaint Dupuy, y Charles Western dejaron en los campos de Santiago 715 muertos e igual número de heridos, mientras que los dominicanos sufrieron sólo cuatro bajas, calificados por Saint Denys como: "Ciudadanos oscuros cuyos nombres han quedado desconocidos".[8]  Pierrot en su retirada precipitada abandonó tambores, calderos, víveres y otros objetos de valor.  Su prisa se debía a que durante las negociaciones Pelletier le informó que Hérard había fallecido en Azua, y él quería asumir el control del Oeste.  En carta de Imbert a Pierrot, Santiago, 31 de marzo de 1844 -comunicación que nunca recibió-, Imbert le decía: "Ud no puede considerar las hostilidades terminadas, entre los dominicanos y los haitianos, mientras que estén detenidos los dominicanos arrestados en cualquiera parte de la república haitiana".[9]  En su retirada los haitianos fueron atacados entre Guayubín y Talanquera por los comandantes Francisco Caba y Bartolo Mejía de la División de Emboscada, quienes derrotan a los generales Charrié y Cadet Antoine, y, los restos del ejército invasor.
Poco tiempo después de la retirada del general Pierrot la Junta Central Gubernativa comunicaba a la población nacional haber recibido del general Vásquez -Comandante de La Vega- una comunicación de 17 de abril de 1844 con información procedente de Haití, haciendo constar que "una proclama y manifiesto anunciaba que la parte Norte se declaraba dividida de la del Sur".[10]

Bibliografía mínima:

1.      García Lluberes, Alcides: Mella y la guerra de guerrillas en Homenaje a Mella, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, Editora del Caribe, 1964.
2.      García, José Gabriel -Guerra de la separación dominicana (documentos para su historia), Santo Domingo, reimpresión de la Edición de 1890, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1994.
3.      García, José Gabriel: Compendio de historia de Santo Domingo, 2 tomos, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1979.
4.      Gobierno Dominicano: Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846; 1846-1850.  2 tomos, Edición Amigo del Hogar, Santo Domingo, 1996.
5.      Martínez, Rufino.  Diccionario biográfico-histórico dominicano (1821-1930), editora UASD, Santo Domingo, 1971.
6.      Rodríguez Demorizi, Emilio: Hojas de servicios del ejército dominicano, 1844-1865, Vol. I, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1968.




[1] El general Juan Luís Franco Bidó la denomina "Batalla de la Sabana".  Ver: Rodríguez Demorizi, Emilio: Hojas de servicios del ejército dominicano, 1844-1865, Vol. I, Santo Domingo, Editora del Caribe, 1968, p. 141.
[2] Estas acciones no las pudo ordenar Imbert, él llegó a Santiago procedente de Moca en 27 de marzo de 1844, por lo tanto, Mella fue el que creó la llamada División de Emboscada, y organizó las guerrillas que retardaron el ataque a Santiago hasta fines de Marzo (Nota de Francisco Berroa).
[3] Ver carta de don Pedro Eugenio Curiel a Segundo Imbert, Puerto Plata, 30 de septiembre de 1881, en la obra: García, José Gabriel: Guerra de separación dominicana..., 1994, 2a. Edición.
[4] Martínez, Rufino.  Diccionario biográfico-histórico dominicano (1821-1930), editora UASD, Santo Domingo, 1971.
[5] Ver: Carta de José María Imbert a la Junta de Gobierno de Santo Domingo, Santiago, 5 de abril de 1844, en: Ibidem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Carta de Saint Denys a Guizot, Santo Domingo, 17 de mayo de 1844, en: Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, p. 130.
[9] Ibídem, p. 14.
[10] Ibídem, p. 26.

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