Tuesday, January 16, 2007

DON JOSE NUÑEZ DE CACERES Y LA PRIMERA INDEPENDENCIA DOMINICANA

NOTIHISTORIADOMINICANA

Don José Núñez de Cáceres y la proclamación de nuestra primera independencia.

La lucha por la independencia nacional dominicana ha sido un proceso tortuoso y harto díficil para los nacionales dominicanos de todas las épocas a lo largo de los siglos.

El estado nacional se constituye en 27 de febrero de 1844 cuando se hizo la proclamación de la independencia nacional. El estado dominicano surgió por separación de la República de Haití trás 22 años de dominación hatiana, sin embargo, fue en 1821 cuando se produjo la proclamación de nuestra primera independencia.

Fue para aquellos lejanos años del siglo XIX temprano comienza la preparación de nuestra primera lucha independentista contra España.

Los movimientos populares de Monte Cristi, Dajabón, y Beller, en noviembre de 1821, fueron el preludio de la declaración formal de la independencia de la "República Dominicana", hecha originalmente con esa denominación por Charles Harrieux o Carlos Arrieu,[1] aunque la misma se usaría de nuevo en 1844.

Cuando en noviembre de 1821 circulaban los rumores sobre una posible invasión haitiana sobre el Este de Santo Domingo, y era bastante profusa la circulación de hojas fomentando en nuestro territorio el independentismo, impresas en Venezuela o en Haití, correspondió a don José Núñez de Cáceres (nace en Santo Domingo, 14 de marzo de 1772-murió en ciudad Victoria, Estado de Tamaulipas, México, el 12 de septiembre de 1846) el mérito histórico de labrar nuestra primera emancipación auspiciando la rebelión militar, encabezada por él, y contando con el apoyo del oficial mulato criollo del Batallón de pardos y mulatos Pablo Alí, de don Manuel Carvajal, y del capitán Martínez Valdez, acción dirigida contra el colonialismo español encarnado en el gobierno de don Pascual Real, en 30 de noviembre de 1821, proclamando El efímero Estado Independiente de Haití Español (1 de diciembre de 1821-9 de febrero de 1822), en nombre de la República de Colombia, proyecto político influido por las ideas bolivarianas, que como un reguero de pólvora había incendiado todos los dominios españoles de nuestro continente.

Don José Núñez de Cáceres fue el autor de una proclama independentista que consagró el Estado Independiente de Haití Español, es decir, La declaratoria de independencia del pueblo dominicano, y, también de su Acta constitutiva, escribiendo decenas de cartas a funcionarios españoles radicados en Cuba y Puerto Rico, incluyendo sus gobernadores, estimulándolos para que declarasen la independencia de esas dos Islas, en donde el colonialismo español, aunque en opinión de Simón Bolívar -en su carta de Jamaica de fecha 6 de septiembre de 1815 dirigida a Mister Henry Cullen-, consideraba que en: "Las islas de Puerto Rico y Cuba son las que más tranquilamente poseen los españoles".[2]

El verdadero propósito de don José Núñez de Cáceres era crear una Confederación de naciones antillanas, sin embargo, contra su ansiado proyecto se precipitó una grosera invasión de los vecinos haitianos que se prolongó por 22 años, por lo cual, después de pasar 43 días en el gobierno, vencido por la fuerza de los hechos, el patricio criollo abandonó nuestro territorio en 1823, dirigiéndose hacía Venezuela acompañado de su familia, radicando allí su domicilio y sumándose a las filas del caudillo llanero don José Antonio Páez para actuar contra El Libertador, permaneciendo cinco años en Venezuela; se traslada a México en 1827, fijando residencia en ciudad Victoria, Estado de Tamaulipas, ejerciendo allí su profesión de abogado, siendo luego Fiscal de la Corte Suprema. Allí fue condecorado y nombrado "Ciudadano Benemérito" del Estado, Senador Honorífico, y Tesorero de Hacienda Pública.

Referencias:
[1] Proclama de Carlos Arrieu, Academia Dominicana de la Historia, Vol. XXXIII. Emilio Rodríguez Demorizi, Santo Domingo y la Gran Colombia, Bolívar y Núñez de Cáceres, Santo Domingo, 1971, pp. 141-142.
[2] En: Navarro García, Luís: La independencia de Cuba, Madrid, Editorial Mapfre, 1992. p. 70.

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