Por: Francisco M. Berroa Ubiera
Historiador
El ántrax o carbunco es una enfermedad infecciosa aguda causada por la
bacteria Bacillus anthracis, que comúnmente afecta a los animales vertebrados
salvajes o domésticos (caballos, ganado vacuno, etc.), y también puede afectar
a los seres humanos expuestos a los tejidos infectados de los animales. El dictador Trujillo vivía inmerso en el
mundo rural una buena parte de su tiempo la pasaba en sus estancias y haciendas
rurales en donde tenía grandes cantidades de ganadería vacuna y caballar. Parece que Trujillo contrajo el ántrax vía el
tracto respiratorio por inhalación. El
ántrax o forunculosis así contagiado produce una inflamación que se hallaba
localizada en el tejido subcutáneo del cuello en forma de ampollas, y se sabe
que esta infección la produce la bacteria staphylococcus aureus.
En
el curso del año de 1940 o 1942 el Generalísimo se infectó de carbunco y debió
de ser operado por el eminente médico dominicano y cirujano doctor Darío
Contreras, quien tenía especialidad en cirugía de la escuela de medicina de la
Universidad de Paris.
En
principio la operación debía ser realizada por el también médico cirujano
Francisco A. Benzo, quien era conocido con el apodo de “Plancha de cinc” en
razón de que empleaba el bisturí, decían sus pacientes, como “una plancha de cinc”, en rememoración y
comparación de su bisturí con el papel cortante que durante el ciclón de san
Zenón desempeñaron estas planchas de metal, cuando movidas por la fuerza del
viento cortaron cabezas y amputaron miembros a muchas personas.
Por
ello Trujillo busco un médico cirujano con mejor fama, el doctor Contreras,
quien logró extirparle exitosamente el área del cuello infectada con el
carbunco, por lo cual, tiempo después, Trujillo ordena, en agradecimiento al
médico por medio del decreto 4979 del 15 de julio del año 1959 la construcción
del hospital que lleva su nombre.
Se
sabe que el general José Arismendi Trujillo Molina preguntó al médico antes de
la operación sobre qué pasaría si el poderoso hombre fallecía en el curso de la
intervención quirúrgica ante lo cual el doctor Contreras le respondió: “Sí se muere hiede a los tres días”.
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