“No hay
mayor mal para una sociedad sumida en la semi-barbarie que la libertad
completa. Jamás se ha visto libertad en
un manicomio y el pueblo semi-bárbaro es pueblo de locos que necesita de un
loquero mientras se conserve en ese estado.”
José
Ramón López[1]
PRESIDENTE JUAN ISIDRO JIMENES PEREYRA |
LA EXPEDICION DEL FANITA DE 1898
Aparte de
su carisma y su hombría de bien, de su atractivo personal, y de su liderazgo
empresarial, parece que el liderazgo político de don Juan Isidro Jimenes Pereyra
estaba determinado porque antes de alcanzar la presidencia de la
República logró una gran notoriedad pública como el más sobresaliente opositor
al régimen injusto de Lilís ,y sobre todo por haber dirigido en contra de esa
cruel dictadura la expedición del buque a vapor “El Fanita”, desembarcando con
una fuerza rebelde por el puerto de Montecristi el día 2 de junio de 1898, logrando capturar al
gobernador de esa ciudad costera, el general Miguel Andrés Pichardo (Güelito).
En ese momento (junio de 1898), el plan de Jimenes consistía en reunir unos
300 hombres frente a la Casa Comercial de su propiedad para supuestamente
emplearlos como “estibadores” de carga de un buque que luego vendría al país,
así justificaría el desembarco de sus tropas expedicionarias, las cuales, una
vez armadas y organizadas, tomarían por asalto el control de la plaza de armas
de Montecristi y luego de toda la ciudad, para ulteriormente dominar la región
noroeste y el país.
A tales fines, previamente habían sido introducidos al territorio
dominicano más de mil fusiles de contrabando, suficientes para armar un pequeño
ejército a fin de lograr el control militar de toda la Línea Noroeste, y luego
tomar el control del Cibao. Por su
parte, el Gerente de la Casa comercial “J.
I. Jimenes & Co.”, solamente pensó en la prosperidad de los negocios,
advirtiéndole a Jimenes sobre el posible fracaso de su empresa militar, y cómo
ello podría afectar en lo sucesivo los negocios que ambos realizaban.
Uno de los factores que impidió el avance de los planes de Jimenes en 1898
fue el hecho de que el general Ulises Heureaux mantenía estacionados en el muelle
de Santo Domingo sus vapores de guerra siempre listos para actuar. Uno de los barcos del gobierno, para navegar
de Santo Domingo a Montecristi, bajo condiciones normales, necesitaba de unas
30 horas, por ello, al producirse la expedición de Jimenes, cuando los barcos
del gobierno del general Heureaux llegaron a Montecristi ya Jimenes había
podido escapar al fracasar su expedición, debido a que el general Miguel Andrés
(Güelito) Pichardo, gobernador lilisista de aquella ciudad portuaria, se pudo
liberar de sus captores y de inmediato ordenó a sus tropas atacar a los
expedicionarios.
Fue por ello que el Comandante de armas de la ciudad de Montecristi, el
valiente general Evaristo Rodríguez, atacó con sus tropas a los expedicionarios
quienes flaquearon y se dieron a la retirada encabezados por Jimenes y por don
Agustín Morales, conjuntamente con los señores Manuel de Jesús Mercado y Pedro
López Villanueva, quienes fueron defendidos en su fuga por Remigio Báez y por
unos pocos varones de los denominados “hombres
de pelo en pecho” en aquellos lejanos años.
Solamente Jimenes logró escapar. Todos los demás fueron tiroteados en
los botes o capturados y luego fusilados por el general Pichardo, excepto
Manuel de Jesús Mercado, perdonado por Lilís debido a la mediación en su favor
de connotados santiagueros, sus amigos y socios.
En aquella convulsionada época, en medio de estas luchas políticas, los
partidarios de Jimenes, los Bolos, se identificaban con el color azul, y en sus
filas se hizo presente “La Bolita”, principalmente en toda la Línea Noroeste,
en Santiago y en Puerto Plata, que al decir de Rufino Martínez: “En ese tipo nuestro de mujer nativa,
emanación del seno crudo del pueblo, hay un inextinguible latido de vocación
para los mayores sacrificios y el tributo al heroísmo”.[2] Las “bolitas” más sobresalientes fueron las
señoras: Emilia Jimenes de Rodríguez, Amelia Roca viuda Román, y la distinguida
dama noroestana Ceferina Calderón viuda Chaves.
Se sabe que Lilís personalmente le dio seguimiento a la nave invasora a la
cual persiguió hasta la Isla de Inagua en el archipiélago de Las Bahamas en
donde incluso compareció a una de las audiencias públicas en contra de Jimenes
ante un tribunal inglés, situación que aprovecha Jimenes para encarar a Lilís,
llegándole a decir en público:
-Tú eres un maldito, ¡Bebe sangre! ¡Asesino! ¡Bandido! ¡Monstruo!, y otros
calificativos.
Este hecho fue calificado por Ulises Heureaux como un “Atentado de carácter filibustero”.
EL TRIUNFO
ELECTORAL DE JIMENES
Como hemos
explicado en el capitulo anterior, poco después de la muerte de Heureaux, a
fines de 1899, don Juan Isidro Jimenes (1846-1919) fue electo presidente de la
República conjuntamente con Horacio Vásquez a la Vicepresidencia como
resultado de los comicios electorales del 20 de octubre de 1899, en los cuales los Electores votaron en
forma Abrumadora por Jimenes, quien logró la elevada cifra de 571 sufragios, en
un total de 579"[3], siendo el Congreso elegido al
mismo tiempo[4].
Los miembros del nuevo Congreso Constituyente fueron convocados a una
sesión especial el día 7 de noviembre de 1899 para declarar a Juan Isidro
Jimenes y a Horacio Vásquez legalmente elegidos para los principales cargos de
la nación, y la fecha de su inauguración se fijó para el 15 de noviembre, aunque
de hecho quedó formalmente instalado el día 10 de noviembre dando inicio a sus
labores legislativas. Jimenes y Vásquez fueron juramentados el 15 de noviembre de 1899, y en su
discurso de toma de posesión Jimenes dijo: “La
ley será mi espada y su triunfo la única recompensa a que aspiro”,
agregando que su ambición “era servir a
la patria”.
Juan Isidro era hijo del ex presidente Manuel de Jesús Jimenes
(a) Caravana con la señora Altagracia Pereyra.
Igual que su padre, de quien heredó el oficio, era un famoso recuero con
más de 200 burros y mulos, y dueño de un tren de carretas que los usaba, como
transportista de la época, para traficar con diversas mercancías entre Haití y
Dajabón, y para mantener el comercio de la Línea Noroeste con la ciudad de
Santiago de los 30 Caballeros. Aparte de
esto se dedicó a la exportación de troncos del árbol Campeche lo cual le dio la
posibilidad de acumular una gran fortuna personal y empresarial, calculada a
principios de los años 1890 en más de un millón de dólares americanos.
El nuevo Presidente constituyo su
gabinete de la siguiente manera: general
Luis María Hernández Brea, Ministro de Interior y Policía, sustituido luego por
don Manuel Ubaldo Gómez; el doctor Francisco Henríquez y Carvajal ocupa la
cartera de Relaciones Exteriores; Álvaro Logroño en Justicia e Instrucción
Pública; Francisco Leonte Vásquez –hermano de Horacio- en Fomento y Obras
Publicas; Federico Augusto González en Hacienda y Comercio; general José Brache
en la cartera de Guerra y Marina; Eugenio Deschamps en Correos y Telégrafo; el
general Horacio Vásquez fue designado Delegado del Gobierno en el Cibao, en la Línea Noroeste, y en la región Norte con
asiento en la ciudad de Santiago, y Pedro María Mejía fue nombrado
gobernador de Santo Domingo, y el general Ramón Cáceres gobernador de Santiago.
El nuevo gobierno halló serias
dificultades en las finanzas nacionales, incluyendo una gran deuda pública
externa, aparte de otros y no menos graves problemas derivados de las emisiones
de papeletas sin respaldo realizadas anteriormente por Lilís, así como una
inmediata reclamación de los galos ascendente a la suma de 280,000 francos como
fruto de una indemnización dejada de pagar por Lilís relativa a la muerte de
los ciudadanos franceses señores Pierre Boismare y Noel Caccavelli, debido a
ello el día lunes 8 de enero de 1900 se presentan frente a la
costa de la capital dominicana tres barcos franceses, incluyendo el destructor
“Cecille“, para presionar a las nuevas autoridades dominicanas por la falta de
pago de la citada indemnización.
En el orden
administrativo el nuevo gobierno abolió el pago de los aranceles de exportación
de tres de los principales productos generados por la economía rural: Café,
tabaco y cacao, lo cual agradecieron a Jimenes los productores del Cibao: La
Vega, Santiago, Salcedo y San Francisco de Macorís. Los únicos bienes dejados por Lilís fueron
unos 40,000 cartuchos, y muchas papeletas devaluadas que nadie deseaba tener en
sus manos. Frente a la demanda de los
franceses el gobierno dominicano se mostró dispuesto a alcanzar un
acuerdo. Los francos pretendieron
cobrar su deuda manu militari, y a tales fines arribó un barco de guerra
angloamericano al Placer de Los Estudios en la Ría del Ozama demostrando con su
arrogante presencia su disposición a repeler cualquier tentativa francesa de
utilizar sus cañones. Sin embargo, el
representante de los Estados Unidos, mister Powell, reclamó una deuda del
ciudadano americano míster McKay quien alegaba que no había recibido un pago
por la construcción de un puente.
A nivel político el Presidente elegido
en sufragios libres y limpios debió enfrentar la oposición de los Lilisistas,
quienes, tras cierta reorganización, comenzaron a reclamar su herencia política
a la nación organizada. La actuación del
"Lilisismo sin Lilís"
estaría a la orden del día en el escenario de las luchas políticas, al igual
que las dificultades financieras heredadas del régimen anterior.
En cuanto al país político, tenemos que
en estos años y bajo la sombra de la libertad, los partidarismos se
multiplicaron como las flores de la Amapola, y la joven República vio con
asombro el surgimiento de unos 14 partidos políticos, aunque lamentablemente
algunos de ellos tenían la especialidad de sólo atacar al gobierno de Jimenes, enfrentarse entre sí, y promover y
generar la anarquía y el desorden, con la consecuente afectación de un
conglomerado inconsciente preocupado solamente en la reproducción de la vida
inmediata.
El nuevo gobierno garantizó la libertad
de expresión, y por ello los opositores hallaron un canal de difusión de sus
ideas y puntos de vista en los periódicos: “La Bandera Libre”, de Fabio Fiallo,
“El Nuevo Régimen” y “La Redención” de Santiago. Circularon libremente los diarios opositores:“La
Mañana” de Miguel E. Alfau (Juan Sinsonte), La Picota de J. Díaz Valdepares,
Jimenes, partidario del liberalismo y con experiencia de exiliado político,
dispuso por medio de un decreto el retorno de los exiliados, y entre los que
regresaron se hallaban el ex-presidente general Ignacio María González, varias
veces presidente, y el general Damián Báez, entre otros distinguidos hijos de
Quisqueya.
De acuerdo con Schoenrich, el gobierno de Jimenes fue la
reacción al gobierno de Heureaux, y su gestión merece ser calificada, más que
la de cualquiera otro gobierno de los que había tenido hasta ese momento, como
un verdadero gobierno civil y constitucional.
Entre
Jimenes y Vásquez los celos pronto maduraron, dado el hecho de que las
aspiraciones presidenciales de Vásquez habían sido contenidas para darle paso a
Jimenes quien era más popular que él en 1899, sin embargo, cada uno de los dos
principales jefes de la nación decidió reunir un grupo de sus amigos, y de esta
manera se originaron dos importantes agrupaciones políticas.
Creyéndolo oportuno el presidente
Jimenes se encargó de reorganizar sus fuerzas políticas fundando el Partido
Republicano. Los seguidores de Jimenes
eran conocidos como los Bolos, y los partidarios de Horacio Vásquez eran
denominados los Coludos o Rabuses. Ambos
líderes tenían como símbolo u emblema un gallo canelo, el primero, sin cola o
bolo, y el segundo con cola abundante.
Según Howard J Wiarda: " Hubo
pocas diferencias ideológicas o programáticas entre estas dos facciones, pero
ambos líderes y sus comitivas deseaban capturar el Palacio Nacional y los
puestos de trabajo y de tesorería que habían en
él."[5]
El nuevo ambiente político era tan
libre que un año después de la muerte
de Ulises Heureaux, el 26 de julio de 1900, sin temer la represión del extinto
Dictador, el poeta popular Juan Antonio Alix escribió:
“Hace un año completo
que para esta fiesta bendita
mataron a un pájaro prieto
al pie de la guazumita.”
O esta otra manifestación en versos:
En la puerta de la Iglesia,
Dicen que sale Lilís
Preguntándole al que pasa,
Como se encuentra el país.
Y una vieja que lo vio
le dijo a ese condenado,
El país que tú has matado
Y en tus manos se arruinó
Un buen gobierno encontró,
Que la gente buena aprecia
Como a tu maldito mando,
Que por eso está penando
En la puerta de la Iglesia.
EL
GOBIERNO DE JIMENES, LAS ADUANAS Y LA IMPROVEMENT.
El gobierno de Jimenes, a pesar de todas las dificultades que existían en el
país, tenía de manera inmediata la responsabilidad de enfrentar los graves
problemas económicos que afectaban al conjunto dominicano.
Dadas las presiones del juez John T.
Abott, Vicepresidente de la Improvement, el presidente Jimenes actuó con gran
mesura y evidenciando su fino tacto de burgués comercial, puesto que era uno de
los más importantes comerciantes dedicado a la importación-exportación, con una
importante y prestigiosa Casa comercial establecida en la costa norte.
Quizá por eso él obró con gran cautela
para hacer un acuerdo con la compañía norteamericana The San Domingo
Improvement Company of New York en 20 de marzo de 1900, encargándola
prácticamente a todas las recaudaciones de las aduanas nacionales, lo cual
provocó el repudio de los tenedores de bonos de los países europeos. Mediante la Resolución No. 3976 del Congreso
Nacional fue aprobada la negociación Gobierno-Improvement del año 1900,
relativo al pago de la deuda del país.[6]
De acuerdo con esta negociación se
dispuso que las recaudaciones aduaneras de la república realizadas a partir del
1ro. de abril de 1900 hasta el año 1903, y hasta la concurrencia de la suma de
$2,000,000.00 de dólares-oro, serían destinadas a cubrir:
a) Un 49% a los gastos del gobierno y el canje de la
plata emitida en 1897;
b) un 3% al costeó de los servicios de recaudación;
c) un 5% para los denominados apartados especiales; y,
d) un 43% para el pago de los cupones y amortizaciones de
las obligaciones de la deuda.[7]
Según esta disposición legal, los
fondos colectados por encima de los $2,000.000.00 millones de dólares serían
usados para retirar el dinero circulante que eran papeletas devaluadas, a fin
de proceder a su incineración por una Junta creada al efecto.[8] Este instrumento normativo perseguía un
saneamiento monetario para fortalecer la moneda nacional, lo cual era una
sentida preocupación del presidente Jimenes.
El Artículo 6 de la misma Resolución también contemplaba la incineración
de bonos en poder del gobierno de un 4%, con un valor nominal de 350,000.00 libras
esterlinas.
Fue esta misma disposición legal la que
condujo al país hacia el arbitraje que se produjo en el año de 1904, previo
Protocolo en 1903, debido a que en la misma se acordó que transcurridos los
tres años del contrato, la Improvement daría cuentas al gobierno,
detalladamente, del monto de la Deuda Exterior Flotante, y si surgiese sobre
éste particular un desacuerdo, aparte de que el gobierno debía asumir la
responsabilidad del pago de la misma, dicha diferencia "...sería sometido a una junta, constituida por
tres árbitros, de los cuales será nombrado uno por cada parte y el tercero designado de común acuerdo
por las mismas partes".[9]
La Junta creada mediante este
procedimiento y a tales fines, en su función de Comisión de Arbitraje, estaría
en capacidad de determinar el importe y la naturaleza de las deudas como
estimase "...justo y equitativo,
siendo [su fallo] concluyente y definitivo".[10]
Las diferencias entre la Improvement y
el Gobierno surgieron y se procedió a su
protocolización, y este protocolo condujo al arbitraje del año
1904. En todo este procedimiento quedó
evidenciado que los negociadores del país -a diferencia de los de la Improvement- eran
improvisados en ese tipo de negociación, por lo cual, la compañía
norteamericana logró otro tipo de ventajas económicas.
Esas ventajas fueron:
a) que la deuda interior a reconocer no podía ser
superior a la suma de $2,600.000. 00 dólares, previo arreglo entre las partes
contratantes;[11]
b) que las garantías dadas a los tenedores de bonos no
podían ser variadas,[12] y el
sobrante de las rentas sería destinado de esta manera:
b -1) un 50% para el uso gubernamental en necesidades
imprevistas y al pago de bonos a emitirse para hacer frente a los gastos del
Ferrocarril Central Dominicano, lo cual básicamente favorecía a la compañía
subsidiaria de la
Improvement The San Domingo Central Raill Way Company of New
York;
b -2) Asimismo, se destinaría un 25% al pago de
certificados del 4% de interés;
b -3) Y un 25% sería destinado para el pago de la deuda
interior[13] - ambas
carteras se encontraban siendo manejadas por otra subsidiaria de la Improvement : The San
Domingo Finance Company of New York-;
c) se debía hacer un arreglo de cuentas pronto, justo y
equitativo entre el Gobierno, las subsidiarias de la Improvement , y el
Banco Nacional[14] -éste
también en poder la
Improvement-, y en caso de desacuerdo se daría aplicación al
Artículo 8º sobre la Junta
de Árbitros;
d) el Banco Nacional entregaría al gobierno la suma de
$400,000.00 pesos en la Caja de Recaudación, para ser incinerados, cobrándolos
la Improvement en dólares de las rentas aduanales[15] ¡Buen
cambio! ;
e) y el Gobierno Dominicano se comprometía a proveer a la Improvement de los
certificados de interés de un 4% en virtud del Artículo 4,[16] y el
dinero que el gobierno no usara para realizar el retiro de los billetes del
Banco Nacional - también propiedad de la Improvement- los
debía destinar al pago de la deuda interior.[17]
En el curso del año de 1901, el
gobierno encabezado por Jimenes se vio presionado por los tenedores de bonos
europeos, en virtud de que estos se hallaban inconformes con el acuerdo y
arreglos del Gobierno Dominicano con la Improvement. Por tal razón, el Presidente decidió enviar
al continente europeo a su Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Francisco
Henríquez y Carvajal, a fin de que éste llegase a un acuerdo con los tenedores
de bonos allí residentes, con la salvedad de que dicho acuerdo debía de ser
también satisfactorio para el Gobierno.
Estos tenedores se habían convertido en acreedores de la Improvement , pero esta
compañía los había desconocido hasta ese momento.
LAS GESTIONES DEL CANCILLER HENRIQUEZ
PARA PAGAR LA DEUDA
El doctor Henríquez y Carvajal también visitó, primero,
los Estados Unidos para llegar a un entendido con la Improvement. Dicha compañía había sido desalojada de las
aduanas por medio de un decreto dado por el presidente Jimenes en 10 de enero
de 1901, que permitió restablecer el control del gobierno sobre las aduanas
dominicanas, razón por la cual la Improvement había solicitado la intervención
del Departamento de Estado de los Estados Unidos para que fuese ese organismo
gubernamental el encargado de asumir su representación en nuestro país a fin de
lograr el restablecimiento del control de las aduanas nacionales.
El decreto de expulsión de los
funcionarios de la Improvement de la receptoría de aduanas dejo establecido que
los ingresos aduaneros serian distribuidos de la siguiente forma: un 54 por
ciento para cubrir los gastos ordinarios del gobierno, y el 46 por ciento
restante quedaría para hacer frente al pago de la deuda externa y de la deuda
interior flotante, a tales fines dispuso la creación de una comisión encargada
de efectuar dichos pagos, la misma estaba conformada por cinco miembros, estos
eran: los cónsules de Bélgica y de Holanda, el Vicecónsul de los Estados
Unidos, y dos representantes del gobierno dominicano.
Este decreto dado por Jimenes no fue
casual, obedecía a que el presidente Jimenes entendía que los directivos de la
Improvement no hacían uso transparente de las recaudaciones en perjuicio de los
acreedores europeos y del propio estado dominicano. Dos de sus principales asesores financieros
fueron los señores Alejandro S. Grullón y Maximiliano Grullón, quienes además
eran socios del presidente negocios privados.
La gestión del Ministro Henríquez y
Carvajal dio por resultado: Primero, un acuerdo con la Improvement, de fecha 25
de marzo de 1901, bendecido y aprobado por el Departamento de Estado
norteamericano; Segundo, un acuerdo con los tenedores de bonos de Europa,
convenio establecido con la denominada "Asociación de defensa de los fondos públicos" y el "Comité de portadores franceses de Rentas
Dominicanas", en Amberes y París, respectivamente, de fecha 3 de junio
de 1901.
Este convenio con los tenedores de
bonos de Amberes y Paris, establecía que estos estarían de acuerdo en ser
representados por agentes electos de acuerdo con el “Council of Foreign Bondhders” de Londres. Dichos agentes recibirían los pagos de las
sumas adeudadas a sus representados de la Administración de
Hacienda, y tendrían derecho a tomar los datos e informaciones relativos a las
exportaciones e importaciones de las oficinas de aduanas o del Ministerio de
Hacienda del país, a fin de determinar por sus propios medios si el gobierno
realmente destinaba el 15 por ciento de las entradas de las aduanas al pago de
los servicios de la deuda externa, siempre y cuando los ingresos oscilaran
entre un máximo y un mínimo de $2,000,000.00 de dólares a $300,000.00 dólares
americanos.[18]
Además, dicho convenio fijó la deuda de
la República con relación a los tenedores de bonos de la siguiente manera: para
el empréstito “Obligations or de Saint Domingue 2 3/4% (4% diferé)” en una suma
que no podía sobrepasar £2,736,750 ; para el denominado “Dominican Unified
Debt”, o su similar “French American
Reclamation Consols”, al 4%, en un monto de £1,000,000.00, y cuyo máximo no
podía exceder de £1,150,000.00, más o menos.[19] El pago de estos fondos se podía realizar en
un plazo de 20 años por un 50% de su valor nominal, sí el gobierno dominicano
hacia el reembolso en oro efectivo.
Al tenor del Convenio antes señalado,
el valor máximo del cálculo de la deuda era unos £3, 886,750.00, de acuerdo a
lo establecido en el mismo al momento de la firma. Como se puede apreciar, las negociaciones
realizadas por el Ministro Henríquez permitieron una reducción considerable de
la deuda pública externa frente a los tenedores de bonos de Amberes y Paris, y
garantizaba el pago de la misma en forma directa y sin mediación alguna de la Improvement o de su
filial The San Domingo Finance Company Of New York, las que hasta ese momento
habían actuado sin el consentimiento de los tenedores europeos, en franca
violación a principios elementales del derecho internacional privado.
Como reacción ante este acuerdo, la
Improvement y sus compañías aliadas, con el visto bueno del Departamento de
Estado, decidió vender sus derechos al Estado Dominicano por la suma de un poco
más de $1, 000,000.00 de dólares, aunque un poco después sus funcionarios
cambiaron de posición y torcieron su promesa formal anterior, para proceder a
hacer una nueva reclamación por un monto mucho más elevado: $ 2, 500,000.00 de
dólares.
Así se acordó con el Ministro
Henríquez, pero este acuerdo previo debía ser ratificado por el Congreso
Dominicano. Resulto lamentable que los
acuerdos logrados con tanto esfuerzo y entusiasmo patriótico por el gobierno de
Jimenes, y de manera especial por su Ministro Francisco Henríquez y Carvajal,
con la firma norteamericana The San Domingo Improvement Company of New York
fueran rechazados por el congreso dominicano, el cual contaba en sus filas de
hombres prominentes, como estos: Carlos Felipe Morales Languasco, Casimiro
Cordero, Elías Brache, Emilio Coradín, Emilio Prudhomme, Fidelio Despradel,
José Francisco Guzmán, José María Cabral y Báez, Pelegrín Castillo, Rafael C.
Castellanos, Rafael Justino Castillo, entre otros distinguidos
legisladores. La respuesta de la
Improvement fue la de elevar luego sus demandas a la suma escandalosa de
$11,000,000.00 de dólares, pero a fin de cuentas, la deuda se estableció en la
suma de $4,500,000.00 de dólares, es decir, que lo que pudo costarle al país
2,5 millones de dólares terminó costándole 4,5 millones de dólares
Analizar ahora las causas por las
cuales el congreso no hizo la aprobación del acuerdo señalado en primae facie
no es tarea de este momento, sin embargo, aquella actitud debe servir de
ejemplo a los dominicanos de hoy, para así evitar caer en extremismos, tan
comunes en estos países de capitalismo tardío.
En la República Dominicana, como ocurre en muchos países del continente,
el barullo de la política, la vileza de los caudillos y por qué no, los sueños
de dominación de los mediocres, tarados de verdaderos sentimientos patrióticos,
son algunas de las causas que provocan que hombres de estatura moral poco común
-los mismos que brindan a la patria lo mejor de sí mismos- vean frustradas sus
más caros anhelos libertarios y de bienestar colectivo, en razón de que los
"politiqueros" se levantan en su contra con una vacuidad risible,
practicando una oratoria de cenáculo, ora de barricada, y son capaces de diluir
en su acidez cenagosa, las más genuinas aspiraciones del verdadero ideal
nacional.
Fue por ello que el Ministro Henríquez,
quien regresó al país en agosto de 1901 colmado de satisfacciones por el
rotundo éxito de su misión, y cargado de ilusiones para con la patria, al caer
en el ojo del ciclón de las luchas políticas del momento, y al contemplar sus
triunfos diplomáticos pisoteados por los más conspicuos representantes del
horacismo, enquistados en el Congreso, decidió no oír más que a la voz de su
conciencia; no oyó más que a su propia dignidad y casi de inmediato renuncio al
cargo que desempeñaba. Para ese momento
las aspiraciones de ocupar la presidencia por parte de algunos líderes
opositores ya se estaban manifestando en el activismo y resuelta oposición sistemática
de por lo menos tres precandidatos tempranos, estos eran los caudillos: general
y Vicepresidente, delegado del gobierno en la región norte: Horacio Vásquez
Lajara, el periodista Eugenio Deschamps, y el propio don Francisco Henríquez y
Carvajal.
NUEVAS
NEGOCIACIONES CON LA IMPROVEMENT.
Las negociaciones con la Improvement fueron reanudadas
por el nuevo Ministro, señor Eliseo Grullón, muy allegado al presidente Jimenes
y quien a los 22 años había sido Ministro de lo Interior y Policía en 1874 y
luego ocupó otros ministerios, quien fue designado para cubrir la vacante
dejada por el insustituible don Francisco Henríquez y Carvajal. Por su parte, la Improvement recurrió
de nuevo al Departamento de Estado de Estados Unidos, depositando en ese
organismo una lista de reclamaciones al gobierno dominicano contentiva de 19
partidas, las cuales, sumadas, arrojaban un balance de US $11,000,000.00 de
dólares, y a tales efectos fueron enviados a la República Dominicana
los señores: Mister William F. Powell, Encargado de Negocios por el gobierno de
Estados Unidos, y, el Vicepresidente de la Improvement Mister
John T. Abbott, quienes debían encargarse de buscar una solución al impasse
surgido al mejor estilo del Far West norteamericano. A partir de ese momento, por lo tanto, la
intervención de Estados Unidos en la República Dominicana era directa, y aunque
se manifestaba en una suerte de intervención por la vía política y diplomática,
a esta forma de actuación seguiría la intervención de las aduanas, y luego la
ocupación militar de todo el territorio dominicano.
REBELIONES
CAUDILLESCAS Y LÍOS FRONTERIZOS
De manera un tanto extraña se escenificaron varias
rebeliones de caudillos en varias poblaciones del país: en el curso del año de
1900 se produjeron diversas rebeliones.
Hubo un conato de rebelión en la ciudad de Santiago encabezada por
Perico Pepín, otra en La Vega encabezada por Perico Lázala y Marcos de Lora,
quien fue eliminado, otra revuelta se verificó en la región nordeste,
específicamente en San Francisco de Macorís bajo el mando de Amable (Pipi)
Pichardo, y hubo sendas algaratas o insurrecciones en Azua y en Barahona, la
primera encabezada por Luis Pelletier, y la otra por el caudilluelo Carlos
Alberto Mota. Otras amenazas de
insurrección fueron detectadas en el sur, pero fueron disueltas por las tropas
del gobierno, tales los intentos de los generales Wenceslao Figuereo y Juan
Francisco Sánchez. En la ciudad de Moca
hubo una tentativa insurreccional en 1901, otros alzamientos se produjeron en
La Vega y en San Francisco de Macorís, pero estas revueltas del norte fueron
enfrentadas con éxito por el Vicepresidente Horacio Vásquez. Por esta situación de luchas y rebeliones el
general Jimenes movilizó las tropas del gobierno, casi 3,000 hombres, y pudo
restablecer el orden en todo el país.
El gobierno dominicano designo una
comisión de fronteras integrada por Casimiro Nemesio de Moya, Emilio E.
Joubert, y Federico Llinás, cuya misión era restablecer los límites fronterizos
de acuerdo con el tratado de Aranjuez de 1776-1777, sin embargo hubo un
incidente inicial en el sitio denominado Pitobet, momento en el cual los
delegados haitianos quisieron enmarcar en su territorio unas isletas formadas
por el rio Masacre, lo cual fue rechazado por los delegados dominicanos. Este incidente fronterizo ocurrido en febrero
de 1901 hizo circular el rumor de que los haitianos preparaban una posible
invasión; estos rumores condujeron al presidente Jimenes a enviar un
contingente militar a Dajabón bajo el mando del general Leovigildo Cuello, y la
posterior movilización de más de 6,300 hombres -300 soldados regulares y más de
6,000 voluntarios- bajo el mando del general Horacio Vásquez quien llegó a
Dajabón con sus tropas regulares e irregulares haciendo ruido y alboroto debido
a que tenía bajo su mando tropas indisciplinadas y frenéticas que no dejaban de
hacer disparos innecesarios al aire, pero gracias a la oportuna intervención
del general Ignacio María González, representante dominicano en Haití, y del
cónsul haitiano en el país, Luis Bornó, se evitó una guerra entre los dos
países, y una vez pasada la crisis, creada por los partidarios de Horacio
Vásquez, las tropas retornaron a Santiago pero los voluntarios horacistas
conservaron en su poder la tercera parte del material de guerra, unas 10,000
armas y una cantidad mayor de municiones, distribuidas entre los habitantes de
la región norte, Estas armas quedaron en
manos de los “soldados voluntarios” y de los encargados de la distribución,
todos horacistas, lo cual despertó recelo y sospechas legitimas en el
presidente Jimenes.
APORTES AL DESARROLLO DE LAS COMUNICACIONES
En lo relativo al desarrollo de las comunicaciones el
gobierno de Jimenes hizo significativos aportes. Durante su primera gestión se instaló la
comunicación telefónica que significó un adelanto técnico ya que permitía la
comunicación oral y auditiva sincrónica, y comenzó la sustitución del telégrafo
que representa comunicación diacrónica.
En 1901 se inauguraba una Central de
Teléfonos Urbanos del Gobierno en el techo del Palacio de Gobierno Nacional,
frente al Parque Colón y se estableció una línea telefónica de larga distancia
con toda la región Este. En 1902 se
instalaba con éxito la primera línea telefónica comunicando a la ciudad de
Santo Domingo con Guerra, Los Llanos, Quisqueya y San Pedro de Macorís con una
extensión de 110 Kilómetros para sustituir gradualmente el sistema telegráfico
Morse. Las primeras líneas telefónicas
guardaban relación con la industria del azúcar que demandaba de un servicio de
comunicación sincrónico para todo lo relativo a la producción y
comercialización del azúcar producido.
LOS
CHISMES DE MORALES LANGUASCO Y LA DISOCIACION DE BOLOS Y COLUDOS
GALLO BOLO, ICONO JIMENISTA |
GALLO COLUDO, ICONO HORACISTA |
A finales de 1901 hubo elecciones municipales, en la
ciudad capital se llegaron a inscribir dos candidaturas correspondientes a dos
fuerzas políticas disimiles: La Obrera (Jimenista), y la Popular (opositora y
Horacista –gobiernista opositor al presidente-), sin embargo, como la ley
electoral no exigía la inscripción previa de los votantes –obra del gobierno-
una vez iniciados los comicios en una sola urna por Común, al darse cuenta los
jimenistas de que los horacistas encabezaban la simpatía abrieron las puertas
de los cuarteles para que los militares sufragaran a favor del gobierno a pesar
de las quejas de los opositores, transcurridos los comicios electorales el
horacismo se alejó un paso más del jimenismo.
Los amores del presidente Jimenes con
el Delegado del Gobierno en la región norte no duraron demasiado, debido a que
primero, el líder horacista José Brache intento una rebelión después de
renunciar al cargo de ministro de Guerra y Marina, siendo detenido y
encarcelado por unos días, y luego liberado.
Fue por ello que el Presidente Jimenes declara el 31 de marzo de 1902 la
ley marcial y ataca a los insurrectos con 2,400 soldados.
Posteriormente, importantes ministros
del gobierno, identificados con el horacismo, se encargaron de fomentar
rencillas entre el presidente Jimenes y don Horacio Vásquez. Por ejemplo, el 26 de abril de 1902 Horacio fue
advertido por don Genaro Pérez, ministro de Justicia, sobre la posibilidad de
que Jimenes actuara contra él en la ciudad de Puerto Plata; más tarde, cuando
Horacio Vásquez se trasladaba desde Santo Domingo al puerto de Sánchez, para
luego viajar en tren hacia La Vega, coincidió en el muelle de Sánchez con el
ministro de los Interior don Manuel
Ubaldo Gómez quien condiciona a Horacio Vásquez contra Jimenes, y le informa
sobre los planes del presidente de convocar un “Referéndum Popular” para
contrarrestar el voto de censura dado por el Congreso en 17 de marzo de 1902,
fruto natural de las previas críticas formuladas por los diputados horacistas,
quienes tenían el control del congreso.
Jimenes intentaba re-articular desde el
poder sus negocios privados y a tales fines había reabierto las operaciones de
su Casa comercial en Santo Domingo en sociedad con Julián de La Rocha, además
operaba una sucursal en Santiago en sociedad con Alejandro Grullón, y mantenía
abiertas las puertas de sus negocios en la costa norte: en Puerto Plata y
Santiago. Se sabe que Jimenes en un
momento de dificultades con la dictadura traspaso sus negocios a Franz Lembeque
& Co., quien se convirtió en representante de la firma de Nottebohm & Co.,
de Amberes.
Pero la persona que mejor antagonizó
las contradicciones Jimenes-Vásquez e hizo explotar la crisis fue el diputado y
ex sacerdote puertoplateño don Carlos Felipe Morales Languasco. Este se encargó de terminar de enemistar al
Presidente con el jefe del norte y del Cibao, general Horacio Vásquez. A tales fines don Carlos Morales Languasco le
pidió al Presidente que ordenara el relevo del Vicepresidente del cargo que
desempeñaba adicionalmente a sus limitadas funciones, en su condición de
Delegado del gobierno en toda la región norte, pero Jimenes se opuso, frente a
lo cual Morales Languasco, dada su amistad con Jimenes, usurpó el nombre y las
funciones del Presidente, sin su conocimiento, e hizo enviar sendos telegramas
a Santiago en contra de Horacio Vásquez, ordenando su arresto y destitución de
los cargos que desempeñaba como Vicepresidente y delegado del Gobierno en el Cibao.
Fue esta la razón por la cual el jefe de los
coludos corrió a su finca de Estancia Nueva y comenzó a reunir a sus amigos,
seguidores y partidarios, logrando concitar el apoyo de las poblaciones y de
los gobernadores de Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, Samaná, y
Santiago, dando inicio a su revolución contra Jimenes.
VASQUEZ
ENFRENTA A JIMENES
El 26 de abril de 1902 fue publicado el Manifiesto de
Horacio Vásquez contra el Presidente Jimenes, en donde acusaba a Jimenes de
hacer una mala administración de los recursos públicos, de haber traicionado
los ideales del 26 de julio de 1899, y de haber irrespetado las libertades
públicas. Dicho manifiesto del 26 de abril de 1902 proclamo
oficialmente la revolución en La Vega detallando las causas que impulsaron la
revolución contra Jimenes.
La proclama del general Vásquez decía:
“En la
revolución triunfante de julio, la única intención que albergamos fue la
regeneración política del país y el restablecimiento de los derechos cívicos,
ignorados y pisoteados.”
“En aquel momento
solemne, quizás el más notable de la historia de nuestra nación, todos los
dominicanos con sed de libertad abrigaban la mayor esperanza y creían que había
llegado el momento en que podrían ver materializadas sus aspiraciones de
prosperidad Nacional. Confiaban en que
con la llegada de una nueva era, la augusta majestad de la ley, los sagrados
principios del derecho, la eficacia de la justicia, y la honestidad del
gobierno se convertirían en impulsos salvadores…”
“En aquel momento de
supremo regocijo, el pueblo dominicano, que por tan largo
tiempo había sufrido toda clase de ultrajes, dejo a un lado sus viejas
pasiones, antipatías políticas, prejuicios personales y sórdidos rencores, para
comenzar con júbilo y con un entusiasmo que jamás podrá ser olvidado la labor
de redención proclamada desde todas partes de la República…”
“Pero cuando el país y
los partidarios de la revolución creyeron encontrar en el gobierno de Juan
Isidro Jiménez un aliado de los altos propósitos que inspiraron a sus
dirigentes, entraron que sus esperanzas habían sido amargamente defraudadas, y
quedaron completamente desilusionados.”
“Nosotros los
dirigentes de la Revolución de Julio, constantemente combatidos y diariamente
contraídos con increíble ingratitud en nuestros ideales, en nuestra política y
en nuestros intereses políticos, por aquellos mismos individuos a quienes la
revolución puso en control del gobierno, nos levantamos hoy para defender
nuestro credo, amenazado de ser destruido por la ambición y el ardiente
sentimiento partidarista de algunos miembros del ejecutivo, con gravísimo
peligro para la República…”
“Antes de permitir que
los derechos del pueblo y los intereses del país perezcan una vez más en aras de la ambición, de la incapacidad y la mala fe del
mal gobierno que está dando rienda suelta a la anarquía, levantamos nuestras
voces en protesta como medio para detener la espantosa, ruina política y
económica en que, desafortunadamente, don Juan Isidro Jiménez ha transformado –
en menos de dos años – el generoso, patriótico, y redentor impulso de la
Revolución de Julio.”
“Hacemos un
llamamiento a todos los dominicanos, sin excepción, para que vengan a nuestro
lado, y unidos podamos hacer todos los esfuerzos que eviten que sea destruida
la nación… La insurrección que comienza hoy en la República no es obra de la
Ambición. Es una tarea de deber y de patriotismo que se imponen para
restablecer los principios proclamados en la Revolución de Julio.”[20]
Publicada esta proclama don Horacio
comenzó a reclutar guerrilleros en las distintas comunidades cibaeñas, y en
Santiago, el gobernador de esa ciudad, el general Ramón Cáceres, tocó un
llamado desde la fortaleza San Luis, pero como fueron pocos los que
respondieron, por lo cual él mismo “salió
a caballo y repartiendo planazos a diestra y siniestra, penetro en los cafés,
billares y plazas públicas, enviando a la gente a la Fortaleza. Tales procedimientos definieron aquella ciudad
como baluarte jimenista, a pesar de haberle dado al horacismo sus mejores
espadas.”[21]
Como una inmediata respuesta a la proclamación hecha por Horacio Vásquez y los suyos, el presidente Juan
Isidro Jimenes produjo una declaración en donde afirmaba que la insurrección
estaba motivada por la ambición del Vicepresidente para sucederle en el mandato
gubernamental, diciendo que su posición de oposición a las exigencias de
Vásquez era la única causa que había llevado a este a recurrir a la rebelión
armada, y dijo además que:
“Ningún hombre honrado puede aprobar la
conducta del general Horacio Vásquez, quien ha levantado el estandarte de la
guerra civil en nuestro medio, particularmente en este preocupante momento de
inminente peligro para nuestra amada patria.”
“Ningún ciudadano honrado puede
dejar de condenar como culpable de alta traición, a un hombre que, ocupando la
Vicepresidencia de la República y ostentando el cargo de Delegado del Gobierno
en las provincias y distritos del Cibao, ha abusado de su posición oficial y de
mi propia y limitada paciencia, para
evocar el fantasma de la guerra civil, atrayendo sobre la patria las terribles
consecuencias de toda clase de desastres.” [22]
A tales fines el presidente promulgó un decreto
llamando a las armas a todos los ciudadanos desde los dieciocho hasta los
sesenta años de edad, y al mismo tiempo fueron puestos en libertad todos los
presos políticos, con la condición de que se pusieran de parte del gobierno.
No obstante la revolución se extendió con
fantástica rapidez. Dos días después, el
gobierno sólo conservaba el control de las ciudades de Puerto Plata, San Pedro
de Macorís, y Sánchez, además de la capital.
Se sabe que Horacio Vásquez comenzó una revolución en el Norte, y
que luego marchó con todas sus tropas desde el Cibao hasta la Capital, Santo
Domingo, encontrando bolsones de resistencia en La Isabela, primero, luego
acamparon en las cercanías del ingenio La Fe, y cuando casi llegaban a la
Puerta del Conde debieron combatir por segunda vez en San Carlos, estando los
rebeldes bajo el mando del aguerrido general Miguel Andrés Pichardo; después de la pelea en San Carlos, y
el asedio por unos cuatro días de la capital, entraron sus tropas rebeldes en
la ciudad de Santo Domingo el 2 de mayo de 1902, en donde las tropas del gobierno se
rindieron a las de Vásquez tras la precipitada huida del general Jimenes, convirtiéndose Vásquez en presidente de un gobierno
provisional. Jimenes y los suyos
buscaron refugio en el Consulado de Francia, y a los pocos días el líder de los
Bolos se embarcó para Puerto Rico.
Por su parte el causante de la nueva
situación, Carlos Morales Languasco, dada su condición de bolo militante fue
detenido y encarcelado logrando escaparse con destino a las islas Turcas en el mes de abril de 1902, para
retornar al suelo dominicano en 1903, luego que Vásquez fuera derrocado por el
general lilisista Alejandro Woss y Gil aliado de los denominados colituertos
(antiguos seguidores de Lilís) con los bolos.
De manera un tanto casual y
sorprendente, la visita de los directivos de la Improvement coincidió con el “Coup D'Etat” perpetrado en contra del
gobierno del presidente Jimenes, ocurrido el 26 de abril de 1902, por lo cual,
las negociaciones con la compañía norteamericana virtualmente quedaron suspendidas
provisionalmente, aunque se produce una reanudación de las mismas a partir de
que el General dominicano Horacio Vásquez asume el poder de la nación de manera
factual, y en tal ocasión, a éste le sirvieron de asesores sus nuevos Ministros
de Relaciones Exteriores y de Hacienda y Comercio, señores Juan Francisco
Sánchez, con experiencia en el desempeño de tales funciones desde la época de
Heureaux, y el político, abogado e historiador don Emiliano Tejera. Estas negociaciones culminan con la firma del
protocolo de 1903.
[1] López, José Ramón. Escritos dispersos. (Tomo I: 1896-1908). Editora Amigo del Hogar, Santo Domingo, 2005.
P. 165.
[2] Rufino Martínez, Diccionario biográfico -
histórico dominicano. Editora de la
UASD, Santo Domingo, 1971, P. 267.
[4] En su obra El Grillo y El Ruiseñor Campillo
presenta los resultados de la elección en las páginas 457-458 (Nota de
Francisco Berroa).
[6] Originalmente dicha resolución fue publicada en la Gaceta Oficial No. 1340
del 21 de abril de 1900. la resolución
contiene el acuerdo aprobado por Mr. John T. Abbott, por la Improvement, y el
señor Augusto González, Ministro de Hacienda.
[7] Ver los artículos 1 y 2 de la resolución antes citada. Se excluían los derechos de exportación
destinados a la redención de los billetes del Banco Nacional, e incluía el 10 %
de derechos fijos y especies timbradas.
[9] Artículo 8
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900, P. 44.
[10] Artículo 8
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900, P. 44.
[11] Artículo 10
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900.
[12] Artículo 11
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900.
[14] Artículo 13
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900.
[15] Artículo 14
de la Resolución No. 3976, G .
O. No. 1340, de fecha 21 de abril de 1900.
[16] Así lo
disponía el Artículo 16 de la Resolución No. 3976, G . O. No. 1340, de
fecha 21 de abril de 1900.
[20] Benjamien
Sumner-Welles, La Viña de Naboth, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo
Domingo, 2000, Tomo II, P. 73-75. 3ra.
Ed.
[21] Luis Felipe
Mejía. De Lilis a Trujillo, Sociedad
Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo,
2003, P. 24.
[22] Benjamien
Sumner-Welles, La Viña de Naboth, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo
Domingo, 2000, Tomo II, P. 75. 3ra. Ed.
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