NOTIHISTORIADOMINICANA
|
Sandino en su mula |
|
El general Sandino con su Estado Mayor |
Por: Francisco Berroa Ubiera
Historiador
El "General de hombres libres"
Augusto César Sandino, cuyo nombre era: Augusto Nicolás Calderón Sandino, nació
en Niquinohomo, Nicaragua en 18 de mayo de 1895. Hombre de origen muy humilde, hijo natural de
la señora Margarita Calderón Ruízuna trabajadora recolectora de café, con el hacendado
Don Gregorio Sandino López, quien lo reconocería como su hijo en 1905 y ese
mismo año pasa a vivir a su lado dedicándose al estudio y los negocios
realizados por su progenitor.
El mismo Sandino, en 1933,
le confesó al poeta, escritor y periodista, Don José Román, autor del libro
"Maldito País", lo siguiente:
"Abrí los ojos en la miseria y fui creciendo en
la miseria, aun sin los menesteres más esenciales para un niño, y mientras mi madre
cortaba café, yo quedaba abandonado.
Desde que pude andar lo hice bajo los cafetales,
ayudando a mi madre a llenar la cesta para ganar unos centavos. Mal vestido y
peor alimentado en aquellas frías cordilleras.
Así es como fui creciendo o quizá por eso es que no
crecí.
Cuando no era el café, era el trigo, el maíz u otros
cereales los que nos mandaban a recolectar, con sueldos tan mínimos y tareas
tan rudas que la existencia nos era un dolor."
Nuestro héroe realizó desde
muy joven distintos oficios y tareas laborales.
Se dedicó a la minería y otras actividades laborales en Nicaragua; más
tarde, vivió en La Ceiba de Honduras en donde trabajaba en el ingenio azucarero
"Montecristo"; Luego trabaja para United Fruit Company residiendo en
Puerto Barrios de Guatemala, y, establecido luego en el estado de Tamaulipas, México,
trabaja para la empresa Huasteca Petroleum Company, aunque luego fue mecánico,
comerciante y arrendatario de una estación gasolinera en Cerro Azul, donde
reside entre 1923 a 1925.
Sale de México el 15 de
mayo de 1925 vía Guatemala y El Salvador pisando tierra Nicaragüense el 1ro de junio
de 1925. Visita Niquinohomo su lar
natal, y de ahí pasa al Departamento de Nueva Segovia para trabajar en la mina
de San Albino en plena cordillera, en donde por su honestidad fue designado encargado
de almacén.
Invadido su país por los
Estados Unidos desde 1916 decide organizar un Ejercito Autonomista que se
organiza como una fuerza guerrillera de liberación nacional y anti-imperialista. Al principio contaba con apenas con dos
docenas de hombres, pero muy pronto fue respaldado por su pueblo, y poco tiempo
después de iniciada la guerra de guerrilla disponía en toda Nicaragua de unos
3,000 combatientes y de una enorme cantidad de colaboradores y simpatizantes.
|
General Sandino |
Cuando muchos de los dirigentes rebeldes
firman el pacto Stinson-Moncada o "Espino Negro", en 1927, Sandino
decide decir no a la capitulación y dice en Gali el 12 de mayo de 1927: “Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas
en caso de que todos lo hagan. Yo me hare morir con los pocos que me acompañen,
porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no morir como esclavos".
Poco tiempo después, en julio de 1927 hace público
esta declaración:
A los Nicaragüenses, a los Centroamericanos, a la Raza
Indo hispana:
El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra
para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído.
Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis
venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo
encierra el misterio de ser patriota leal y sincero.
El vínculo de nacionalidad me da derecho a sumir la
responsabilidad de mis actos en las cuestiones de Nicaragua y, por ende, de la
América Central y de todo el Continente de nuestra habla, sin importarme que
los pesimistas y los cobardes me den el título que a su calidad de eunucos más
les acomode.
Soy trabajador de la ciudad, artesano como se dice en
este país, pero mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo, en
el derecho de ser libre y de exigir justicia, aunque para alcanzar ese estado
de perfección sea necesario derramar la propia y la ajena sangre. Que soy
plebeyo dirán los oligarcas o sean las ocas del cenagal.
No importa: mi mayor honra es surgir del seno de los
oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados
y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de
alta traición: los conservadores de Nicaragua que hirieron el corazón libre de
la Patria y que nos perseguían encarnizadamente como si no fuéramos hijos de
una misma nación.
Hace diecisiete años Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro
dejaron de ser nicaragüenses, porque la ambición mató el derecho de su nacionalidad,
pues ellos arrancaron del asta la bandera que nos cubría a todos los
nicaragüenses. Hoy esa bandera ondea perezosa y humillada por la ingratitud e
indiferencia de sus hijos que no hacen un esfuerzo sobrehumano para libertarla
de las garras de la monstruosa águila de pico encorvado que se alimenta con la
sangre de este pueblo, mientras en el Campo Marte de Managua flota la bandera
que representa el asesinato de pueblos débiles y enemiga de nuestra raza e
idioma.
¿Quiénes son los que ataron a mi patria al poste de la
ignominia? Díaz y Chamorro y sus secuaces que aún quieren tener derecho a
gobernar esta desventurada patria, apoyados por las bayonetas y las Springfield
del invasor.
¡No! ¡Mil veces no!
La revolución liberal está en pie. Hay quienes no han
traicionado, quienes no claudicaron ni vendieron sus rifles para satisfacer la
ambición de Moncada. Está en pie y hoy más que nunca fortalecida, porque sólo
quedan en ella elementos de valor y abnegación.
Si desgraciadamente Moncada el traidor faltó a sus
deberes de militar y de patriota, no fue porque la mayoría de los Jefes que formábamos
en la Legión del Ejército Liberal fuéramos analfabetas, y que pudiera, por ese
motivo, imponernos como emperador su desenfrenada ambición. En las filas del
liberalismo hay hombres conscientes que saben interpretar los deberes que
impone el honor militar, así como el decoro nacional, supuesto que el Ejército
es la base fundamental en que descansa la honra de la Patria, y por lo mismo no
puede personalizar sus actos porque faltaría a sus deberes.
Yo juzgo a Moncada ante la Historia y ante la Patria
como un desertor de nuestras filas, con el agravante de haberse pasado al
enemigo
Nadie lo autorizo a que abandonara las filas de la revolución
para que celebrar tratados secretos con el enemigo, mayormente con los
invasores de mi Patria. Su jerarquía le
obligaba a morir como hombre antes que aceptar la humillación de su Patria, de
su Partido y de sus correligionarios.
¡Crímenes imperdonables que reclama la vindicta!
Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra
que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez
de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi
espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos.
Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco
y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi
grito de combate y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se
lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el
último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero
antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrán mordido el
polvo de mis agrestes montañas.
No seré Magdalena que de rodillas implore el perdón de
mis enemigos, que son los enemigos de Nicaragua, porque creo que nadie tiene
derecho en la tierra a ser semidiós.
Quiero convencer a los nicaragüenses fríos, a los
centroamericanos indiferentes y a la raza indohispana, que en una estribación
de la cordillera andina, hay un grupo de patriotas que sabrán luchar y morir
como hombres, en lucha abierta, defendiendo el decoro nacional.
Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en
nuestra propia tierra, que yo os espero a pie firme al frente de mis patriotas
soldados, sin importarme el número de vosotros; pero tened presente que cuando
esto suceda, la destrucción de vuestra grandeza trepidará en el Capitolio de
Washington, enrojeciendo con vuestra sangre la esfera blanca que corona vuestra
famosa White House, antro donde maquináis vuestros crímenes.
Yo quiero asegurar a los Gobiernos de Centro América,
mayormente al de Honduras, que mi actitud no debe preocuparle, creyendo que
porque tengo elementos más que suficientes, invadiría su territorio en actitud
bélica para derrocarlo. No. No soy un mercenario sino un patriota que no
permite un ultraje a nuestra soberanía.
Deseo que, ya que la naturaleza ha dotado a nuestra
patria de riquezas envidiables y nos ha puesto como el punto de reunión del
mundo y que ese privilegio natural es el que ha dado lugar a que seamos
codiciados hasta el extremo de querernos esclavizar, por lo mismo anhelo romper
la ligadura con que nos ha atado el nefasto chamorrismo.
Nuestra joven patria, esa morena tropical, debe ser la
que ostente n su cabeza el gorro frigio con el bellísimo lema que simboliza
nuestra divisa Rojo y Negro y no la violada por aventureros morfinómanos
yankees traídos por cuatro esperpentos que dicen haber nacido aquí en mi
Patria.
El mundo sería un desequilibrado permitiendo que sólo
los Estados Unidos de Norte América sean dueños de nuestro Canal, pues sería
tanto como quedar a merced de las decisiones del Coloso del Norte, de quién
tendría que ser tributario; los absorbentes de mala fe, que quieren aparecer
como dueños sin que justifiquen tal pretensión.
La civilización exige que se abra el Canal de
Nicaragua, pero que se haga con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente
de Norte América, pues por lo menos la mitad del valor de las construcciones
deberá ser con capital de la América Latina y la otra mitad de los demás países
del mundo que desean tener acciones en dicha empresa, y que los Estados Unidos
de Norte América sólo pueden tener los tres millones que les dieron a los
traidores Chamorro, Díaz y Cuadra Pasos; y Nicaragua, mi Patria, recibirá los
impuestos que en derecho y justicia le corresponden, con lo cual tendríamos
suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles todo nuestro territorio y
educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de democracia efectiva, y
asimismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento desprecio que hoy
sufrimos.
Pueblo hermano:
Al dejar expuestos mis ardientes deseos por la defensa
de la Patria, os acojo en mis filas sin distinción de color político, siempre
que vengáis bien intencionados para defender el decoro nacional, pues tened
presente que a todos se puede engañar con el tiempo, pero con el tiempo no se
puede engañar a todos.
Mineral de San Albino, Nueva Segovia, Nicaragua, C.
A., Julio 1 de 1927.
Patria y Libertad
A. C. Sandino
|
El general José María Moncada con dos oficiales de US Marine Corps |
Fue por esto que gracias a
su lucha armada los nicaragüenses logran hacer una fuerte resistencia militar a
la ocupación extranjera, lo cual dará lugar a la salida de las tropas invasoras
en enero de 1933.
La última entrevista que diera el General
Sandino fue el 3 de febrero de 1933 al periodista de LA PRENSA Adolfo Calero
Orozco, en donde expresa lo siguiente:
“Quiero la paz de Nicaragua y he venido a hacerla. Por
años y años hicimos la viva del viva, mis compañeros de armas y yo, perseguidos
por tierra y aire, calumniados a veces por nuestros mismos conciudadanos, cuya
libertad buscábamos, pero llenos siempre de fe en el triunfo de la causa
autonomista, que es la causa de la justicia. Idos los yanquis militares del territorio
nacional, yo hubiera querido hacer la paz al día siguiente, pero la
incomprensión, la desconfianza y el pesimismo se habían interpuesto”.
El mismo periodista que lo entrevista lo
describe de esta forma:
“Estamos frente al hombre
que por más de cinco años mantuvo, rifle al brazo, la rebelión autonomista más
discutida en la historia e Hispano-América. Sandino no corresponde al retrato que de él
nos habíamos forjado. Es un hombre de
poco más de cinco pies de estatura y de unas ciento treinta y cinco libras de
peso. Ojos pequeños, oscuros, de mirar vivo, tez blanca, un poco rojiza, el
cutis maltratado y una fisonomía severa, aún cuando sonreía.”
|
Los generales Somoza García y Sandino o El Tiburón y la Sardina
Somoza dirigía la Guardia Nacional creada por EE.UU., y Sandino el Ejército Autonomista |
El General de hombres
libres, Augusto César Sandino, tras la firma de los acuerdos de paz, será traicionado,
apresado y posteriormente ejecutado por órdenes del general Anastasio Somoza García
en la capital nicaragüense, Managua, el 21 de febrero de 1934.
Augusto C. Sandino. El Pensamiento Vivo. Tomo 1. Introducción,
Selección y Notas de Sergio Ramírez. 2da. Ed. Editorial Nueva Nicaragua, 1984 Colaboración
Especial del Instituto de Estudio del Sandinismo.