Wednesday, November 19, 2014

Combatiendo por la Casa del Poder

NOTIHISTORIADOMINICANA


Amaury Germán Aristy

Illio Capocci



Cuerpo de Hombres Ranas
Juan Miguel Román

Militares frente al Palacio en 1965

Casas Reales

Palacio Consistorial

Palacio en construcción en 1946

Palacio de Borgellá


Por: Francisco M. Berroa Ubiera, M.A.
Profesor Titular de la Cátedra de Historia Dominicana, Escuela de Historia y Antropología, Facultad de Humanidades.

En nuestro país, el poder tiene una geografía y una casa.  Los provincianos dicen: “Los cheques -de los sueldos- se hacen en la Capital”. Durante siglos y siglos la administración pública y política ha estado concentrada en Santo Domingo.
En los remotos días de la época colonial los gobernadores hispanos despachaban sus asuntos desde el edificio de los Capitanes Generales y Real Audiencia, en la calle Las Damas a esquina Mercedes.  Luego, durante la dominación haitiana el poder se mudó de casa: los gobernadores ocupaban el Palacio de Borgellá, edificado sobre la antigua residencia de don Diego de Herrera, frente a la Plaza de Armas.
Más tarde,  la casa de gobierno se instaló en el actual Palacio Consistorial, calle El Conde a esquina Arzobispo Meriño.
Posteriormente nuestros gobernantes ocuparon la llamada Mansión Presidencial, nombre dado al edificio antes usado por la Receptoría de Aduanas.
Sin embargo, el 16 de agosto de 1947 el presidente Rafael Trujillo se muda con su gabinete al actual Palacio Nacional Dominicano, edificado sobre una pequeña colina, el cual se convierte en símbolo y casa del poder político y militar en la República Dominicana.
Casi nadie recuerda que el 19 de mayo de 1965 un comando de constitucionalistas intenta tomar por asalto el Palacio Nacional con la intención de dar un golpe psicológico al enemigo dado el hecho de que ese edificio tenía un significado simbólico para el pueblo, el cual se hallaba, en ese momento, en poder de las tropas del Gobierno de Reconstrucción Nacional presidido por el general Antonio Imbert Barreras, quien contaba con el apoyo de las tropas invasoras norteamericanas.
La decisión la tomaron los coroneles constitucionalistas Francisco Alberto Caamaño Deño y Rafael Tomás Fernández Domínguez,  ordenando Francis la movilización de hombres, de equipos militares y de sus escasas unidades móviles.
El plan consistía en  atacar el Palacio y tomarlo por asalto. Las fuerzas avanzaron en columnas: una comandada por el entrenador italiano de los Hombres Ranas, el indómito  Illio Capocci, e integrada por Baby Mejía, el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Miguel Román, Euclides Morillo, Pichi Mella, Norge Botello, y los jóvenes del Movimiento Revolucionario o Agrupación Política  14 de Junio, y algunos combatientes haitianos, quienes apoyarían a Manuel Ramón Montes Arache  comandante de otra columna que tenía como objetivo el edificio de las Fuerzas Armadas, ahora ocupado por  el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI).
En el momento en que las columnas constitucionalistas se hallaban avanzando hacia su objetivo militar fueron sorprendidas por francotiradores norteamericanos quienes les hicieron fuego de manera implacable, frustrando la tentativa de asalto del símbolo del poder: el Palacio.  Luego, los combatientes fueron inmovilizados con un continuo fuego de morteros.  Y hubo hasta disparos de cañones.
En el intento de asalto al Palacio Nacional perdieron la vida el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Ministro de Interior y Policía del Gobierno Constitucionalista, el líder revolucionario doctor Juan Miguel Román, líder militar del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Euclides Morillo, un importante cuadro del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, e Illio Capocci, entrenador de los hombres ranas, entre otros destacados constitucionalistas.  Amaury Germán Aristy fue herido en combate, el cual inicia a las 2:30 PM y se extendió casi hasta la 7:00 PM., aquel fatídico día.

Uno de los pocos relatos sobre los hechos analizados fue escrito por Baby Mejía (testigo presencial fallecido), publicado en la prensa nacional hace algunos años.  Otro  relato fue hecho a la sección de Historia Oral del Archivo General de la Nación (AGN) por  Elpidio Cáceres (Boa) en el año 2006.

Saturday, November 15, 2014

La Universidad de Santo Domingo y la Era de Trujillo

NOTIHISTORIADOMINICANA


Por: Francisco M. Berroa Ubiera, M.A.
Profesor Titular de la Cátedra de Historia Dominicana, y Ex Director del Instituto de Historia de la Facultad de Humanidades, UASD.

El dictador y generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina gobernó el país con mano férrea durante 31 años (1930-1961), durante los cuales ejerció pleno control sobre todos los aspectos de la vida económica, social, política, y, cultural de la República Dominicana.
Rafael Trujillo controlaba la vida cultural del país y narigoneaba a los hacedores de cultura en el plano superior: artistas, escritores, historiadores, catedráticos, profesionales, científicos, e intelectuales en sentido general, quienes en su gran mayoría donaron su talento y espíritu creativo a la tiranía.
En el terreno cultural, uno de los feudos preferidos por Trujillo fue la Universidad de Santo Domingo (USD), cuyos funcionarios eran designados personalmente por él, quien para ejercer el cargo de rector escogía a profesionales con buena preparación académica y comprobada competencia profesional, casi siempre autores de obras de renombre.
Durante la “Era de Trujillo” fueron designados como rectores de la Universidad de Santo Domingo los distinguidos profesionales: Doctor Ramón de Lara (1929-1930); Dr. Federico Henríquez y Carvajal (1930-1933); Dr. Eduardo R. Soler (Interino: 1933); Lic. Juan Tomás Mejía (1933-1934); Dr. Eduardo R. Soler (interino: 1934); Lic. Juan Tomás Mejía (1934-1935); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (1935-1936); Dr. Manuel E. Perdono (Interino: 1936); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (1936); Dr. Manuel E. Perdomo (Interino: 1936-1937); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (1937); Dr. Manuel E. Perdomo (Interino: 1937-1938); Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha (1938); Lic. Julio Ortega Frier (1938-1940; 1940-47); Doctor Julio Vega Batlle (1947-1949); Dr. Pedro Troncoso Sánchez (1949-1953; 1953-56); Dr. Carlos Sánchez y Sánchez; Dr. Rafael Filiberto Bonelly; Dr. Virgilio Díaz Ordóñez (1956-1958); Dr. José Turul Ricart (1958); Dr. Manuel María Guerrero; Dr. Emilio Rodríguez Demorizi; Dr. Arturo Despradel (1958-1960); Dr. José Antonio Caro Álvarez (1960-1961); Dr. José Manuel Machado; Dr. Ambrosio Álvarez Aybar; Dr. José A. Paniagua (1961-1962).
Muchos de los rectores aprovecharon su designación para darle a Trujillo los más inmerecidos reconocimientos, y, alguno de ellos llegó a otorgarle al Dictador todos los títulos concedidos por la academia en sus distintas facultades.  Y para evitar el “celo académico” en la familia Trujillo, fueron dados títulos universitarios a sus familiares, parientes o amigos sin cumplir con ningún requisito académico.
Reelecto en la presidencia en 1934, Trujillo comenzó a promover el culto a su personalidad.  El dictador se declaró Jefe Supremo, Fundador y Director Único del Partido Dominicano, Benefactor de la Patria con rango, títulos, honores y preeminencia por encima del Presidente Peynado, Padre de la Patria Nueva, El Generalísimo de todos los ejércitos de tierra, mar y aire, Protector de la Iglesia, Restaurador de la independencia financiera de la República (1940), Gran Protector de la Universidad de Santo Domingo, y, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Santo Domingo (17 de octubre de 1934).
Se sabe que Rafael Trujillo manejó la educación pública en todos los niveles como un medio de propaganda política, para hacer lavado de cerebro, y para fomentar las lealtades primordiales entre los estudiantes.  Asimismo, las facilidades educativas fueron usadas también como centros de encuadramiento militar.  Por ejemplo: en la Universidad de Santo Domingo (USD) fue creada la Guardia Universitaria, cuyos miembros estaban obligados a realizar entrenamiento militar, y recorrían el campus universitario realizando marchas y contramarchas con inusitado frenesí al ritmo marcial del redoblante.
La Universidad de Santo Domingo y los inmigrantes
Se conoce muy bien que el general Rafael Trujillo ofreció ciertas facilidades para el ingreso al país de unos 5,000 exiliados políticos españoles a partir de 1939, quienes eran perseguidos políticos del general Francisco Franco, de los cuales quedaron finalmente muy pocos residiendo en el país, unos 100 refugiados hispanos en 1949.
Se ha dicho que con la inmigración de los españoles resultaron beneficiados Rafael César Tolentino, Moisés García Mella, Plinio Pina Chevalier, y de manera especial Virgilio Trujillo, quienes cobraban a los hispanos una suerte de “peaje” consular para darles el visado dominicano.  Se sabe que Trujillo recibía del Servicio de Emigración de Refugiados Españoles (SERE) la suma de US$50.00 por refugiado cada mes.
De acuerdo con el testimonio de Jesús de Galíndez, uno de los refugiados hispanos que prestó sus servicios al Generalísimo, vinieron al país de 4,000 a 5,000 refugiados “disfrazados de agricultores”, quienes eran realmente generales regulares del ejército, catedráticos universitarios, mecánicos, pescadores, y artistas, filósofos y profesionales, por ello, según él, “las colonias agrícolas fueron un fracaso y poco a poco la mayoría se disperso hacia otros rumbos”.[i]
Bernardo Vega[ii] sostiene con relación a los refugiados hispanos que los emigrados de ese país fueron: 288 que vinieron en el buque “Flandres” en 7 de noviembre de 1939, y que luego, hasta junio de 1940 habían ingresado unos 3,150 emigrados españoles.  De estos, salieron del país unos 500 refugiados en mayo de 1940, y en mayo de 1941 Vega sostiene que tan solo quedaban unos 1500 españoles.  Que desde febrero de 1944 a octubre de 1945 salieron hacia México y Venezuela 1,180 refugiados.
De los españoles que se instalaron en la República Dominicana algunos fueron íntimos colaboradores del dictador, entre ellos: Javier Malagón Barceló, Jesús de Galíndez, José Almoina, José Vela Zanetti, López Mezquita, Manolo Pascual, Pedro González Blanco, Ramón Fernández Mato, Vicente Llorens, entre otros.
Entre los más distinguidos refugiados españoles se encontraban los profesores de la Universidad de Santo Domingo: los juristas Constancio Bernardo de Quiroz y Luis Jiménez de Asúa; los geógrafos Alfredo Lagunilla, Honorato de Castro y Ramón Martorell –fundador del Instituto Geográfico Universitario con el Teniente coronel Aurelio Matilla-; los catedráticos Luis Alaminos (de sicología), Vicente Herrero, José María Ots Capdequí, Giner, Fernando de los Ríos, Luis Florens, Antonio Román (de Medicina), Amos Sabrás (Matemático), Fernando Sainz Ruiz, Malaquías Gil, etc.. Destacados músicos como: Enrique Casals Chapí y Alfredo Matilla; actores y dramaturgos de la talla de Antonio Blanco, Freddy Del Mural y Carmen Rull; escultores: Antonio Prats Ventós y Manolo Pascual: poetas: Roque Nieto y Padro Salinas; dibujante: José Alloza; artistas del pincel: Eugenio Fernández Granell, José Gausachs, Francisco Díaz Vásquez, José Vela Zanetti, Alfonso Jiménez de Asúa (a) Shum, Ramón Prats Ventós, Juan Junyer, etc.
Los inmigrantes hispanos tenían distintas profesiones y oficios e hicieron aportes significativos en todas las áreas de la vida productiva y cultural.  Los españoles contribuyeron notablemente con el desarrollo de la cultura, de la educación y de las ciencias.  Durante la estadía de estos La Universidad de Santo Domingo (USD) reorganiza su Facultad de Filosofía –que había sido restablecida por medio de la Ley General de Estudios del 5 de diciembre de 1932-, y además fueron promovidas las Bellas Artes –pintura, escultura, dibujo-, el Teatro, la danza y el ballet, la música clásica e instrumental con la fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional, la impresión, la serigrafía, la fotografía, etc.
Cambios en la Universidad con Trujillo
En el aspecto curricular, durante la Era de Trujillo fue restaurada la enseñanza expositiva de las cátedras magistrales, introduciéndose el sistema de estudiantes libres, y a los estudiantes denominados "autorizados" les dieron un plazo de 10 años para obtener sus diplomas.
Asimismo, la Facultad de Filosofía fue restablecida por medio de la Ley General de Estudios de fecha 5 de diciembre de 1932.
Una nueva Ley de Organización Universitaria fue promulgada en fecha 21 de octubre de 1937, la cual puso fin a los "estudiantes libres", reconociendo solamente los estudios oficiales; dicha ley dispone de un régimen de vacaciones, y procura la metodización de los estudios y de la docencia universitaria; asimismo, prohibió los cursos simultáneos, y crea las siguientes facultades:
a) Derecho con estudios de Notariado, Hacienda Pública y Economía;
b) Medicina, con estudios de Obstetricia, Enfermería, Higiene y sanidad;
c) Farmacia, con estudios de Química azucarera;
d) Filosofía, Letras e Historia, es decir, los estudios humanísticos.
Para la facultad de Filosofía la Ley de 1937 establecía un mínimum de 13 materias, que podían ser desdobladas en un número mayor de asignaturas: 1) Historia de la Filosofía; 2) Historia Moderna Universal; 3) Historia de América; 4) Historia de la Literatura Española; 5) Historia de la literatura extranjera; 6) Literatura; 7) Literatura Griega; 8) Psicología; 9) Filología; 10) Introducción a la Filosofía; 11) Sociología; 12) Filosofía Moral; 13) Literatura Latina.
Los estudios filosóficos durante la Era de Trujillo
Posteriormente, en 1939, se reorganizó la Facultad y los estudios de filosofía se extendieron un mínimo de 133 asignaturas, reformado dicho plan de estudios en 1954.
Otra importante reforma se produce con la puesta en vigor de la Ley Núm. 177 de fecha 14 de noviembre de 1939, con la cual se reorganiza la Facultad de Filosofía, Letras e Historia denominándola Facultad de Filosofía, con el propósito de: "Realizar la misión de la Universidad, que no es otra que contribuir al auge y difusión de la cultura humana mediante el fomento y enseñanza de los principios y fundamentos esenciales de las disciplinas del espíritu, en su grado más elevado, es decir, en lo teorético, en lo puro".[iii]
Agregando a lo anterior lo siguiente: "El conocimiento teorético, el puro, es el primer paso indispensable y fundamental, para la ulterior acción, si es que esta debe ser racional.  Sin él no hay método ni técnica, ni ciencia ni inteligencia de la vida y de las cosas."[iv]
Además fueron consignadas como funciones de la Facultad de Filosofía otorgar los títulos de Licenciado y Doctor en Filosofía.
Los estudios de filosofía podían ser cursados por personas que no fuesen bachilleres siempre y cuando fuesen mayores de 25 años, previo examen de admisión.  Muchos diplomáticos extranjeros se matricularon en la facultad de filosofía, lo cual es una muestra de su crédito académico.
El enciclopedismo fue un elemento característico en el cuadro de materias correspondiente al periodo del año lectivo 1939-1940, que se ofreció durante varios años aunque luego fue modificado.
La Ordenanza del Consejo Universitario Número 3-40 del 11 de enero de 1940 aprobó el Reglamento de trabajo docente de dicha Facultad, y en ese mismo mes y año, el 23 de enero inició sus labores académicas; el edificio de la Facultad de Filosofía fue designado con el nombre del insigne humanista don Pedro Henríquez Ureña por medio de la Ley Núm. 1186 de fecha 23 de mayo de 1946.
Mediante la Ley Núm. 4864 del 26 de febrero de 1958 se establecen los cursos preparatorios en todas las facultades de carácter profesional de la Universidad, y, el Articulo 2 de la citada Ley la denomina “Facultad de Filosofía, Ciencias y Educación”, aunque el 2 de octubre del mismo año la Ley 5006 la nombra “Facultad de Filosofía y Educación”, dándole autoridad legal para expedir títulos de grado de Licenciado y Doctor en Educación y en Filosofía en las distintas secciones que establezca el Consejo Universitario.
La Ley de Organización Universitaria Núm. 5130 del 13 de mayo de 1959 le mantuvo el nombre de “Facultad de Filosofía y Educación”, con las siguientes Escuelas adscritas a la misma: a) Escuela de Periodismo; b) Escuela de Idiomas; c) Escuela de Servicio Social; d) Escuela de Bibliotecarios Archivistas; consignando dicha Ley que la Escuela de Filosofía podía otorgar los siguientes títulos: a) Licenciado en Filosofía; b) Doctor en Filosofía; c) Licenciado en Ciencias de la Educación.
Mediante la Ordenanza Núm. 12\59 del 17 de julio de 1959 fue aprobado el reglamento que regula el funcionamiento docente en la “Facultad de Filosofía y Educación”, disponiendo esta ordenanza en su artículo 11 lo relativo al plan de estudios.
Por medio de la Ley Núm. 5130 que modificó la Ley Núm. 5364 del 1ro. de junio de 1960, se dispuso establecer una prueba de nivel a los estudiantes de la Facultad.
Asimismo la Ley 5415 del año 1960 modificó la estructura de la Facultad de Filosofía y Educación, en lo concerniente a las Escuelas, siendo eliminadas por inoperantes las Escuelas de Bibliotecarios y Archivistas, y la de Servicio Social.
El Estatuto Orgánico de la Universidad de 1962 se mantuvo el nombre de “Facultad de Filosofía y Educación” con las siguientes Escuelas: a) Periodismo; b) Idiomas; c) Bibliotecarios y Archivistas.
En el mismo Estatuto se estipula que la “Facultad de Filosofía y Educación” otorgaría los siguientes títulos: 1) Licenciado en Filosofía, en las secciones establecidas por el Consejo Universitario; 2) Doctor en Filosofía; 3) Licenciado en Ciencias de la educación, en las secciones establecidas por el Consejo Universitario; 4) Doctor en Ciencias de la Educación.
El post-trujillismo y la autonomía universitaria
Una de las primeras medidas adoptada por Joaquín Balaguer, para tratar de evitar las movilizaciones y protestas estudiantiles tras la caída de Trujillo, fue concederle autonomía a la Universidad de Santo Domingo por medio de la de fecha 31 de diciembre de 1961 y promulgada en fecha 7 de enero de 1962 por el doctor Balaguer como Presidente del Consejo de Estado.
Esta alta casa de estudios había estado dominada por una burocracia académica que impedía el ingreso a la entidad de los hijos de las familias humildes del país, sin importar sus meritos académicos.  De acuerdo con el historiador Frank Moya Pons “más de un millar de militantes de los minúsculos partidos de izquierda se convirtieron en profesores y empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, transformándose gradualmente en elementos conservadores, aún cuando desplegaban un estridente discurso revolucionario”.[v]
Dada la apertura determinada por tal autonomía, comienza a manifestarse un considerable aumento de la demanda de los servicios educativos universitarios, por ejemplo: La matrícula universitaria creció considerablemente, en 1960 habían 3,448 estudiantes matriculados, y en 1963 el número era de 5,055, y diez años después en 1974 contábamos con una matrícula de 31,684 estudiantes.  En 1978 la UASD contaba con 46,000 estudiantes, y en 1983 tenía matriculados unos 70,000 estudiantes.
Además, a nivel nacional se organizan nuevas academias dedicadas a la enseñanza superior: La Universidad Católica Madre y Maestra fue fundada en la ciudad de Santiago de los Caballeros por iniciativa de Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito en 9 de septiembre de 1962; posteriormente se crea la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) en la ciudad de Santo Domingo.
Sobre la fundación de la UCMM Cassá opina que “su fundación en 1962 fue gestada por el mismo conglomerado empresarial que creó, una asociación empresarial, el primer banco comercial privado de la época postrujillista, un instituto para la formación de técnicos medios en el sector agropecuario y una financiera de desarrollo.  Estos sectores contaron con el estimulo y desarrollo de los Estados Unidos, en lo que incidió el diseño que formulaban para el papel conservador de la educación superior privada”.[vi]




[i] De Galíndez, Jesús.  Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior.  Compilación de Cassá, Constancio, edición del Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2010, P. 101.
[ii] Vega, Bernardo. “La migración española de 1939 y su impacto sobre los dominicanos”; “Evocando en Madrid los refugiados españoles de 1939”, En: “En la Década Pérdida”.  Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1991. PP. 275-283;  285-287.
[iii] Sánchez, Juan Francisco.  La Universidad de Santo Domingo, Impresora Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, P. 112.
[iv] Sánchez, Juan Francisco.  La Universidad de Santo Domingo, Impresora Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, P. 113.
[v] Moya Pons: Manual de Historia Dominicana, P. 542.  Cuando el “pulcro e infalible” historiador vegano dijo eso se hallaba cortejando a los norteamericanos para viajar becado a realizar estudios de postgrado en los Estados Unidos, y no pensaba ser funcionario del PPH-PRD, ni se había traído “Rocash” de Puerto Rico (Nota de Francisco Berroa).
[vi] Cassá, Roberto.  Los jóvenes dominicanos.  Situación y tareas.  GRIPAC, Santo Domingo, 1995.  P. 79.