NOTIHISTORIADOMINICANA
Al doctor Euclides Gutierrez F., por su comprobado patriotismo
A los militares dominicanos que creen en la patria.
Por: Francisco M. Berroa Ubiera
Una vez proclamada la independencia de la República Dominicana la noche del 27 de febrero de 1844 se verifica una invasión haitiana que fue enfrentada por el naciente ejército dominicano.
Los primeros combates y batallas de la campaña militar de 1844.
Los primeros enfrentamientos entre haitianos y dominicanos se producen en febrero de 1844, primero enfrentando las fuerzas dominicanas al general haitiano Auguste Brouard, cuando se traslada con fuerzas militares desde la capital haitiana, Puerto Príncipe, hasta Neyba en 27 de febrero, enfrentándolo el capitán Fernando Tavera y sus tenientes en el sitio de La Fuente del Rodeo -ubicada unos 20 kilómetros al Este de San Bartolomé de Neyba-, en 11 de marzo de 1844, contando éste con el apoyo de Vicente Nobles, Dionicio Reyes, y Nicolás Mañón.
Otro enfrentamiento de Brouard con los dominicanos se origina en el sitio de Las Cabezas de Las Marías en 13 de marzo de 1844, siendo Neyba ocupada por los batallones haitianos 21 y 22, y por otras fuerzas de infantería.
El siguiente combate se produce en Los Jovillos el 18 de marzo de 1844. Estas acciones militares formaban parte de una operación táctica para reducir el paso del ejército enemigo a su mínima capacidad, es decir, eran acciones retardatorias. Tras estos hechos, la Junta dominicana de gobierno dispuso enviar al frente Sur a los oficiales Manuel Mora -viajó por mar desde Santo Domingo-, y a Manuel de la Regla Mota desde Baní.
La principal acción militar es la batalla de Azua del 19 de marzo de 1844, con sus acontecimientos posteriores.
Se sabe que desde el 4 de marzo de 1844 el congreso de Haití decretó para poner a su Presidente, el general Charles Hérard, a la cabeza de las tropas que reconquistarían la parte Este; en 7 de marzo éste llama a los haitianos a empuñar las armas contra la nueva República, por lo cual la Junta de Gobierno de Santo Domingo dispuso el arresto de varios ex-funcionarios y comerciantes haitianos radicados en esa urbe Sureña, entre ellos Tatin, Joseph Levy, Thompson, Francisco Montás, Pomeirac, Deguan, Glaudon, Lucien, David, Magnon y Arrondeil; inclusive, despacha las primeras avanzadas de tropas hacía la frontera, compuestas principalmente por hábiles lanceros seibanos, calificados por el Cónsul de Francia como los: "Cosacos de Santo Domingo", en su gran mayoría eran peones y campesinos capitaneados y armados por los hateros de la región Sureste u oriental, y por su caudillo principal: el general Pedro Santana Familias, considerado por Saint Denys como el verdadero Señor Feudal del Seybo (1).
Santana avanzó de Este a Oeste por la región Sur, pidiendo al comerciante Abraham Cohen su intervención para recabar la ayuda del Cónsul francés, e informándole que "a las cuatro de la mañana, camino hacía Azua, acabo de recibir un expreso de esta ciudad con el aviso positivo de que los haitianos marchan hacía nosotros y que los habitantes de San Juan, Matas e Hincha se mantienen inactivos y sin pronunciarse".(2)
El 17 de marzo de 1844 Santana hizo presencia en Neyba con 700 soldados acompañados del coronel José María Cabral. Ese día se produjo un combate en el sitio de Los Quemadillos. También, Hérard enfrenta a los patriotas dominicanos dirigidos por Lucas Díaz en el Paso del Jura el 18 de marzo de 1844.
El enemigo se presenta en Azua por tres sentidos: por el Camino de San Juan, por el sitio de Los Conucos y por el lado de El Barro el 19 de marzo a las 5:50 A.M. Los haitianos atacaron vigorosamente Azua por el camino de Puerto Príncipe contando Hérard con 500 hombres; la defensa la realizaron 800 soldados, disponiendo Santana de otros 700 de reserva en las proximidades.
Debe destacarse que Santana se hallaba en Azua sin un plan de acción y sin experiencia previa en el arte de la guerra, disponiendo sólo de dos cañones mediocres: uno bajo el encargo del artillero dominico-francés Francisco Soñé, y otro a cargo del teniente José Del Carmen García.
Su Estado Mayor lo integraban los comandantes, señores oficiales: Antonio Duvergé, Feliciano Martínez, Manuel Mora, Juan Esteban Ceara, José Leger, Vicente Nobles, Matías de Vargas, Nicolás Mañón, Marco Medina y otros valientes.
Tras este primer enfrentamiento, y atacada la avanzada haitiana con una ráfaga de metralla de 24, las tropas enemigas se retiraron desordenadamente dejando sus muertos sobre el campo de batalla, incluyendo a los generales Souffrance, Thomas Héctor, Tertonge y Bris -ayudante de campo de Hérard-, a tres coroneles, varios oficiales, y decenas de soldados, rumoreándose inclusive la muerte del presidente Hérard.
Otro enfrentamiento se produjo en el sitio de La Hicotea en donde el general Soufrant fue derrotado por los oficiales dominicanos Manuel Mora, Manuel de la Regla Mota, José María Cabral y Francisco Soñé.
Santana, incapacitado para de ordenar la persecución de la retaguardia haitiana en fuga, es incapaz de crear servicios de vigilancia y espionaje para conocer los pasos y movimientos de las tropas enemigas. Esta ineptitud inicial del general Santana lo explica don José Gabriel García, indicando que él: "No tenía conocimientos técnicos, ni práctica todavía en el arte de la guerra".(3)
Después de esta victoria el general Santana ordenó el desalojo de Azua en 20 de marzo de 1844, cayendo esta ciudad bajo poder del enemigo.
Inclusive, al disponer la retirada de manera desordenada, deja abandonadas, a merced del enemigo, algunas tropas que desconocían por completo la orden de retirada hacía la lejana Baní.
Un experimentado militar, el Almirante francés De Moges, consideró un grave error castrense de Santana abandonar Azua para ir a Baní, argumentando el improvisado soldado hatero que lo hizo por la falta de municiones de sus tropas, excusa pueril e ingenua.
Cometido el error de abandonar el terreno de lucha, ganado por la osadía y valentía de los oficiales dominicanos y de los artilleros, la villa de Azua fue reocupada por las tropas haitianas dirigidas por los generales Hérard y Soufrant en 21 de marzo de 1844.
En consecuencia, aislado en Sabana Buey de Baní, el general Santana contaba con 4,500 soldados inmovilizados en una supuesta espera estratégica.
A fines de marzo de 1844, sus fuerzas aumentaron al contar con refuerzos procedentes del Sureste, y con los hombres de Suroeste; este aumento de sus tropas le daba a su ejército una mayor capacidad de ofensiva, aunque él no lo comprendía.
Sin embargo, existen informes indicando que en ese momento su ejército disponía de sólo 600 fusiles.
El regreso de Duarte y su inclusión en la Junta.
La Junta de gobierno envió en la goleta Leonor, de matrícula holandesa en 5 de marzo de 1844 una Comisión integrada por Juan Nepomuceno Ravelo, Juan Alejandro Acosta, Enrique Duarte, un hermano de Pina, y otros comisionados para recoger a Duarte, a Pedro a. Pina y a José Joaquín Pérez en el puerto Willemstad de la isla danesa de Saint Thomas.
Juan Pablo Duarte recibe una carta firmada por los miembros de la Junta, señores: Tomás Bobadilla (Presidente), Ramón Mella, Mariano Echavarría, Valverde, Félix Mecenario, Carlos Moreno y Silvano Pujols (Secretario), y del Jefe de Operaciones Militares interino Francisco Sánchez, de fecha 2 de marzo de 1844 en donde le explican los pormenores de las acciones que permitieron la proclamación de la independencia.
Juan Pablo y sus compañeros de destierro retornan a la patria desde Saint Thomas en 8 de marzo de 1844, llegan en la noche del 14 de marzo, y el día 15 son recibidos por sus amigos Francisco Sánchez y Matías Ramón Mella, acompañados por Monseñor don Tomás Portes e Infante, y el sacerdote José Antonio Bonilla, declarándolo monseñor Portes "Padre de la patria", y "Fundador de la República". Designado como miembro de la Junta y general de brigada.
Los generales Duarte y Santana.
Consternada la Junta Central Gubernativa por esta desbandada del ejército del Sur, y por la ineptitud de su Jefe, el general Santana, dispone el organismo colegiado de gobierno la designación del general Juan Pablo Duarte en el frente de guerra del Sur para cooperar con Santana, o reemplazarlo en caso de necesidad, según resolución tomada en 21 de marzo de 1844.
En honor a la verdad, estos generales nunca se pusieron de acuerdo: Santana era amado por sus hombres, un general que no los exponía a los peligros del combate, y se preocupaba por pagarles y darles sus raciones alimenticias, y, Juan Pablo Duarte sólo quería luchar contra los haitianos, y manejaba los fondos a su cargo con cierto constreñimiento.
Tomando en cuenta la pasividad de Santana, Duarte escribió a la Junta solicitándole, en más de una ocasión, autorización para operar por sí solo con la división bajo su mando, y del teniente coronel Pedro Alejandrino Pina.
El general Juan Pablo Duarte explicaba en su carta a la Junta, Baní, 1 de junio de 1844, que: "Hace ocho días que llegamos a Baní, y en vano he solicitado al general Santana que formemos un plan de campaña para atacar al enemigo, que sigue en su depravación oprimiendo a un pueblo hermano que se halla a dos pasos de nosotros".(5) Afirmando sobre el estado del ejército de Hérard que: "se halla diezmado por el hambre y la deserción".(6) Finalmente la Junta de gobierno relevaría al Jefe de la Revolución y Padre de la Patria del frente Sur, para dejar a Santana operar a su completa voluntad.
Discretamente los dominicanos recibieron la ayuda del almirante francés De Moges y de los barcos Nereide, Nayade, y del bergantín Enryale.
En la ciudad de Santo Domingo se había logrado fortificar las defensas con varios cañones de mediano calibre distribuidos en distintos puntos estratégicos, aunque carecían de artilleros capaces para maniobrarlos y dispararlos adecuadamente.
Retirados los soldados dominicanos hasta Baní, Hérard distribuyó sus fuerzas por toda Azua desde el 21 de marzo, contando en su Cuartel General -según un informe confidencial del Almirante De Moges (francés)-, con una fuerza bruta de 7,000 a 8,000 soldados, aunque Hérard le comunicó disponía de 12,000 hombres en el Sur; y de 15,000 soldados en el Norte, y esperaba tropas de refuerzo procedentes de Leogane (Haití).
De Moges pudo observar, según se lo comunica a Saint Denys en carta redactada en la Bahía de Ocoa en 2 de abril de 1844,(7) que Hérard sólo disponía de 3,000 a 4,000 hombres en la ciudad de Azua, de 200 a 300 caballos y de 2 ó 3 piezas de artillería mediocres, y que sus fuerzas móviles fuera de Azua (en el camino de Ocoa), eran soldados de los puestos avanzados, forrageadores, las fuerzas de vigilancia, y otros, estimadas en un número entre 3,000 a 4,000 hombres.
En cuanto a la batalla de Santiago o de la Sabana,(8) del 30 de marzo de 1844, se sabe que el general haitiano Jean Louis Pierrot recibió instrucciones para reunir los contingentes a su cargo: las del Norte de Haití y del Departamento de Artibonito, y tropas de auxiliares y voluntarios en 13 de marzo de 1844; partió de la ciudad de El Cabo el 17 de marzo de 1844 con una fuerza bruta de unos 11,000 soldados; ese mismo día salió de aquella ciudad el comerciante inglés Theodore Stanley Heneken, quien coincidencialmente realizaba negocios comerciales en aquella villa haitiana, y al ver la movilización de las tropas haitianas consideró oportuno viajar en barco hacia la República Dominicana, llegando en el menor tiempo posible, dando la voz de alerta a los dominicanos, específicamente al coronel Ramón Mella, Delegado de la Junta de Gobierno en el Norte.
Las tropas haitianas bajo el mando del general Pierrot cruzaron el río Masacre en 19 de marzo de 1844, para dirigirse a su propia masacre. Una acción retardatoria ordenada por Mella (9) se produce en Guayubín, otra dirigida por el coronel Francisco Antonio Salcedo (a) Tito con 500 se produce en La Talanquera -sitio de Mao entre los ríos Chacuey y Maguaca- en 21 de marzo de 1844, consistente en un ataque relámpago a la vanguardia haitiana, produciéndose otros ataques en los sitios de Escalante (24 de marzo de 1844), y en Mao (27 de marzo de 1844).
Todos los informes parecen indicar que el coronel Mella no tenía el suficiente control de la situación en la ciudad de Santiago(10), sin embargo, tomó las medidas necesarias y oportunas: ordenó la fabricación de cartuchos, disponiendo adecuadamente el reparto de armas blancas entre las fuerzas voluntarias -1,500 lanzas y miles de machetes; dejó a cargo de sus auxiliares 12 potes de pólvora, y, pidió refuerzos a los comandantes militares cibaeños José María Imbert (de Moca), al general Felipe Vásquez, y a Manuel María Castillo, de San Francisco de Macorís; luego se dirigió acompañado de los oficiales coronel Pedro de Mena, y del capitán José Desiderio Valverde a la zona montañosa de San José de Las Matas, buscando gente, ayuda económica, y sobre todo para organizar las guerrillas que se encargarían de atacar la retaguardia de las tropas haitianas bajando desde las lomas de la región cibaeña a fin de crear confusión entre ellas, estimular las deserciones, y detener su avance -dando tiempo de esta manera a las tropas de la ciudad para preparar las defensas-, recomendando el general Mella a las guerrillas compuestas por jóvenes que evitaran las represalias de los enemigos retornando a las lomas después de los ataques para reorganizarse, y emprender nuevos esfuerzos ofensivos contra los rivales afroantilllanos.
Asimismo dispuso, antes de salir de Santiago, la fabricación de tres clavos de acero en previsión a una posible toma de la ciudad en poder de los haitianos, porque en tal caso, los tres cañones que dejaba dispuestos para la defensa debían ser "clavados", es decir, inutilizados, para impedir que los haitianos los usaran contra las poblaciones nacionales y las tropas criollas.
Por lo visto, Mella no fue un ente pasivo como sus enemigos tradicionales han dicho.
Mella asume la jefatura de la ciudad de Santiago al ausentarse el general Felipe Vásquez de la ciudad por 24 horas para ir de visita a La Vega. Su carta del 21 de marzo de 1844 dirigida a los Miembros de la municipalidad de San José de Las Matas, pidiéndoles que investigaran con cuáles fuerzas, a cargo del coronel Estevez, de podría contar en la villa de Guayubín, es una muestra de su capacidad militar, y una clara evidencia documental primaria que indica que él preparó las acciones militares que frenaron el avance de los haitianos.
Explica Mella en su carta que las tropas de la ciudad de Santiago las dirigían en ese momento, el general Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, y el coronel José Gómez.
La salida de Mella de Santiago se produce en 25 de marzo de 1844, lo cual era imprescindible desde el punto de vista estratégico, dejando en la Comandancia de Santiago al general vegano Felipe Vásquez, quien a las 48 horas de ejercer sus funciones retornó a La Vega, ocupando la comandancia de Santiago el coronel José María López, quien pide auxilio al general francés José María Imbert, comandante de Moca, asumiendo éste la jefatura de la ciudad en 27 de marzo de 1844.(11)
El general Imbert, blanco y francés, es decir, blanco y extranjero -atributos que deslumbran al criollo-, concitó el apoyo inmediato de la burguesía de la ciudad; dispuso la construcción de fosos en los fuertes Dios, Patria y Libertad, emplazando en dichas fortificaciones la artillería: una pieza de 8 en la batería de la derecha; una pieza de 4 en la del centro; y una de 2 en la izquierda, del lado del río Yaque.
En sentido general, las fuerzas del Norte las comandaban los generales Ramón Mella, José María Imbert, Villanueva, y Felipe Vásquez, entre otros.
Previo a la batalla, los haitianos fueron derrotados en Talanquera, y, luego en Guayubín, y fuertemente atacados por guerrillas móviles que redujeron considerablemente el número de tropas enemigas que pudieron llegar a la ciudad.
Las tropas del Norte estaban integradas por hombres procedentes de Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, y otras comunidades, reconcentrados en la plaza de ciudad de Santiago. Allí se encontraban un batallón: La Flor de la Juventud, al mando del coronel Ángel Antonio Reyes; una compañía del batallón de Sabana Iglesia al mando de Fernando Valerio; y, Media Brigada de artillería al mando de don José María López.
Don José María Imbert se encargó de organizar las defensas de la plaza desde los puntos fortificados denominados: Dios, Patria y Libertad, en los cuales fueron cavados fosos, instalándose en cada uno, una pieza de artillería a cargo de los artilleros capitán José María López, Teniente Dionisio Reyes y Aquiles o Achille Michel (francés).
Fue creado un cuerpo de vigilancia y espionaje al mando de del comandante Manuel María Frómeta y del Doctor Bergés.
Al oficial francés Pedro Eugenio Pelletier le fue confiada una avanzada de 400 hombres de infantería, y 100 hombres de caballería, nativos de San Francisco de Macorís al mando de Manuel María Castillo.
El general Mella, en operación conjunta con el general Imbert, crearon una línea defensiva desde Guayubín hasta Guaraguanó -hoy Monción-, creándose destacamentos y colocando avanzadas en Partido, Arroyo Blanco, Los Almácigos, El Guanal, Sabaneta, y Cañafistol.
Cuando los señores Frometa y Bergés, encargados de la vigilancia y espionaje, retornaron a Santiago a las 10:00 A.M. del 30 de marzo de 1844, le informaron al general Imbert que en número de 10,000 los haitianos cruzaban el río Yaque, siendo alertados inmediatamente los señores oficiales: Pedro Eugenio Pelletier, jefe de las fuerzas de línea o infantería; José María López, encargado de la artillería, Francisco Antonio Salcedo, encargado del fuerte San Luís, de los Cuerpos de Guardia, y, de cubrir la retaguardia; una fuerza mixta móvil (caballería e infantería) avanzada dirigida por Fernando Valerio atacó la vanguardia haitiana cerca del cementerio Viejo.
Las primeras hostilidades de los haitianos las hicieron 100 "maroteros", quienes constituían una avanzada irregular encargada de atacar indiscriminadamente a los habitantes de las vecindades urbanas y de robar sus propiedades (reses, víveres, etc...); Pelletier con su ayudante Achille Michel, ataca a los haitianos en La Sabana con 500 hombres -400 de infantería y 100 de caballería- en 29 de marzo; propiamente la batalla de Santiago se inicia a las 12:00 horas y se prolonga hasta las 17:00 horas en 30 de marzo de 1844, es decir, se peleó durante cinco horas; los enemigos se dividieron en dos columnas de 2,000 hombres cada una, para atacar la ciudad por la izquierda y la derecha.
Las fuerzas de la derecha marcharon por La Herradura, La Otra Banda, por el sitio denominado Emboscada hasta la Cuesta de Rafei y desde ese punto hasta Hoyo de Lima, acampando en el Arroyo de Gurabito.
Sin embargo, el ataque de los haitianos se inicia por la izquierda con caballería e infantería; para frenarlos, los dominicanos, con una efectiva fusilería y armas blancas: lanzas y machetes, contienen este primer ataque provocando un alto número de bajas a los haitianos, quienes hacen una retirada táctica desorganizada, para luego reorganizar sus fuerzas y producir un nuevo ataque, siendo de nuevo rechazados con buen número de bajas provocados por la artillería y la fusilería.
De nuevo se retiran y contraatacan reorganizados con gran armonía; sin embargo, el fuego de metralla y los tiros de fusiles los revientan.
Ya estaban derrotados, hambrientos y cansados.
Las hostilidades fueron suspendidas a solicitud del general haitiano Jean Louis Pierrot en claro gesto de impotencia y derrota, iniciándose los parlamentos en 31 de marzo.
Por Haití parlamentan Tiosen o Toussaint Dupuig y Charles Western, y por los dominicanos Pelletier, Imbert y Gómez; los haitianos acogen de buen ánimo su derrota y se marchan.
La batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844 fue una defensa posición que contó con un plan de acción (estrategia), con maniobras tácticas de las tres armas: caballería, artillería e infantería; acompañada de ciertas operaciones militares de fuerzas irregulares o guerrillas, y con una extensión sobre el terreno que abarcó una línea de acción, defensiva ofensiva, extendida desde Gabaón hasta la misma población de Santiago, y su periferia.
Por lo tanto, el triunfo de las armas dominicanas no fue la labor de un hombre, ni siquiera de un sólo comandante; más bien, resultó un esfuerzo colectivo de unos pocos jefes (Ramón Mella, José María Imbert, José María López), de oficiales operativos (Francisco Antonio Salcedo (a) Tito, Fernando Valerio, Gaspar Polanco Borbón, Manuel María Castillo, Román Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Lorenzo y Dionisio Mieses, José Gómez Mallol, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad, Manuel Jiménez, Pedro Florentino, Lucas Evangelista de Peña, etc...), y de miles de hombres de tropas, las verdaderamente triunfadoras, porque ellas representan al valiente pueblo dominicano.
Un nombre que debe ser mencionado aislado, es el de la coronela doña Juana Trinidad o Juana Saltitopa, nativa de Jamao, La Vega, distinguida patriota que desempeñó el oficio de "aguatera", es decir, se dedicó a cargar agua desde el río Yaque para enfriar los cañones, poniendo en alto con esta acción el nombre y el patriotismo de la mujer criolla.
El general Pierrot y sus oficiales Toussaint Dupuy, y Charles Western dejaron en los campos de Santiago 715 muertos e igual número de heridos, mientras que los dominicanos sufrieron sólo cuatro bajas, calificados por Saint Denys como: "Ciudadanos oscuros cuyos nombres han quedado desconocidos".(12)
Pierrot en su retirada precipitada abandonó tambores, calderos, víveres y otros objetos de valor. Su prisa se debía a que durante las negociaciones Pelletier le informó que Hérard había fallecido en Azua, y él quería asumir el control del Oeste.
En carta de Imbert a Pierrot, Santiago, 31 de marzo de 1844 -comunicación que nunca recibió-, Imbert le decía: "Ud no puede considerar las hostilidades terminadas, entre los dominicanos y los haitianos, mientras que estén detenidos los dominicanos arrestados en cualquiera parte de la república haitiana".(13)
En su retirada los haitianos fueron atacados entre Guayubín y Talanquera por los comandantes Francisco Caba y Bartolo Mejía de la División de Emboscada, quienes derrotan a los generales Charrié y Cadet Antoine, y, los restos del ejército invasor.
Poco tiempo después de la retirada del general Pierrot la Junta Central Gubernativa comunicaba a la población nacional haber recibido del general Vásquez -Comandante de La Vega- una comunicación de 17 de abril de 1844 con información procedente de Haití, haciendo constar que "una proclama y manifiesto anunciaba que la parte Norte se declaraba dividida de la del Sur".(14)
Santana: paralizado y demandando en Baní.
En cuanto a Santana, toda la documentación disponible demuestra fehacientemente que se mantuvo estacionado con la mayoría de sus tropas en Sabana Buey de Baní. Estilando desgano, cansancio y cierto pesimismo, el líder hatero escribió al Presidente de la Junta Central Gubernativa desde su Cuartel General de Baní en 14 de abril de 1844 diciéndole:
“Estoy asegurado que en la fuerza que los siguen [a los haitianos] hai una multitud de españoles [dominicanos]; y posesionados ellos de seis pueblos españoles [dominicanos], nos harán la guerra con los nuestros y a nuestras expensas, en tanto que nosotros nos arruinamos, con nuestros trabajos todos paralizados y con la fatiga de un arte tan penoso como el de la guerra y a la que los nuestros no están acostumbrados...”(15)
Mientras el pesimismo y el miedo mantenían a Santana inmovilizado, con sus acciones navales, las goletas Separación Dominicana y María Chica capturan una goleta y una balandra haitianas en El Tortuguero de Azua en 15 de abril de 1844, cuatro días después, la Junta Central Gubernativa volvió a declarar la guerra "por Mar y Tierra" a los haitianos, estableciendo: "...la guerra será tal como se nos haga, regular o irregular", y ordenando que a "Los españoles dominicanos que permanezcan con los haitianos adheridos a su causa, y que sean cojidos (sic.) con las armas en las manos, serán tratados lo mismo que si fuesen haitianos y enemigos".(16)
Santana siguió paralizado en Baní, reclamando a la Junta de Gobierno armas, alimentos, municiones, dinero..., más armas, y reiterando en todas sus cartas siempre sus pedidos. Alegaba: "Me queda gente desarmada",(17) y solicitaba armamento; o pedía el envío de tropas y oficiales,(18) otras veces sostenía que las tropas estaban hambrientas por falta de víveres y de raciones, en fin, todo se le enviaba, y siempre pedía más caballos, cañones, pero nunca marchaba contra Azua y los haitianos.
Las fuerzas militares criollas tomaron El Maniel (Ocoa) y el sitio de El Portezuelo en 5 de mayo de 1844.
Aún Santana se hallaba en Baní en 16 de mayo de 1844, y sólo se moviliza cuando Mella le solicita, desde el sitio denominado Chingüelo, en 7 de mayo, coordinar una acción conjunta contra Azua, precipitando su salida con el fin de adelantarse al general Mella, viniendo triunfante desde el Norte con la disposición de reforzar las defensas sureñas.
Su última carta a Bobadilla desde Baní está fechada 18 de mayo, informando al Presidente de la Junta de gobierno que los haitianos se hallaban concentrados en Rancho Mateo, San Juan de la Maguana -según informes de José Durán-; informando que para defender San Juan envió a esa población a los comandantes Manuel Mora -por recomendación de Fernando Tavera (estaba herido por August Brouard en Neyba), Felipe Alfau y a Manuel de Regla Mota.
Santana también pidió a la Junta armas, municiones, víveres y dinero para marchar hacia Azua, reclamando el envío de tropas, "prefiriendo para esto a los africanos [dominicanos negros] y demás tropas que no sean los seibanos",(19) en clara demostración de que seguía los consejos del Cónsul francés: sacar a los regimientos febreristas de Santo Domingo dejando a los seibanos para sumarlos a sus planes ulteriores. Santana se hallaba todavía en Baní el 20 de mayo de 1844, pidiendo a la Junta armas para Fernando Tavera y sus hombres de Neyba.
En lo que concierne a Hérard (Riviere), este mantuvo el control de Azua hasta el 12 de mayo de 1844, recibiendo aprovisionamientos de víveres, artillería y municiones desde Jacmel por vía marítima. Por lo visto, a partir del 9 de mayo de 1844 sus tropas comenzaron a rebelarse, manifestándolo provocando incendios en la ciudad de Azua.
Para evitar el suministro de alimentos a los haitianos distribuidos en Azua y su periferia, y por recomendación del almirante De Moges, fue creada una pequeña armada dominicana integrada por los siguientes barcos: el bergantín San José (antes Leonor) de Abrahán Cohen, la goleta María Chica de los hermanos catalanes José y Francisco Ginebra, y la goleta María Luísa de los señores Pellerano y Maggiolo, todos extranjeros.
También se dispuso de la nave Separación Dominicana capitaneada por el coronel Juan Bautista Cambiaso, y la María Chica capitaneada por Juan Bautista Maggiolo. Las acciones navales de esta armada constituyeron un factor decisivo en la salida de Hérard y de los haitianos de Azua, en tanto su fuente de abastecimiento y suministro de armas, municiones y alimentos por el mar quedó eliminada.
Los haitianos fueron adicionalmente derrotados por los valientes soldados dominicanos Antonio Duvergé, Felipe Alfau y Cheri Victoria en El Pinar -cuando escapaban por El Maniel- en 30 de abril de 1844, y en El Memiso.
Otra derrota fue sufrida por los nacionales vecinos fue la del combate de Cachimán o Cacimán en 4 ó 5 de diciembre de 1844. Allí, Duvergé con 150 hombres de infantería y 60 de caballería; sus fuerzas fueron divididas en tres columnas que atacaron el fuerte por tres puntos; desalojó a los haitianos, tomando el control del fuerte, con la valiosa ayuda del 3er. batallón de Azua con pocas bajas. Dejó al mando del fuerte a los oficiales Juan Evangelista Batista y a José Soto. Para ese momento el cuartel de Duvergé estaba en Las Matas.
La Junta Central Gubernativa
El gobierno organizado fue colegiado, denominado Junta Central Gubernativa, presidido originalmente por el joven general Francisco del Rosario Sánchez, dirigente de todos los pormenores del movimiento febrerista, hasta la proclamación de la independencia, y quien prontamente traspasa la presidencia del organismo a don Tomás Bobadilla en 1 de marzo de 1844. Sánchez era un joven militar y abogado mulato(20) considerado por el Cónsul francés Saint Denys "el Jefe del partido revolucionario hoy miembro de la Junta Gubernativa".(21)
Los primeros miembros de la Junta Central Gubernativa fueron: Francisco del Rosario Sánchez (Presidente), y los señores: José Joaquín Puello, Matías Ramón Mella, Remigio del Castillo, Mariano Echavarría, Pedro de Castro y Castro, y Wenceslao de La Concha.(22)
Por lo visto, Mella fue excluido de la Junta al ser nombrado Delegado en el Cibao de ese cuerpo ejecutivo, y Puello fue nombrado Comandante de Armas de Santo Domingo, quedando posteriormente constituida por los señores: Tomás Bobadilla (Presidente), Manuel Jimenes (Vice-Presidente), Mariano Echavarría, Francisco Javier Abreu, José María Caminero, Francisco Sánchez, Valverde, Charles Morinot (Carlos Moreno), y Félix Mercenario, y Silvano Pujols (Secretario).(23)
En 29 de marzo de 1844 los miembros de este cuerpo ejecutivo eran: Bobadilla (Presidente), Manuel Jimenes, Moreno, Echavarría, Delorve, Mercenario, Caminero, Valverde, Medrano y Pujols (Secretario).
En 19 de abril de 1844 la Junta fue remozada, siendo sus nuevos miembros los señores: Tomás Bobadilla, Manuel Jimenes, José María Caminero, Manuel María Valverde, José Ramón Delorve, José Tomás Medrano, Carlos Moreno, Mariano Echavarría y Juan Pablo Duarte.
Ese mismo día la nueva Junta dispuso hacer una declaración formal de guerra por mar y tierra contra los haitianos, produciéndose un decreto ordenando el embargo de los bienes de los haitianos y de los extranjeros partidarios del retorno de su dominación.
Los siguientes miembros de la Junta tras el golpe del 9 de junio de 1844 fueron: Manuel María Valverde, Coronel Pedro Alejandrino Pina, general Francisco del Rosario Sánchez (presidente), y Juan Isidro Pérez (Secretario).
Duarte: un general honesto.
El general Duarte, una vez en Santo Domingo dio muestras de su gran honestidad al presentar un informe financiero a la Junta de gobierno en 12 de abril de 1844, con detalles y soportes de gastos, y haciendo la devolución de la suma de $827.00 de un total de $1,000.00 recibidos por él, habiendo gastado en casi un mes de campaña tan sólo $173.00.(24) De forma similar actuaría en 1864 frente al gobierno restaurador al rendirle cuenta de sus recaudaciones en Venezuela para la causa de la restauración mediante un documento titulado "Resultado de la contribución para auxiliar a la República Dominicana",(25) redactado en Caracas en 16 de diciembre de 1864 en donde hace saber que 113 contribuyentes habían aportado la suma de $868.21, dinero que entregó al general José Desiderio Valverde para la causa nacional.
Notas y referencias:
1. Se sabe que los hermanos gemelos Pedro y Ramón Santana, coroneles del movimiento independentista, proclamaron la independencia en El Seybo en 26 de febrero de 1844; luego marcharon hacía Santo Domingo con 600 hombres de tropa (Nota de Francisco Berroa).
2. Carta de Santana a A. Cohen, Camino de Azua, 17 de marzo de 1844, en: Gobierno Dominicano: opus cit., p. 81.
3. García, José Gabriel: Compendio de historia de Santo Domingo, 2 tomos, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1979, t.I, p. 574.
4. Se refiere a Hérard como opresor del pueblo haitiano (Nota de Francisco Berroa).
5. De esta afirmación de Duarte se deduce que su afan libertario procuraba la felicidad y la libertad de los propios haitianos, pueblo al que siempre se refirió con amor y admiración (Nota de Francisco Berroa).
6. García, José Gabriel: Guerra de separación dominicana, documentos para su estudio, Santo Domingo, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1994, 2a. Edición, pp. 10-11.
7. En: Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846, opus cit.
8. El general Juan Luís Franco Bidó la denomina "Batalla de la Sabana". Ver: Rodriguez Demorizi, Emilio: Hojas de servicios del ejército dominicano, 1844-1865, Vol. I, Santo Domingo, Editora del caribe, 1968, p. 141.
9. Estas acciones no las pudo ordenar Imbert, él llegó a Santiago procedente de Moca en 27 de marzo de 1844, por lo tanto, Mella fue el que creó la llamada División de Emboscada, y organizó las guerrillas que retardaron el ataque a Santiago hasta fines de Marzo (Nota de Francisco Berroa).
10. Ver carta de don Pedro Eugenio Curiel a Segundo Imbert, Puerto Plata, 30 de septiembre de 1881, en la obra: García, José Gabriel: Guerra de separación dominicana..., 1994, 2a. Edición.
11. Ver: Carta de José María Imbert a la Junta de Gobierno de Santo Domingo, Santiago, 5 de abril de 1844, en: Ibidem.
12. Carta de Saint Denys a Guizot, Santo Domingo, 17 de mayo de 1844, en: Ibidem, p. 130.
13. Ibidem, p. 14.
14. Ibidem, p. 26.
15. Ibidem, pp. 20-21.
16. Ibidem, p. 23.
17. Carta de Santana a la Junta, Baní, 2 de mayo de 1844, opus cit., p. 26.
18. En carta a la Junta, Baní, 5 de mayo de 1844, pide el envio de los oficiales Alfau, y de los hermanos Abad y de Pedro Alejandrino Pina, porque estos tres últimos le eran "de toda necesidad aquí." Aunque luego de Pina dirá lo peor (Nota de Francisco Berroa). Ibidem, p. 27.
19. Carta de Santana a Bobadilla y a la Junta, Baní, 18 de mayo de 1844, Ibidem, p. 33.
20. Francisco Sánchez del Rosario (nació en Santo Domingo en 9 de marzo de 1817-murió fusilado en San Juan de la Maguana, el 4 de julio de 1861), hijo de don Narcizo Sánchez (a) Narcizaso, y de María Olaya del Rosario. Su primer oficio fue el artesano peinetero, es decir, fabricante de peines de concha; fue un autodidacta que llegó a ejercer la función de defensor público (letrado o abogado); deportado por Santana en 1844, regresó amparado en la Ley de Amnistía (26 de septiembre de 1848) en 8 de agosto de ese mismo año. Fue Comandante de Armas de Santo Domingo, y como defensor público llegó a ser empleado de los gobiernos de Jimenes, B. Báez y Santana; expulsado del lar nativo en 1855, regresa en agosto de 1856; reapresado por Santana en 1859, sale al destierro, retornando con una expedición contra el renovado dominio español en mayo de 1861, levemente herido, fue emboscado y capturado en San Juan en junio, y, fusilado por desición de Santana.
21. Carta de Saint Denys a Guizot, Santo Domingo, 10 de marzo de 1844, en: opus cit., p. 55.
22. Ver: Carta de la Junta Central Gubernativa a Saint Denys, Santo Domingo, 28 de febrero de 1844, Ibidem, p. 33.
23. Estas son las firmas contenidas en la carta de la Junta a Saint Denys, Santo Domingo, 9 de marzo de 1844, y en carta a Hérard de igual fecha y ciudad, en: Ibidem, p. 60 y siguientes.
24. Ver: Henriquez i Carvajal: opus cit., pp. 196-197.
25. Roberto Marte y Luís Cordero: Juan Pablo Duarte y la Venezuela de su época, Santo Domingo, Edición del Banco Central, 1987, pp. 137-141.