NOTIHISTORIADOMINICANA
Por:
Francisco Berroa Ubiera
Historiador
Dedicado a mis amigos linieros.
De los personajes históricos dominicanos, uno de los más interesantes es Demetrio Rodríguez de Peña, hijo legitimo del matrimonio de los señores: Bernardo Rodríguez con la señora Petronila de Peña, quien lo trajo al mundo en su residencia campestre de la comunidad de Juan Gómez, sección de Guayubín, provincia de Montecristi en 1866.
En medio de la ruralidad, y en la libertad de los montes, su espíritu creció con independencia, aunque viendo el sufrimiento de los peones de su padre, observando los miserables bohíos de sus vecinos integrantes de una sociedad injusta, de un medio en donde la pobreza imperaba y contrastaba con su situación particular debido a la enorme riqueza de su progenitor, considerado uno de los ganaderos más ricos de la región, amén de que se dedicaba a ciertas actividades comerciales y usurarias. Don Rufino Martínez considera que su padre era tan rico “que contaba las onzas de oro por talegas”, amén de que era propietario de miles de reses que podía vender por cientos las de un mismo color.
Demetrio no era analfabeta –lo común en las mayorías de su época-, aprendió los rudimentos de la cultura espiritual al lado de sus padres, y una vez que realizó los estudios básicos, fue enviado a completar sus estudios medios a la ciudad de Montecristi, y además hizo estudios en el Colegio San Luis Gonzaga de Santo Domingo, viajando luego, al exterior, para realizar estudios superiores.
De acuerdo con Fulgencio Espinal: “... durante 6 años Demetrio Rodríguez estuvo estudiando en los Estados Unidos, Francia y Alemania, de su formación intelectual no hay dudas, estudió agrimensura, administración y economía y hablaba francés, alemán, italiano e inglés. En ocasión de unas opiniones despectivas contra el gentilicio dominicano que hizo un cónsul alemán en San Pedro de Macorís, Demetrio le respondió en perfecto idioma alemán, rectificando el cónsul y felicitándole por el buen idioma empleado.”
Desprendido del medio rural, y de su vida un tanto bohemia, ora dedicado a la lidia de gallos, ora a las chicas o a las carreras de caballos, o a los duelos -tan frecuentes en su época-, como para evitarle una temprana mortaja fue extrañado al Viejo Mundo como era la tradición en la clase social alta de grandes hacendados y comerciantes, valga decir, de la llamada “gente de primera”.
Una vez en el viejo continente Demetrio Rodríguez cambiará su visión del mundo y de la sociedad. Vivió en la Alemania del Káiser Bismark, es decir, la Alemania imperialista que experimentaba un proceso de expansión económica y profundas transformaciones sociales y políticas, rivalizando, en el escenario europeo, con Francia, país que sentía el influjo de los cambios promovidos por los auspiciadores de la Comuna de Paris (18 de marzo de 1871), y siendo parte de la Triple Alianza (Alemania, Rusia y Austria-Hungría).
Esa es la época en que las ideas socialistas comienzan a circular por toda Europa –el manifiesto comunista se publica como folleto en Londres en 1848, pero la primera edición Alemana data de 1872-, y, por lo tanto, el cambio de escenario debió ser muy radical para Demetrio, quien comenzó a realizar estudios universitarios en aquellos años 1870, los años de emergencia del capital monopólico y del expansionismo europeo.
Sin embargo, ni las universidades, ni la cultura germana, y mucho menos las rubias, gélidas y hospitalarias alemanas, y los avances industriales y tecnológicos de aquella nación lograron conformar su espíritu de tipo criollo, y era tal su nostalgia por sus gallos y sus gallinas, por sus potros y yeguas, por sus reses y burros, que cada vez que tenía la oportunidad de escribir a sus padres siempre preguntaba por el estado de sus animales, principalmente por el adelanto de sus pollos y gallos de pelea, y por sus caballos preferidos.
Ese mestizo del Caribe tropical, antillano, quisqueyano auténtico, no quiso dejar de ser “él mismo”, no quiso quedarse sin su identidad de macho liniero dominicano, bravo, bragado y bailador de paso doble, saraos, y de merengue, es decir, no quiso desenraizarse y convertirse en ese tipo exótico con trajes de lana al estilo nórdico, corbata, bastón y frac, engalanado a la usanza, costumbre, y clima foráneos, valga decir, no quiso ser un “hijo ajeno”, y por todo ello volvió a su amada patria.
DEMETRIO Y LILIS
Después de su estadía en la universidad de Westfalia, Hamburgo, en Alemania, al producirse su retorno al país en el año de 1894, el líder político de la nación, don Ulises Heureaux –siempre al tanto de los talentos y del capital humano de la patria- procedió a conquistarlo para su causa, designándolo Administrador de la Hacienda de Montecristi en 1895, por varias razones: había realizado estudios de administración y economía, era poliglota –leía y hablaba en francés, alemán, español, italiano, e inglés-, tenia caballerosidad, don de mando, y era además valiente pero tolerante, buen tirador, honesto, rico, y no cometería actos de peculado.
Siendo empleado gubernamental fue convencido por su amigo Amadeo Tavarez a fin de incorporarlo a las actividades insurgentes del guerrillero criollo Gregorio Ferreira, sin embargo, Lilís tomó la mala pisada como un yerro juvenil, acercándolo a él, más aún, dándole confianza, y designándole en su Estado Mayor, teniéndole tanta intimidad que fue uno de los dos oficiales que le acompañaron el día de la tragedia de Moca del 26 de julio de 1899.
Tras la muerte de Lilís Demetrio, casi solo, recuperó el cadáver, y se mantuvo al lado del muerto hasta que llegaron a Moca las tropas de Santiago bajo el mando de Perico Pepín.
Una vez se produjo el sepelio de Lilís, marchó Demetrio a su lar natal: Juan Gómez en donde se mantuvo alejado de la política por poco tiempo.
BOLOS, COLUDOS, PLEITOS, Y EL GENERAL DEMETRIO RODRIGUEZ
Aunque Demetrio sentía una cierta simpatía por don Horacio Vásquez, con quien llegó a tener alguna ligazón política a partir de los sucesos del 26 de abril de 1902, sin embargo, dados sus vínculos sentimentales y cuasi de parentesco con el jimenismo y con sus lideres, este resuelto liniero hizo causa común con los bolos, por ello, estando en Juan Gómez dedicado a las labores pecuarias, su antiguo amigo horacista o coludo, Amadeo Tavarez –ahora convertido en opositor político de Demetrio- ordenó su arresto, y el general Rodríguez buscó el apoyo del general Andrés Navarro y de sus seguidores, y al frente de un grupo de guerrilleros cayó sobre Guayubín bajo el gobierno de Tavarez, apoderándose de la plaza en poco tiempo, y humillando a quien había osado ordenar su encierro sin causa justificada.
Tavarez entonces corrió hasta Santiago para informar sobre su derrota, y desde la principal urbe cibaeña fue despachada una columna bajo el mando del general Rafael Abreu con instrucciones precisas dadas por Ramón Cáceres para recuperar a Guayubín en manos de las fuerzas rebeldes dirigidas por el general Demetrio Rodríguez.
Para contrarrestar el ataque de la columna bajo el mando del general Abreu, Demetrio seleccionó 30 de los mejores tiradores de Guayubín y de la zona, ordenándoles avanzar hasta las proximidades del puente que se hallaba a uno kilómetro del pueblo, colocándoles a todos en posiciones desde las cuales tuviesen visibilidad del pasadero, sin que ellos pudiesen ser vistos o localizados por las fuerzas enemigas, ordenándoles esperar el momento preciso para iniciar los disparos, que debían ser certeros por necesidad a fin de trocar efectivamente la desventaja numérica en fortaleza, y por lo tanto en triunfo por reducción por eliminación de las tropas enemigas.
Cuando el general Abreu se acercó al puente de Guayubín pensó que tenía el triunfo en sus manos dada la proximidad de la población, pero en el momento en que sus hombres caían sobre el puentecillo ahí mismo se desplomaban de sus monturas, y la resistencia de los soldados oficiales quedó rápidamente quebrada en medio de la efusión de sangre frente a un enemigo invisible.
Los disparos procedían de los flancos, del frente y de la retaguardia. Cada tiro hería o mataba, y en medio de los ecos sordos del disparo certero, fueron cayendo los soldados del gobierno, y también los generales Amadeo Tavarez y Rafael Abreu fueron diana de los tiradores al servicio del guerrillero Demetrio Rodríguez, un hombre nacido para ser libre, para el ejercicio marcial, y para la guerrilla.
En el momento en que los rebeldes agotaron las municiones se fueron de retirada. Pasaron de largo por Guayubín porque el encargado de cubrir la retaguardia o retirada, Timoteo Cordero (a) Sambito, al escuchar tantas detonaciones creyó que sus compañeros de guerrilla habían sido aniquilados por las fuerzas del gobierno.
Mientras tanto, en Montecristi, el general Andrés Navarro fue derrotado por las tropas oficiales, y Demetrio Rodríguez negoció hábilmente su entrega a las autoridades, siendo enviado a Puerto Plata en donde residió sin ser molestado ni encarcelado.
DEMETRIO Y LAS GUERRAS DE LA UNION, Y, DE LA DESUNION
Cuando se inicia la “Guerra de la Unión” en contra del general Alejandro Woss y Gil, a fines de 1903, el general Demetrio Rodríguez dirigió las tropas jimenistas que marcharon desde el noroeste hasta la sureña ciudad de Santo Domingo.
Después de tomar la capital, vio como a él, y a sus tropas, los marginaron de los beneficios del poder, y en consecuencia, el líder guerrillero adopta una postura más activa y consciente de su papel como líder de una tropa que demanda su propio bienestar. Reclamó al gobierno de Morales y este le dio el gobierno de la Sultana del Este. Demetrio aceptó complacido el cargo de Gobernador de San Pedro de Macorís a donde marchó con cautela a principios de 1904.
Demetrio sabía muy bien quien era Carlos Morales Languasco. Morales traicionó a la santa iglesia al colgar sus hábitos en 1899 para dedicarse a la política; cuando por su causa cayó el gobierno de Jimenes en 1902, al poco tiempo se vinculó a Horacio Vásquez para acceder a un puesto público; cuando Vásquez fue derrocado por los presos de la fortaleza Ozama se unió al nuevo gobierno de Alejandro Woss y Gil quien lo nombra Gobernador de Puerto Plata desde donde planifica y organiza la Guerra unionista con el fin de llevar a Jimenes al poder, pero una vez los Lilisistas son desalojados del poder Morales Languasco asume el control del estado y no cumple con los acuerdos contraídos, es decir, traiciona a Jimenes.
Precisamente, en enero de 1904 se inicia en Santiago la “Guerra de la Desunión” con la proclama de Juan Isidro Jimenes quien había sido burlado por ese traidor de traidores llamado Carlos Morales Languasco. Ante la nueva situación, en vez de torcer su rumbo y medrar ante el poder, Demetrio y sus guerrilleros linieros marcharon sobre Santo Domingo como lo habían hecho los cibaeños.
Fácilmente el general Rodríguez y sus soldados linieros tomaron el control de Pajarito o Villa Duarte, desde donde impedían la entrada de barcos al muelle de la ciudad en la rivera occidental de la ría del Ozama, para evitar la entrada de alimentos y/o material bélico. En un momento en que la capital se hallaba sitiada por las tropas rebeldes, barcos de los Estados Unidos bombardearon a Villa Duarte en febrero de 1904, y luego se produjo un desembarco de los Marines, en una acción que tan solo beneficiaba a las tropas gubernamentales de Morales. Esta intervención de los Estados Unidos en el conflicto bombardeando abundantemente las posiciones controladas por el general Rodríguez y sus tropas es el factor militar que lo hace retroceder con sus guerrilleros hasta Macorís del este, en donde resistió por más de tres meses los ataques de las tropas enemigas contando con el apoyo financiero de la sacarocracia oriental.
Durante la guerra, en el poblado de San Antonio de Guerra fue capturado por Cirilo de Los Santos (a) Guayubín, y su guerrilla de Los Carpinteros, el combatiente jimenista Nicolás Arias (a) Manaza, que había sido el responsable de evitar la entrada de los barcos a Santo Domingo desde Pajarito o Villa Duarte, y a quien se le atribuía la muerte de un maquinista de uno de los barcos americanos que desobedeció la orden de entrar al puerto, hecho que había dado lugar al bombardeo de Pajarito los marines de los Estados Unidos, y al desembarco de tropas en Pajarito para desalojar a los jimenistas de aquel lugar. Manaza fue fusilado por órdenes del general Pujols.
MORALES ATACA A DEMETRIO EN SAN PEDRO DE MACORIS
Enterado Demetrio del cambio de actitud de Morales hacia el jimenismo, el General esperó con paciencia, y cuando fue enterado de que el general Eliseo Cabrera, el ministro de Guerra y Marina iba personalmente a enfrentarlo y a destituirle del cargo de gobernador de la Sultana del Este, decidió salirle al paso en Los Montones de San José de Los Llanos, en donde el general Rodríguez le pidió gentilmente por medio de un carteo al Ministro del Fusil, que se retirase del escenario en paz, dada la amistad entre ambos, pero éste, quizás para no parecer cobarde ante sus tropas, decidió el ataque, y pocos minutos después sus tropas corrían y el ministro caía exangüe por las heridas recibidas.
El general Rodríguez, victorioso, cruzó de nuevo el rio Higuamo hacia la rivera oriental, y volvió a ocupar a San Pedro de Macorís, que fue convertido en un cuartel del jimenismo. Con la ayuda económica de las Centrales azucareras pudo mantener sus tropas.
Nuevas fuerzas militares del gobierno fueron enviadas por mar para desembarcar en la próxima playa de Guayacanes, pero las defensas del jimenismo frustraron los planes gubernamentales.
Entonces, fue decidido un ataque naval a San Pedro de Macorís, a tales fines el general Miguel Román hijo, Secretario de Interior y Policía, y el Viceministro de Guerra y Marina, general Pedro A. Bobea, se embarcaron el “El Presidente”, y en el costanero “Estrella”, con sus tropas y algunos refuerzos aportados por la juventud capitalina.
Los barcos de la Marina de Guerra entraron a la ría del Higuamo con bandera blanca, y luego la arriaron e iniciaron un bombardeo que les fue respondido por las defensas de la ciudad. Desde los botes trataron de llegar a la rivera oriental del Higuamo pero los certeros disparos de las tropas del general Rodríguez frustraron sus planes de desembarco.
Luego fueron enviados contra Demetrio Rodríguez tropas terrestres incluyendo los Carpinteros de Cirilo de Los Santos (a) Guayubín, y el general Luis Tejera con sus tropas; y por el mar, fueron enviadas en el “Independencia” más tropas comandadas por Agustín Aristy y Julio Pou.
Los generales Neney Cepín y Demetrio Rodríguez no resistieron los ataques simultáneos que les fueron hechos por mar y tierra, y después de una heroica resistencia decidieron dejar la ciudad en manos de sus enemigos.
Los valientes soldados noroestanos marcharon en retirada desde San Pedro de Macorís hasta los campos de la Línea noroeste. Marcharon por los montes para su tierra, iniciando su marcha con estoicismo y renovado denuedo de soldados disciplinados. Sus hombres no comprendían cómo un hombre tan rico como el general Demetrio Rodríguez estaba dedicado a las luchas guerrilleras y fratricidas que en aquel momento afectaban la nación dominicana.
Corriendo entre bosques, llanuras espesas, cruzando ríos y cañadas, marcharon sus tropas oyendo al general recitar a Goethe en alemán. Desde los Montones de San José de Los Llanos pasa a Bayaguana, y luego a Monte Plata, cruza por Boyá, Don Juan, la loma de La Gallina, Chacuey, Cotuí, La Vega, y las sierras de San José de Las Matas de Santiago.
En Cotuí les salió al paso Antonio Catalán (a) Toño, siendo derrotado, capturándole Demetrio miles de tiros. En las cercanías de La Vega la columna guerrillera vuelve a entrar en combate, y tras dejar en la planicie los hombres heridos, y varios muertos, de ambos bandos, Demetrio prosigue su avance con su columna indomable hasta su destino.
Una vez Demetrio se asienta en su territorio natural, en los campos de Montecristi, el nuevo ministro de Guerra y Marina, el general Raúl Cabrera, quiso ir a buscar venganza con el general Rodríguez, quien había derrotado a su fraterno, el general Eliseo Cabrera, ministro de Guerra y Marina del presidente Morales, en los Montones, campo de San José Los Llanos.
En Montecristi, en el sitio denominado Los Guayacanes, primero, y en Esperanza, después, debió el general Rodríguez enfrentar al nuevo Ministro de la Guerra, poeta y general Raúl Cabrera, hermano de Eliseo, quien también perdió la vida a mediados de 1904, y el verso que había escrito se cumplió: “El sol que ilumine mi derrota iluminará mi cadáver.”
Ocurrió lo que nunca había pasado, en una misma guerra el general Demetrio Rodríguez derrotó a dos ministros de Guerra y Marina, liquidándoles en combate.
PACTO DE PAZ CON MORALES
Hubo luego un armisticio con el gobierno de Morales Languasco, y Demetrio, y su guerrilla, pactaron la paz a cambio de los principales cargos públicos de la región, siendo el líder guerrillero designado Delegado gubernamental en la Línea Noroeste.
Como más o menos los describe Rufino Martínez: Idealista que se despoja hasta del bocado para dárselo a su soldado, Demetrio se gana el corazón de sus guerrilleros que por él estaban dispuestos a dar hasta su propia vida. El dinero no le importó, pues nació en cuna de oro. No conoció el miedo y su valor rayaba en la temeridad. Era de una clase de hombres ya desaparecidos, olvidados en el lejano pasado de nuestras guerras fratricidas. No acepta los recursos del engaño, ni el crimen, ni la felonía, en la lucha es un caballero que siente piedad por el herido.
PORMENORES DE LA GUERRA DE LA DESUNION
En la ciudad de Puerto Plata el gobierno se impuso por la fuerza de las armas y de los bombardeos del ministro Ginebra desde el cañonero “Independencia”. Higinio Árvelo perdió la vida en el combate de Cangrejo, y posteriormente, el general Eugenio Deschamps atacado por mar, y por tierra por la columna del general Ramón Cáceres, con el apoyo de los generales José Bordas Valdez, Quirico Feliú, José Estrella, Arturo de Jesús Guzmán, y Manuel de Jesús Camacho, resistió hasta última hora tras enconados y sangrientos combates calle por calle, pero después de producirse la muerte de los defensores de la plaza, tanto Deschamps como Jimenes decidieron retirase hasta Montecristi. Posteriormente las tropas horacistas ocuparon las poblaciones de Moca, La Vega y San Francisco de Macorís. El jimenismo se fortaleció en las ciudades de Azua, San Pedro de Macorís, Barahona y Montecristi.
En lo concerniente a la capital, las tropas de Jimenes dirigidas por Andrés Navarro, Toribio García, y Tomas de Jesús, se instalaron en La Fe, en donde se les unieron Carlos Alberto Mota y el general Luis Pelletier. El sitio de la capital duro casi dos meses.
Sobre la situación de la guerra reproducimos la carta de Ramón Cáceres a don Juan Isidro Jimenes en enero de 1904:
“Todos los esfuerzos fueron en vano, aunque aceptamos como Presidente a uno de sus más íntimos amigos, a un hombre capaz de ofrecernos una garantía definitiva; pero los sórdidos intereses que siempre han gobernado sus acciones políticas tanto en Santo Domingo como en Haití fueron obstáculos insuperables que ni el bienestar público ni nuestros elevados propósitos por salvar el país pudieron vencer.
“Cuando usted comenzó la revolución no nos dejo otro camino que el de defender al gobierno y al orden público. Usted es el único individuo responsable de todas las desgracias que puedan ocurrir como consecuencia de esta desastrosa guerra…Usted lo ha deseado así; y así será, y de este modo el país, una vez y para siempre, o bien lo apoyara usted y a sus satélites, partidarios del desorden, de las conspiraciones, del robo de los fondos públicos, o nos apoyara a nosotros, los únicos que en verdad desean el bienestar de esta desgraciada tierra…Nuestros caminos están bien definidos. También le declaro que se perfectamente que estoy condenado a muerte por usted y sus amigos, y puede también tener la seguridad de que usted los está por nosotros, y por mi mismo en persona….
Ramón Cáceres”
Por su parte Desiderio Arias le escribió a Jimenes, diciéndole:
“Cuando volvamos a ocupar a Puerto Plata no debe extenderse en consideraciones especiales a nadie, y menos a extranjeros, tales como…quienes deben ser expulsados a patadas del país, para que no vuelvan nunca, sin ponerle atención alguna ni a los cónsules ni a los americanos…
“Dele ordenes a Andrés (Navarro) de que use su cañón mas efectivamente contra la capital y que no desfallezca; dígale que las circunstancias requieren, mejor dicho, exigen, hoy más que nunca una actitud decidida y firme…CAÑONAZOS de todos lados contra la ciudad son necesarios porque aterrorizan al enemigo y hacen que los cónsules y las familias los obliguen a ceder…Cuando vaya a atacar a Puerto Plata ofrézcale a las tropas permiso de saquear la ciudad y usted verá que contentos se ponen y con qué avidez ponen mano a la obra. Soy siempre su amigo,
Arias”.
Listín Diario, marzo-abril de 1904.
Los principales actores de esta guerra en Montecristi fueron, por parte de los rebeldes: Desiderio Arias y Demetrio Rodríguez, quienes se rindieron al general Céspedes que representaba el bando conservador. El general Desiderio Arias negoció con gran habilidad su nombramiento como Gobernador de Montecristi asumiendo la obligación de mantener la paz y el orden en esa parte del país, y sobre la base del compromiso de recolectar las armas para entregarlas al gobierno que él representaba.
El 23 de abril de 1904 se hizo una nueva convocatoria de elecciones. Morales pidió la ayuda de los Estados Unidos y el comandante del acorazado Detroit, Mr. Dillinghan fue enviado al país “Para salvaguardar la vida y las propiedades de los extranjeros en la costa norte de la República”.
El general Arias siempre desconfió del gobierno de Morales, quien por su parte ofreció al ministro Powell enviar a Juan Francisco Sánchez a los Estados Unidos para negociar una suerte de protectorado con los Estados Unidos por 50 años, bajo el entendido de que los Estados Unidos asumirían el control de fisco, por lo cual la península y la bahía de Samaná serian dadas en arrendamiento conjuntamente con la bahía de Manzanillo. Monseñor Meriño se opuso a estos planes.
El general Desiderio Arias gobernó en Montecristi de 1904 a 1905. En 1905 se produjo la adopción del dólar de los Estados Unidos por parte del gobierno dominicano, a tales fines el poeta popular Juan Antonio Alix escribe estos versos:
“Según la voz soberana
de todo el país, desea
que circulando se vea
la moneda americana.
Pues con ella el pueblo gana
Porque no sube ni baja…”
El presidente Mortales Languasco salió huyendo de la ciudad con unos 30 seguidores el 24 de diciembre de 1905 con el fin de defender desde la manigua su gobierno constitucional, sin embargo, los habitantes del sur no le dieron su apoyo, y luego, sus propios ministros: Federico Velázquez y Emiliano Tejera ordenaron su persecución y captura al considerarle sublevado contra su propio gobierno, y llamaron al Vicepresidente Ramón Cáceres para que desempeñara la función presidencial. Fatigado y hambriento, sucio y con una pierna rota, Carlos Morales Languasco, convertido en guerrillero por las circunstancias aún no aclaradas, remitió desde la rivera del rio Haina una carta el 3 de enero de 1906 al Ministro de los Estados Unidos, míster Dawson, que decía:
“Las miserables circunstancias en que me encuentro me hacen recurrir a la dolorosa necesidad de apelar a la bondad infinita de su corazón. Hoy más que nunca necesito de su poderosa ayuda para salvar mi vida y mi reputación amenazadas por un loco furor.
Yo no quiero el poder. Lo renuncio todo; pero deseo que se me permita vivir en el extranjero con mi hijos, mis dos pequeñuelos.
“Si usted no puede obtener de mis adversarios garantías para mi y los que me acompañan, me presentare a su Delegación para embarcarme en el buque de guerra de los Estados Unidos para el extranjero…Estoy decepcionado de la vida publica, y si por medio de su valiosa cooperación logro obtener la felicidad de volver a la paz y a la tranquilidad del hogar, puedo asegurarle que jamás volveré a formar parte en los asuntos políticos en mi país.
Morales L.”
Luego de enviar una carta al Congreso renunciando a la Presidencia, al día siguiente Morales conducido hasta el barco acostado en una litera con el carruaje abierto y fue embarcado en el navío militar americano “Dubuque” con destino a la isla de Puerto Rico.
Cuando Carlos Felipe Morales Languasco estaba aislado y solo, antes de darse el autogolpe le envió a Demetrio un cargamento de armas a Puerto Plata en el barco El Presidente. Demetrio debía recibir el cargamento, pero para hacerlo debía acercarse al navío para descargarlo, y marchar luego con sus tropas sobre Santiago, sin embargo, cuando trataba de tomar el control de Puerto Plata, al cruzar a caballo el puente de La Guinea, posiblemente desde el fuerte de “El Morro” o desde un cerro cercano, recibió Demetrio dos disparos a traición que le abrieron la espalda en dos de enero de 1906.
Mientras Carlos Morales Languasco viajaba cómodamente para encontrase con su dorado auto exilio, el cadáver de Demetrio Rodríguez debió ser objeto de una trifulca de combate hasta que su leal y noble amigo Candelario Jiménez logra recogerlo y conducirlo hasta su natal Juan Gómez en donde fue sepultado por sus deudos.
Idealista que se despoja hasta del bocado para dárselo a su soldado, Demetrio se ganó el corazón de sus guerrilleros que por él estaban dispuestos a dar hasta su propia vida. El dinero no le importó, pues nació en cuna de oro. No conoció el miedo y su valor rayaba en la temeridad. Era de una clase de hombres ya desaparecidos, olvidados en el lejano pasado de nuestras guerras fratricidas. No acepta los recursos del engaño, ni el crimen, ni la felonía, en la lucha es un caballero que siente piedad por el herido.
El ex administrador de la Lotería Nacional, don Fulgencio Espinal –nativo de Dajabón y por lo tanto liniero-, lo ha considerado como “Todo un caballero del romanticismo. Cuentan que a la entrada de una gallera, en Castañuelas, chocó con un borracho, que le dio una bofetada. Demetrio siguió imperturbable. Uno de sus acompañantes se empeña en darle una paliza, ¨para que no cuente que le agredió mi general¨. Demetrio respondió: ¨déjalo, que no se lo creerán.” Se ha dicho además, que el general Rodríguez dejó siete hijos varones, y según Rufino Martínez en la España medieval se le hubiese considerado un “hidalgo de bragueta”.
Sobre su muerte escribió el poeta popular:
Perdió la Línea un tesoro
La República una espada,
Murió Demetrio Rodríguez
Quedó la patria enlutada.
La muerte de Demetrio ha sido atribuida a un francotirador que se ocultó en un cerro próximo al puente de La Guinea, aunque otros dicen que el disparo provino del fuerte del Morro.
Se sabe que Demetrio Rodríguez tenía ciertos ideales políticos opuestos a los intereses de los Estados Unidos. Incluso hay quien ha sostenido que Demetrio estaba vinculado a la representación consular alemana en el país. Esto habría que investigarlo en las fuentes de ese país. Lo cierto es que el caudillo noroestano - según Luis Felipe Mejía en su obra “De Lilis a Trujillo”- tenía en consideración adquirir, por medio de una compra, las acreencias belgas, holandesas e italianas, para luego ocupar las aduanas y controlar el país con el apoyo de Alemania y de los gobiernos europeos, en tanto se conoce que Demetrio habría expresado que en su lucha política solamente se detendría en la calle El Conde, es decir, hasta ocupar el Palacio de Borgella, entonces sede del gobierno.
Fuentes y bibliografía consultadas:
Espinal, Fulgencio. Memorias del caciquismo y lágrimas por Demetrio. Primicias Digitales.
Ideas y Sandeces. Blogspot.com
Martinez, Rufino. Diccionario Biografico Historico Dominicano, Editora UASD, Santo Domingo, 1975.
Mejía, Luis Felipe. De Lilís a Trujillo, Sociedad Dominicana de Bibliofilos, Santo Domingo, 2003.
Reyes Jorge, Adriano, Especial para Primicias. ¿Fue Demetrio Rodríguez un “Pica-Pleito tira tiros” o un “Patriota que luchaba por reforma social?. Primicias Digital.
Welles, Sumner. La Viña de Naboth, tomo II, Editorial El Diario, Santiago, 1939.